jueves, 21 de noviembre de 2019

Vuelta al nihilismo y, de ahí, a la comprensión

No he podido evitar darme cuenta de que necesito escribir esto para quitármelo de la cabeza y poder continuar. Es el fin de ciclo de pensar que existan proyectos a mi nombre, que pueda dejar alguna clase de legado, o algo por el estilo.

Que pueda cambiar algo o no en este mundo se había convertido en una enorme tortura que, necesariamente, tenía que acabar en algún momento dado. No es lo mismo imbuirse en la música y escribir, que escribir para imbuir a un sucedáneo del que sepas en tu música, en la que has elegido para ese momento.

Tarde o temprano tenía que acabar por quebrarse...

- Juan Manuel, ya no eres el mismo de antes. Cuando nos acercábamos a tu pupitre nos decías qué investigabas, en vez de esconderlo o decir que no lo comprenderíamos. Entonces te sentabas en la primera fila y siempre ibas a clase. Has cambiado, ahora eres más siniestro y lo que haces en la universidad no es coherente.

No, no lo era. Mi compañero tenía en una cosa razón.

- Ciertamente, la universidad ha sacado lo peor de mí.

Me había hecho creer que una persona podía cambiar las cosas, que podía haber Justicia.

Pero no, lo que existe son los poderes fácticos. Poderes que no saben que pende su vida de un hilo. Porque algún día ellos serán los siguientes; de un día para otro, y de una muerte horrible, tendrán que asumir un futuro que ignoran por completo. Otros pequeños exclavos componen los amos del mundo. Esos que hacen cuanto quieren y se vuelven locos por tener más y más, una ambición que genera un hedor característico..., porque sí, señores, eso HUELE. Huele a kilómetros. Es materia orgánica perceptible por gente que ha sido capaz de ser consciente donde el ser humano optó por cegarse.

De vez en cuando esas feromonas pululan por el ambiente, sus restos orgánicos albergan cánticos eléctricos que se condensan con un esquema cromosomático que permite la circulación eléctrica. Entonces las mismas personas excitan a las mismas personas, pero están ciegas de ello, se autoinfringen ambiciones, sexo, pudores... De hecho, ¿dónde queda la sororidad? ¡Qué asco! Siempre la había llamado neurosis. Cada secuencia tiene su significado y su lanzamiento.

Como un titiritero van saliendo los hilos que pululan por el aire, ¡ay de aquél que gobierne los vientos, porque con ellos gobernará las mentes!

Como si fuera objeto de un experimento, he llegado a poder comprobar que cuando pienso en rugidos (con las tres técnicas que me serían necesarias) entonces si las personas que tengo cerca están contentas automáticamente se ponen a reir..., no tengo plena constancia científica de ello, pues para ello necesitaría una buena prueba de ciego, pero sospecho que el pensamiento puede alcanzar los tres metros..., o incluso más allá. De una forma o de otra estamos mucho más interconectados de lo que la gente se cree. Y algunos podrían, de aprovechar la técnica, incluso motivar pensamientos que algunos considerarían propios. Por muy profundos que estén o, más bien, especialmente los más profundos.

De ahí la necesidad de que el ser humano haya tenido que evolucionar, a diferencia del resto de los animales, ciego de tales maneras de manipulación ¿Cómo habría sido si hubiera sido capaz de entender el origen de lo más profundo de su alma? No lo comprendería. No lo merece. Nadie.

Miro a mi alrededor y pienso: ¿qué clase de mundo es éste? No soy quien vive peor, pero hay a quien le regalan los másters - y yo no tengo ni derecho a que me evalúe un juez si perdí o no mi derecho a ser evaluado; ni el defensor del pueblo, nadie. Y cuando al rector lo pillan con el carrito de los helados en su prevaricación, lo convierten en concejal; la mierda se recicla, y vuelve a usarse en otros cargos. Es la promesa del sistema que se ha elegido, con el que vamos a tener que vivir.

No tengo fe ni en los más grandes proyectos. No los veré crecer. Nunca he visto nada crecer, sólo he sido testigo de enormes talentos. He sido testigo de grandes corazones. Y sólo puedo decir que un sistema sólo puede refundar su capacidad para sorprender si es capaz de criticarse a sí mismo. Quizá EEUU haya conseguido hacer algo parecido, hasta que Trump se puso a prohibir las estadísticas, como viene haciendo España con las víctimas de violencia de género; cuando éstas no encajan con lo que quieren.

Escuchar el testimonio de una mujer tutelada por estas asociaciones ideológicas y que no se vean por lo que son: son los nuevos conventos. Tener que escuchar el testimonio real de gente que, supuestamente, está siendo abrazada por los avances sociales y la evidente falta de feedback por la sencilla razón de que todos sabemos que está prohibido. Está prohibido hacer estadísticas; como el genocidio de latinos en EEUU. Para algunas cosas el homo sapiens no es más que una bestia. Y no aprenderá nunca.

