Lo vimos en el discurso de Martin Luther King (Jr) ese en el que tenía sueño..., cuando hablaba de los guetos, de cómo sus ideas no eran sólo para su interés personal, ni para aquellos que se le parezcan. Su discurso no podría ser considerado el discurso que sólo podría valerle a quien tuviera algo que ver con él. Era un discurso universal. Era un discurso que ya se salía de la rama del mero activismo de su tiempo para adentrarse en una conversación con todos los ciudadanos que habiten este planeta.
Hacer discursos es fácil: sólo tienes que tener una motivación. Dirigirse al público puede ser más complicado si, a la hora de transmitir tu discurso, se te olvida tal motivación. Por eso el instinto humano suele acertar correctamente ante los discursos largos o cortos que no son convincentes, que no consiguen ser recogidos con su debida prosodia. Eso es porque el que los lee, los recita, no lo hace desde el corazón.
La separación de poderes es fundamental para que una organización tenga cabeza. Pero lo que motiva a la gente a abandonar sus trabajos, la comodidad del hogar, la estabilidad del orden establecido..., no es la promesa de cambiar la orgánica. Pues la orgánica es algo interno, algo que no se percibe desde fuera. Todo cambio orgánico es siempre susceptible de ser adulterado y, visto desde fuera, es como si no cambiara nada.
Nadie nos dice cómo no volverán las cosas a ser como siempre. Cambias las normas, pero es el mismo funcionario. Mismo perro distinto collar. Ese movimiento no mueve, no va con la gente.
Y pueden saltar con doscientosmil discursos, que no importarán una mierda. Hasta que no veamos un discurso con corazón el sujeto no moverá ni un ápice, no representará el más leve de los intereses en individuos que no sean exactamente igual a él. Y, con el tiempo, todos descubrimos que somos diferentes. Será cuestión de tiempo antes de que se descubra que no nos mueve lo mismo.
Montesquieu tenía razón. Hace falta una orgánica. Pero lo que mueve a la gente a necesitar un Estado no es la promesa de una separación de poderes. Se puede pretender eliminar el papel del Estado pero, por la misma razón, ¿cuál es el papel del revolucionario? ¿cuál sería el papel del grupo que pretende cambiar las cosas?
Cuando observamos a varias personas conformar un grupo social, esto es: no comunitario - sino social, debe existir una verdadera razón por la cual esas personas forman parte del grupo. El grupo, que poco importa si está legalmente constituido en donde vivan, tiene una misión o razón de ser; y sus integrantes tienen el deseo de ser partícipes de esa misión.
Decía Kennedy: "no me digáis qué puedo hacer por vosotros, sois vosotros los que tenéis que decir qué vais a hacer por mí". Esa frase a mí, personalmente, me resuena por lo adecuada que es - y tan contraria a toda la política de ese señor. Esa frase hay que saber dirigirla hacia los adecuados: es la frase que le dice el representante de los ciudadanos a los agentes integrantes del aparato del Estado, incluido los poderes fácticos. Es casi una frase suicida. Pero lo que está diciendo es que el funcionario que no esté bien definido en el pacto social a la puta calle.
No se puede gobernar un país con gente que vive de él. Es un principio básico: igual que no se puede sostener una revolución con parásitos que no le dan vida. Si vais a estorbar, apartaos - es un principio básico de todas y cada una de las revoluciones desde la primera hasta la última. Porque aguantar lo que no da vida es el equivalente a cargar con lo que no necesitamos. Equivale a no movernos del sitio. Y una Revolución necesita un gobierno en movimiento.
Una Revolución necesita un Pacto Social, como el que describe Rousseau en el capítulo cuarto del Contrato Social. No es posible una revolución no socialista porque no es posible conformar un gobierno que no sea socialista y dirija sus esfuerzos hacia el individuo.
Cuando escribo esto escucho la música de la banda sonora del Padrino, y es apropiada: porque es el drama de una persona que intentó encontrar su papel y el de su familia dentro de un país sin corazón.
Y cuando los políticos viven una orgánica sin corazón, un sistema con un gobierno triste, observamos cómo empieza a ocurrir lo que comentaba Engels en "El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado": poco a poco son los patriarcas, los padrinos, los que se encargan de proteger a los suyos. Se conforman asociaciones alegales donde primará el corporativismo, el nepotismo, el trato de favor... Y todo eso se produce porque se pretende convertir el gobierno en propiedad de alguien, la gente propiedad de alguien..., los hijos propiedades, la esposa otra propiedad...
O se define con claridad los límites de la sociedad a la que se pertenece, o se consigue dar unos aires de libertad al individuo con respecto a su familia, o veremos como las "hordas" se someterán al yugo de un padrino que les acogerá en su seno. Y es exactamente para eso para lo que Maquiavelo inventó la puñetera palabra Estado, le dio razones de existencia al Príncipe, poder para actuar según su criterio... Esa es la verdadera razón por la cual puede haber un gobierno que nos lleve hacia un Pacto.
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En una ocasión teniendo 14 un grupo de amigos que me tenían envidia se pusieron de acuerdo y se empezaron a fingir que me daban una paliza a base de golpes. Y yo hacía como que los encajaba uno detrás de otro sin devolvérsela. Uno a uno, formaron parte de esa paliza dando golpes y, según pasó, apareció el conserje de casualidad para dar un mensaje. Al parecer, por mucho que insistía, le costó hacer parar a mis compañeros de hacer como que me pegaban; así que tuvo que elevar la voz. Para cuando se deshizo el grupo y sólo quedé yo, intocable - impoluto..., entonces me preguntó: "¿Y tú, de qué vas?". Me sentí enrarecido: ¿era comedia lo que hice o debía sentir vergüenza por la imagen que había dado a mis compañeros?
Esa fue mi primera lección sobre lo que es el Pacto Social.
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