lunes, 2 de diciembre de 2019

Creí que no me pasaría

Esta mañana acabo de revivir una experiencia pasada. Juraría que ya escribí sobre ello, que ya me lo quité de encima. Aún me queda mucho por investigar.

Anoche volví a dormir con un sueño tremendamente profundo y reparador. Era uno de esos sueños que rememoraba mis largas caminatas entre poblaciones. Incluso uno de esos sueños suele ser una larga caminata de muchísimos kilómetros sólo para llegar a una zona de playa, cuando podría usar un coche - cosa que prefería no hacerlo. Al terminar esa clase de sueños, sueños en los vivo la experiencia de andar y su correspondiente fatiga, vuelve mi cuerpo a estar un poquito más en forma, mejoro un tanto mi salud.

Creo adivinar porqué suceden. En mi caso, si me pongo mantas de más y no me he secado después de ducharme, entonces da la impresión de que estoy sudando y, de ahí, es posible que mi cuerpo rememore esa clase de experiencias.

Sin embargo, al llegar la mañana, me vi envuelto en un recuerdo que me atormentaba. Volví a recordar el momento en el que en la universidad lo que ponía en las actas no encajaban con las notas, o había chanchullos por parte de alguna secretaria.

Han pasado muchos años. El hecho de que se me discriminara es algo que debería de ser agua pasada. Esa chusma seguro que estará gustosa y deseosa de saber que aún existe algún efecto postraumático a todas las agresiones psicológicas y sociales a las que me vi sometido (al margen de las vejaciones físicas). Mi cerebro emitía desde el frontal una sensación de alivio rememorando cómo le exigía explicaciones a un profesor, así como a otro, por esos dos casos que tenía en mente. Ninguno de los dos le daría solución, desde mi punto de vista, pero si no me enfrentaba...

Y ahí estaba yo, en la calle, un hombre se me quedó mirando mientras veía cómo me agitaba solo. Pero luego pensé que este pensamiento supuestamente ya lo había desechado... Eso creía. Lo que ya no sé es si con esta exposición podré sancionarlo todo: es un beneficio que no me beneficia, el cerebro no debería de emitir sensación de motivación, se supone que no hay nada que aprender de entonces.

Sólo un mensaje: "lucha". Como diciendo: hay motivos para seguir luchando. Pero  eso es un sesgo: en ocasiones es pura locura. Es un instinto que tenemos y que nos hace creer que vivimos en una  democracia. Si cada vez la meritocracia se aparta más, y va cediendo el puesto a las oligarquías y sus "hermandades", entonces la democracia no cabe.


Esto me ha recordado el discurso de Greta Thunberg. A ella le han enseñado que si hay algo que es una completa demencia lo que tiene que hacer es decírselo directamente a los dementes. De antemano la acusan de no decir nada que no sepan los demás, ella lo sabe. Además la acusan de desarrollar temas de lo que tampoco es experta, también lo dice. Digamos que para mí Thunberg se ha convertido en una representación de lo que motiva la lucha. Es decir, ¿tiene sentido escuchar el mensaje que lanza mi cerebro o debo reprimirlo? No hay más que ver cómo hay mucha gente que está segura que Thunberg no hace ninguna clase de función.

Sin embargo se equivocan. Mi cerebro puede que no sea como las grandes élites - o puede que sí. Cada vez que Thunberg grita "how you dare!" lo que nos  está diciendo es: ¿cómo consienten que la lucha se quede en palabras vacías, en discursos sobre cambio climático, y no hacen absolutamente nada? Es como la violencia de género: si reconocen que están matando a mujeres, ¿por qué os importa más la propaganda de que tenéis razón para aseverarlo que la corroboración de que los mecanismos elegidos van en la buena dirección?

En el fondo todo esto no es sino una acusación del aumento de morbilidad por violencia estructural de la que se tienen que hacer responsables los principales cargos políticos. Es decir, hay gente que muere por una violencia estructural: como la contaminación en las ciudades, los suicidios y la violencia individual. Por ejemplo.

De hecho, la contaminación no distingue entre hombres y mujeres y es la que más víctimas mortales se lleva de las tres que he mencionado. Al ser estructural significa que hay decisiones que se adoptan en el marco político y que son ignorados por completo: quien muere poco a poco es como si no muriera.

Otra cosa es que, encima, la mayoría de los suicidios coincida con la mayoría de los que acaban en la indigencia en un mundo donde el varón no recibe rentas, sino que las paga por ser varón. Entonces es cuando unos señores con corbata nos dicen que ese tipo de cosas no son tan importantes: la vida sigue, aquí todos somos independientes y podemos hacernos con el rumbo de las cosas ¡Vaya consejo más pésimo!

