jueves, 5 de diciembre de 2019

Madrid Diferente

Un sueño recurrente, enrarecido. De lugares extraños que nunca cambian, siempre son los mismos. Un sueño de viajes. Pero este viaje es a un mundo coherente, peculiar..., demasiado parecido como para no haber usado los retazos de mi memoria y así construirlo. Pero, por otro lado, ¿cuál ha sido el objeto de esa construcción? ¿Por qué han necesitado esos arquetipos emanar de mi estresada mente?

Me conozco muy bien, y si algo no encaja..., es que no encaja.

De mis viajes al mundo de los sueños, anoche visité mis recuerdos de una manera que se escapaba a lo convencional y, al mismo tiempo, no dejaba de tener algo de sentido con respecto a mis vivencias de joven.

El comienzo del sueño empieza yo viviendo en Madrid. Entonces yo era una especie de asesor político, que era consultado por todas las fuerzas - ya sea de izquierdas como de derechas. En ese "Madrid" el que fuera candidato de la ciudad era el equivalente a ser el presidente del país; y para ganar la embestidura debía superar un sistema de votaciones que coincide con la manera que tenemos de elegir el presidente del Congreso... Todo muy acorde con estas fechas.

En esta realidad alternativa estaban hablando de cómo habían salido las votaciones y, por alguna razón, había ganado Arrimadas. Todo parecía muy surrealista, y mis afines políticos parecía que me querían echar a mí las culpas - cuando son ellos mismos los que tienen que trabajarse el ser convincentes.

Así que me convierto en una persona supuestamente perseguida. Parece que me convierto en esa transición en un sujeto odiable. Al volver a casa, al parecer vivía con una pareja que sí que eran incluso más activistas que yo. Ellos querían llevar a cabo un auténtico acto subversivo inoculando una sustancia a los barrios bajos, para que los que vivían allí en vez de droga tuvieran un placebo..., ahora bien. La cosa se va complicando, el sueño supera a la realidad y cuente lo que cuente me voy a quedar siempre con la sensación de dejarme más de la mitad de las cosas.

Con el fin de cumplir un recado, decidí hacer algo que me gusta mucho: no utilizar vehículos impulsados, evitar las multitudes, valerme de mi propia fuerza para ir de un lugar para otro. Tenía que ir al supermercado, podía perfectamente ir andando durante kilómetros y kilómetros, dejando pasar las horas, observando el trayecto..., ¿para qué ir más rápido? Sin embargo, debido a que tenía prisa, tenía que recorrer Madrid Diferente en bicicleta: así podría suplir el encargo en un día tras ir al supermercado, antes de que anocheciera.

Madrid Diferente es un lugar que he visitado varias veces. Por alguna razón, albergo muchas anécdotas y recuerdos sobre cómo me pierdo en esa ciudad..., cuando en realidad en Madrid nunca me he perdido. Y anoche, por alguna razón, incluso recordé cómo acabé en una playa y una especie  de tiburón - que no era un tiburón, éste era de una especie muy diferente, estuvo a punto de devorarme y, al no hacerlo, todos los bañistas me observaron como si hubiera hecho un milagro... Es decir, la gran cantidad de historias que se podía contar de un sueño tan denso llega al extremo de que me sorprende de que no se me olvidaran la mayoría, cuando sospecho que sí.

El asunto es que yendo en bicicleta la ciudad siempre estaba en obras y, por alguna razón, no podía moverme por esas obras debido a los peligros que entrañaba (quizá esto lo haya sacado del mundo del videojuego Man stranding). Así que me vi forzado a ir hacia el centro por las afueras, yendo por el campo. Y es ahí donde me colé en la madriguera de conejo...

