miércoles, 14 de julio de 2021

Los especialitos

 - ¡Miiii... tesoooro!

Ya he terminado de forjar mi anillo único. He demostrado completamente que tiene las propiedades mágicas que aseguro: aquel que lo posea podrá transformarlo en lo que más necesite. Se convertirá en una herramienta perfecta para gobernar una red de cientos de ordenadores para que puedan funcionar de la manera más eficiente... Es más, ¡qué digo cientos! ¡Miles! ¡Incluso cientos de miles!

Cuantos más equipos precises más grande será el problema que podrá resolver en tiempo record. Y hablamos de la gestión de los problemas más emblemáticamente potentes que existe.

Así que lo he guardado y lo he publicado, todo el mismo día. El mismo día que terminé de perfilar las demostraciones matemáticas, pues no me di cuenta de las impurezas que dejé el día anterior. Pero ahora todo está muy pulido, es más: ya sólo queda desarrollar ejemplos, explicaciones, poner referencias... Sólo queda el trabajo más puñetero. Pero nadie dice que lo vaya a hacer. Nadie dice que realmente interese que esa tecnología se haga pública y salve vidas. Nadie lo dice, porque la verdad es que por muy importante que sea la idiocracia y el corporativismo imperan en este planeta.

El imperio ha establecido hermandades, pero los grandes magos merecemos ser tratados con respeto. 

No hay imaginación suficiente en este planeta para imaginarse hasta dónde puede llegar la potencia de este anillo de poder. De cómo se pueden gestionar los problemas más importantes y replantearlos hasta el punto de reconducirlos hacia una resolución perfecta. Es cuestión de imaginarse: ¿acaso no podría crearse una evaluación sobre el poder ejecutivo? Algo así como evaluar hasta qué punto los políticos lo hacen mejor o peor como ocurre con el ajedrez: creando un termómetro. Pero con la salvedad de que el termómetro en ajedrez es sólo una estimación, mi anillo no está hecho con la filosofía formalista, es conectivista, lo que quiere decir que la estimación sería exacta.

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Cuando dos personas están hablando siempre suele surgir el tema de la ideología allá donde no se sabe cómo continuar. La trascendencia del lenguaje es un tema importante porque lo ideológico siempre trasciende a la razón: ambos trabajan las mismas decisiones pero uno de los dos le da lecciones al otro. Da igual cómo lo razones: cuando una persona considera que en cierto aspecto debe valerse de su posición ideológica entonces se pone a enarbolar su derecho de participación democrática. Sin embargo la participación democrática no puede ser tu apoyo hacia una ideología.

La participación democrática bien podría ser una opinión bien definida sobre aspectos sociales importantes. Esa opinión podría promocionar a quienes discrepen menos del colectivo al que representan. Así que no necesitamos colores ideológicos, sólo buenas razones para opinar de una manera o de otra.

Al final resulta que la ideología no sirve para nada. Sí es posible hacerla trascender hacia el uso de la razón, y así hacer desaparecer logotipos y urnas absurdas. Las únicas urnas deberían tener formato de referendo. Ya sea para denunciar algo con lo que no estás de acuerdo, para provocar cambios en tu representante legislativo, o ya sea para oponerte a la posición firme mayoritaria de unos magistrados. La participación es denuncia. Nadie necesita participar si el sistema funciona. Nadie necesita saber del estado, salvo que haya creado proyectos o empresas... Porque solucionar es participar también, así como declarar a Hacienda - que bien podría incorporarse en la declaración hacia qué se debe invertir y qué se debe pagar desde lo publico. Si eso es participación, entonces la participación en positivo debería de ser lo que soluciona el individuo dentro de su sociedad.

Pero el asunto es que en España, y me temo que así mismo ocurre en el resto del mundo, cuando dos personas se ponen a hablar siempre es posible que haya alguien que quiera adherirse a la conversación. Y entonces es cuando pueden ocurrir tres cosas: o el nuevo no se entiende, o el nuevo se adhiere sin más o, simplemente, el nuevo entra en una conversación que está a otro nivel.

Y claro, ¿qué significa otro nivel? Significa que o ha dicho una tontería o está dejando a esos dos por tontos. Es decir, o ha dicho algo intrascendente o completamente trascendente. 

Y es entonces cuando aparece la frase más típica:

- ¿Tú eres especial verdad?

Léase con su tono característico. Son los "especialitos". Es cuando una persona se adhiere a la conversación dejando a los dos con la boca abierta. Y si la idea era brillante aún existe la posibilidad de que el tercero ejerza su función pedante porque, al fin y al cabo, si era trascendente entonces no podrán continuar con la conversación para evaluar - los dos se sentirán a merced del tercero. Y siempre es posible que el mensaje esté equivocado, con buenas o malas intenciones, o es posible que el mensaje sin más esté perfecto, o raye la perfección. Es posible que el mensaje sea objeto de inspiración para los dos amigos que hablaban desde la ignorancia, o puede que se convierta en un dolor innecesario de cabeza.

Esto mismo ocurre con ciencias y letras. El pensamiento de ciencias trasciende al de letras y el de letras al de ciencias. Lo mismo pasa con el pensamiento social y racional. Allá donde necesitamos usar la razón lo social suele darle lecciones, pero allá donde le damos un caracter social a las cosas la razón puede dar lecciones.

Sin embargo la dualidad no es lo aconsejable, lo mejor es dividirlo en cuatro partes: las cuatro grandes verdades del budismo..., el dolor, la sabiduría, el respeto y la estética. En este caso la trascendencia es en un único sentido pero, al ser cíclico se acaban cruzando igualmente: la sabiduría trasciende al dolor o a la pasión, al deseo..., el respeto y la ética, la acción trasciende a la filosofía y su sabiduría. La belleza y su estética trasciende al respeto. Y la crítica pasional del público siempre trascenderá a la capacidad de un artista para crear lo que hace.

Siempre hay un lenguaje que supera al anterior. Es como cuando se juega al póker: no hay una jugada ganadora.

Me he quedado pensando, ¿en el póker no hay jugada ganadora, verdad?

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Por eso mismo cuando yo hablaba con un amigo y aparecía alguien que trascendía nuestra conversación solía responder con una sonrisa: "Macho, ¡estás a otro level!". O algo por el estilo. Podía ser interesante seguir la conversación, recuperar el nivel anterior, romperla con una despedida o cambio de conversación..., porque al fin y al cabo, puede que sea un pedante, una persona maravillosa, un completo tonto, alguien que humildemente sólo opinaba... Pero hay que darle una respuesta, sería inhumano no responderle o tratarlos a todos como si fueran lo peor.

En el fondo, los que usan el término de "especialitos" lo que quieren es que todos pensemos igual, que cada uno se quede en su redil. Lo que quieren es que a cada cual le corresponda su parcela de conocimiento. Y lo malo de esos esquemas es que pueden acabar creando grandes catedráticos, inventores, juristas, artistas, etc..., pero la sociedad tenderá a una idiocracia, y las idiocracias se autodestruyen a base de crisis, anomalías, cisnes negros, etc...

¿Nuestra sociedad está saliendo refortalecida de las crisis? Yo creo que no. Y como pasa con el cuerpo humano, poco a poco, empezará a tener signos de vejez - una sociedad que olvida, que aisla sus ideas, es una sociedad que enferma de locura, de alzheimer. Y nos hace a todos especialitos.






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