La violencia estructural está pensada contra las personas que no van a hacerse con el rumbo de su propia vida. En nuestra sociedad occidental, el machismo ataca mortalmente a los hombres incitándoles al suicidio, pero también atenta contra los hombres en materia de ser víctimas de asesinato. Incluso es un varón el que esperamos que nos salve (y es normal, si éste es el más fuerte estadísticamente hablando) cuando hay un conflicto urgente; por lo que nuestra civilización le otorga al varón un papel de afrontar su propia vida frente a la mujer: es así como piensa el Patriarcado - y es un sesgo absurdo cuando se impone sin una motivación racional. Se puede convertir, de hecho, en pura violencia estructural.

Pongamos que vas andando por la calle y encuentras a un tipo que ha tirado a una señora al suelo y parece como si fuera a patearle la cabeza, todo para quedarse con su bolso. Con las mismas se pone a la fuga. Supongamos que tienes capacidad para darle alcance y arrebatarle el bolso de dos movimientos: uno para zafarse y otro para reducir al agresor. Debido a alguna clase de dolencia, el agresor muere en dos golpes ¿En qué clase de sociedad se podría catalogar al homicida de este tipo un agresor? El agresor es quien promueve la violencia, teniendo la capacidad de evitar esa promoción y no haciendo nada se es realmente violento.

¿Cómo sería una sociedad donde una persona débil es raptada en mitad de la noche y unos transeúntes deciden ignorarlo? Pero no por miedo a lo que les pueda pasar a ellos, lo cual es muy humano, sino por la moralidad y decencia de dejar que sea la policía la que se encargue, lo cual es monstruoso.

¡Cuántas veces he decidido no luchar porque no era mi lucha! Porque consideraba que la policía tendría margen para maniobrar y actuar. O porque no me constaba de que hubiera realmente una agresión.

Dos adultos conejeando en mitad de la calle ¿Es eso una agresión? Quizá no sea el lugar idóneo, pero sólo porque sean unos posibles guarros a mí no me corresponde ni juzgarlos ni suponer que hay violación. Que sus apetencias morales no encajen con las mías no implica a que deba estar presenciando un acto tan perverso.

Sin embargo, ¡cuántas veces se ha visto en televisión situaciones que deberían de estar bajo control y, sin embargo, no se actuó con un ojo activo y avizor! Hay veces en las que no pasa nada: como cuando Pablo Motos le cortó la cabeza a Dani Martín. Como no se la cortó no pasó nada. Pero por televisión yo VI cómo Pablo Motos (en realidad era un colaborador, pero por motivos de responsabilidad subsidiaria televisiva le corresponde a Pablo Motos) le cortaba la cabeza a un cantante ANTE un público infantil. Y eso no me lo va a quitar nadie de la cabeza.

Otras veces vemos que pasa como en Gran Hermano, y muchos, cuando teníamos algo de repercusión lo decíamos insistentemente: sobre ese código deóntico. Usábamos ejemplos, casos..., imagínese que metéis las cámaras en una casa, a Ricky Martin en un armario y al salir de golpe al escuchar a la niña, ésta esté con las piernas abiertas dándole de comer a un perro mermelada. Estos ejemplos nos dicen que con una cámara no se puede nunca nunca nunca actuar como si no se tuviera una cámara. Y menos aún emitiendo en directo. O dirigiéndose a un público que busca morbo.

Así que creamos una situación conflictiva donde una comunidad vive en una casa con unos perfiles controlados para que generen polémica y resulta que, al mismo tiempo, si uno de ellos se deja llevar por sus instintos más primitivos la dirección acaso,  ¿no le va a dar tiempo para maniobrar? ¡Y UNA MIERDA!

Por eso en televisión existe un código que tienen que cumplir los que dirigen un programa. De la misma manera que cuando se dirige un evento ecológico también hay un mensaje que transmitir al resto de los carceleros para que sigan sugestionándose sobre lo maravilloso que es su mundo. Su televisión y sus reglas provocan la indignación de una adolescente que se dedica a elegir qué palabras son las que más nos podrían ayudar a comprender la cantidad de muertos que generan nuestros carceleros. Pero claro..., en estos entornos controlados siempre habrá quien quiera pervertir los datos, y esos gritos de lucha se convierten en una marca moral que va a provocar que Thunberg sea tildada de loca o algo por el estilo.

Por querer luchar, por querer denunciar, por querer frenar la violencia o decir dónde está la jaula..., entonces te llaman loco. Es de locos si es cierto que no consigues nada enfadándote..., y es por eso por lo que la critican, porque parece que todo ese estrés no sirve de nada. Ahora bien, ¿se equivocan? ¿No sirve de nada recordarles a los carceleros que esa jaula que tienen conforma la sugestión de un mundo en el que ellos mismos son también víctimas?

A saber. En cualquier caso, yo espero que mi mente deje de ser tan activa y con ganas de reclamar nada.







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