No sirve de nada ser sistémico. Creo que eso no me ayuda. tampoco creo que esté pensado para ayudar a nadie. Si pongo anuncios google me los revoca con absurdeces, mentiras..., o no me acepta un blog que es mío como mío..., siempre una jugada, una estupidez, poner techos de cristal. A mí no me vale. Sé muy bien lo que pasa. Ya  no me creo nada. Y no me vale la pena, por tanto plantearme como blogger. Ni como nada. No hay motivos para nada. Este mensaje es el único tranquilizador para cuando se es consciente de la clase de mundo que dejaré (o dejo, según se vea).

Pero que nadie se preocupe si se lee esto con algo de dramatismo. Que se lea con nihilismo. Es la muerte de la esperanza, no de la vida. Es la muerte de las ganas de luchar, no de la necesidad de vivir. Es como si cualquier mensaje de ánimos ya me sonara a infantil, ¿para qué? ¿por qué? No se lo creen ni ellos mismos. Es muy fácil fingir - pero los hechos, eso es lo que importa: es pura suerte, oportunismo y que no tengas a un imbécil encima que quiera destruirte. Que no seas ese elemento al que acosar hasta su destrucción como se demostró OBJETIVAMENTE en un juicio hacia mi persona y el juez sólo dictó unas órdenes de alejamiento que se demostró OBJETIVAMENTE que nunca se aplicaron. Justicia..., farsa judicial.

Y todas esas empresas que se dedican a dar premios..., a periodistas, por supuesto. La ciencia se queda al margen. Hay un pacto de quiénes son los que deben recibirlo, una hermandad universitaria a la que consultar. Todo una farsa ¿Que de vez en cuando se centren en alguien que merezca el premio? Ni  lo sé ni me importa. Sólo sé las veces en el que otro premio chirriaba demasiado, era demasiado cantoso y, aun con las críticas que recibió, volvió otro año a reafirmarse. Es evidente. Casi que diría que es posible que este mundo sea mejor sin tantos premios; o sin algunos de esos premios de renombre ¿Tendría legitimidad que un país prohibiera la entrada o multara al premiado? ¿Tendría sentido sólo para hacer que el mundo sea mejor?

Son las cuestiones que se hace el nihilista que ha pasado por ser algo más que persona y que se liberó por un momento de sus cadenas. Ahora tengo otras: se llama realidad. Pero las que tenía el superhombre no las tengo ahora: no me queda esa piedad, ni ese amor por la humanidad..., o quizás sí. Será cuestión de tiempo, pero ya sólo puedo abogar por mi integridad moral.

Y debe ser así como lo pienso. Porque, al fin y al cabo, no espero nada escribiendo esto y, al mismo tiempo, esto no es resultado de ninguna reflexión - sino reflexión de aquello en lo que me he convertido.

¿De qué sirve tanta filosofía o tantos libros? ¡Cuántas cosas se han perdido en una vida llena de sabotages y envidias! Y no tienen derecho a ser añoradas, ni esperar de ellas nostalgia alguna. Cualquier forma de melancolía se ha dado por desatada por las cadenas del superhombre. Ahora no me queda nada. O eso anhelo ¿Es anhelo lo que tengo? ¿O no es sino otro fracaso del día a día?

Una melodía que se queda vieja y no resuelta. Nunca he conocido a hombre más viejo que yo. Quizá, de haberlo hecho, me haya olvidado de él. Y esto puedo decirlo porque todos los consejos que recibo los puedo perfeccionar, darles un toque de realidad. Pero no lo haré, porque no tiene relevancia para mí el hacerlo, ni puedo comprender ahora mismo esas ansias.

Este blog lo creé porque Twitter me bloqueó y eso me revolucionó mi mundo social. Ahora me doy cuenta de que mi verdadera revolución no la haré con personas, porque las personas no están abocadas a relacionarse conmigo - salvo en lo más mundano y simple ¡Cómo me gustaría poder separarme de aquello que me sigue infundiendo dolor! No hay mayor dolor que ser dependiente. Y ese quiste lo seguiré teniendo para mi desgracia porque el mundo que conozco es demasiado caro para las mayorías. Porque para poder mantenerse en la ola hay que gustar de vivir de los demás o haber tenido suerte a la hora de ser evaluado.

¡Esta ha sido mi ruleta rusa!

Y lo escribo como lo siento. Tal vez este camino sea el más corto para que se apacigüe el gran dolor auténtico que siento desde que tenía ocho años, y que sigue haciéndome tanto daño hasta los cuarenta y dos; mientras la gente sigue riéndose de gente como yo que no sale del seno materno - como si quisiéramos, como si fuéramos unos vagos, como si nunca nos lo hubiéramos planteado... Yo digo: es más como si hubieran descubierto qué es lo que más querría y eso, justo eso, es lo que le quieren arrebatar. Jugar a la posibilidad de que puedan arrebatarle su ÚNICO sueño. Lo único que le duele. Intensificando su dolor al máximo para sentir esa sensación de poder.

Eso sí que es odio. Y los que hayan formado parte de algo así, lo siento por sus almas.




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