Obviamente lo de la madriguera es una forma de hablar, porque lo que hice fue salir campo a través. Y, sabiendo qué peligros entrañaban esos sitios, en una ocasión atravesé una población que en mi mente era "un barrio bajo". Esa población estaba apartada de la ciudad, y necesitaba cruzarla para llegar a mi objetivo. Sin embargo, había una peculiaridad, ese pueblo tenía el estilo de los barrios tipo China Town. Y,  considerando que en Cartagena tenemos la Algameca Chica (Algameca achica), que la última vez fue inundada de agua, símbolo del liberalismo, ahora tenía mi representación de ese lugar en mi sueño.

Mientras iba en bicicleta sin parar, veía hombres metidos en cajas, que eran como televisores. El interior de cada televisor estaba lleno de agua, que era donde vivía cada una de esas personas. Esas personas no salían de su caja. El estado les había inhoculado una droga para que no salieran de sus cajas. Y los activistas con los que vivía, querían despertarlos de su cárcel. Algo que en Madrid Diferente era considerado terrorismo.

Yo no era bienvenido allí, y los que allí estaban, si pudieran salir de sus cajas, se habrían puesto muy violentos conmigo. Tuve la suerte de que ese lugar lo pasé muy rápidamente, parecía que me conocían. O, simplemente, no era bienvenido en ese territorio outsider.

Mientras seguía pedaleando llegué al siguiente pueblo. Era otro realmente horrible. En el siguiente encontré muchos hombres metidos en cajas de cristal. Ellos podían abrir tales cajas mediante una tecnología que nos  resultaría extraña: el cristal se abre desde dentro para dejar pasar el aire. Sin embargo había una peculiaridad: esos hombres en cajas de cristal no tenían ningún líquido, no estaban bañados en su droga y, a diferencia de los de China Town, éstos vestían con corbata. Parecían más como de oficina.

Al atravesar ese pueblo uno de ellos me miró, abrió su ventana y sacó su mano para intentar llamarme la atención. Pero por supuesto no me fie. Seguí pedaleando como alma que me lleva el diablo y, éste, como sin asumir su celda, observó cómo el cristal se cerró dejando su mano fuera. Y, no solo eso, nada más cerrarse el cristal la caja de cristal volvió al subsuelo. En mis adentros algo me decía  que esos automatismos provocarían que ese hombre muriera desangrado, y sin que él lo supiera.

Mientras pedaleaba no podía evitar hacer los juicios comparativos. Yo vivía en una especie de villa rodeada de plantas, incluso trepadoras, con jardín... Vivía en comunidad porque no necesitaba ningún rincón para mí, pero esta gente había elegido ese tipo de vida.

Al llegar al centro, después de muchas horas, observé que debía de dar la vuelta en redondo - radicalmente. Habían unos sujetos que querían darme una paliza. Sospeché que podría ser por haber ganado Arrimadas. Sin embargo, al llegar los liberales al poder, siendo un enemigo declarado de esas cárceles, me auguraba un destino peor que las luchas callegeras. Podían encerrarme por tener las amistades que tenía.

En cualquier caso, si bien podía enfrentarme contra todas esas hordas, para luego entrar a comprar, lo que no podía hacer era dejar la bicicleta - porque podían pagarlo con ella. Recuerdo que ese centro tenía un sistema de accesos complejos para meter vehículos, pero nunca entendí ese sistema laberíntico. Podía estar cualquiera horas aparcando el coche dentro del centro para luego hacer una compra de unos diez minutos. Era un sistema que nunca entendí.

Así que me desperté después de haber girado en redondo mientras los "indignados" me perseguían para darme caza. Me daba la impresión de que en ese mundo ya no tenía aliados. Había pasado de ser reconocido por todos, llegando incluso hasta la veneración milagrosa, a ser perseguido y odiado por todos.

Me desperté con esa extraña sensación de densidad inexplicable. Experiencias extraidas de lo que conozco, eso está claro. Pero el mensaje..., la necesidad de constituir ese modelo, de relajar los hechos para encajarlos de esa manera, eso es  lo que no entendí. Y sospecho que nunca lo entenderé.


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