miércoles, 9 de diciembre de 2020

Ley cocinada y ley cruda

En informática el modelo cliente servidor introdujo a través de los métodos pre y post la idea de que hay formularios que se rellenan con datos crudos y con datos cocinados. Todos los sistemas de información realistas reconocen esa realidad; lo sorprendente es que el mundo de las administraciones públicas no parece incorporar ese concepto.

Parece que el funcionario está acostumbrado a darle un tratamiento dogmático a todo lo que hace: las cosas no son meramente legítimas, sino que deben ser Legítimas; los documentos no deben estar formalmente rellenados, sino Formalmente rellenados... Parecería que esa es la única manera de trabajar para alcanzar la excelencia y la Dignidad en el trabajo. Sin embargo, nada de eso tiene que nada que ver con el objetivo de cumplir con la Calidad Total.

Las ideas de Calidad Total fueron defendidas por un americano después de ver cómo trabajaban los japoneses. De la misma manera, los japoneses aprendieron bastante de empresas como Disney, Ford..., la revolución cultural que se llevó a cabo en Japón, haciendo lo mismo pero más eficiente, fue luego copiado para crear en el resto de occidente la verdadera manera de estudiar los estándares.

No podemos decir que un sistema sea de calidad si no cuida todos y cada uno de los procedimientos, materiales, informaciones, etc... Asímismo debe incorporar las auditorías internas y externas, así como el feedback oportuno. Cuando observamos esto parecería que es imposible crear borradores, o intentos de algo, que todo tiene que ser a la primera..., y no estoy de acuerdo, lo que significa es que debe haber un reconocimiento oficial para tales borradores, se etiqueten como se etiqueten, y, por tanto, un protocolo reconocido sobre cómo pasan a ser oficiales.

Pues bien, en nuestro afán de simplificar lo existente sin perder la esencia de lo que realmente importa, consideraría que una asamblea de representantes no tiene porqué estar formada en derecho, y sus leyes sólo deberían de cumplir un par de principios relevancia y coherencia. Es decir, deben representar la cosmovisión del Pueblo lo mejor posible, y para conseguirlo un lenguaje técnico no tiene porqué ser el más adecuado.

Para representar lo mejor posible lo que ha visto una persona es esa persona la que tiene que ser libre de expresar de manera cruda todo lo que vio, observó, lo que quiere cambiar, todo. De ahí nacerá una ley, de su deseo y su impaciencia. El legislador, en su honestidad aprueba gracias a la cámara que lo habilita una ley redactada de manera cruda. Porque esa cámara ha entendido lo que se pretendía y han cumplimentado en el preámbulo todas las aclaraciones que fueran precisas.

Pero un abogado será quien deba interpretar lo que ahí pone. Y es entonces cuando el poder judicial debe empezar a cocinar esa ley. La cocina ayudará a acelerar los procesos judiciales, pero para crear doctrina antes la cámara legislativa deberá acordar darle el visto bueno a esa cocina. La ley, aplicable desde que se aprobara en su estado crudo, experimentará una buena motivación para ser estudiada en cuanto se cocine dentro de la hermenéutica en el propio artículado, siempre y cuando no pierda la relevancia que adoptó la ley en su estado original.  


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