martes, 17 de septiembre de 2019

Trabajo público, trabajo privado

¿Cómo sería considerar la existencia de una persona que no tiene rival en el cuerpo a cuerpo y que sea capaz de crear las máquinas virtuales más eficientes? ¿Cómo sería plantearse que es capaz de llevar una vida repetitiva soportando temperaturas extremas si formara parte de un sistema no meritocrático?




La moral relativista, el positivismo, no podría explicarlo: ¿por qué no me he convertido en un asesino en serie? Ese supuesto determinismo circunstancial se queda en la nada en cuanto lo contrastamos con la realidad. La psicología no puede permitirse el lujo de incorporar preceptos éticos, no desde mi punto de vista, porque perdería su lenguaje científico - precisaría incorporar una enorme cantidad de postulados.

Me lo vuelvo a plantear: si soy consciente de que es imposible que yo inicie un proyecto sin que caiga estrepitosamente por no hacer gala de aparición de un mercado, porque la inversión inicial se presenta desproporcionada comparado con los negocios vigentes que encarecen los paquetes de servicio pequeños, porque el consumidor ha adquirido ciertos grados de exigencia que requieren empresas constituidas por paquetes mucho más globalizados que impiden comportamientos espontáneos en la sociedad..., ¿entonces?

Es cuestión de observar qué he estado haciendo: he resuelto los problemas más fascinantes que se me han cruzado por delante, también he caído en otros tantos. Y me consta de que mis resultados funcionan igual que si construyes un coche volador y se poner a volar, entonces en cuanto a que lo usas nadie puede negártelo.

Pero luego descubro que, incluso entre los más interesados por conocer tales resultados, aquellos que sacarían provecho profesional y personal, nada..., no les interesa. Es como una de esas películas de miedo: una de esas en las que descubres que la sociedad se comporta como zombies, les han abducido el cerebro y no actúan con normalidad, con ética. Han perdido su Humanidad.

¿Y qué hacer cuando estás rodeado de muertos vivientes? No llamarles mucho la atención. Podrían agredirte, anularte..., convertirte en uno de ellos.

Me pregunto cuántos habrán como yo.

Están esos concursos que se hacen por Internet. Basados en la cultura de EEUU y conocimientos de programación: sigues unas pistas y das con alguien que, al menos, es tan listo y culto como tú.

O esos concursos en los que te ponen a prueba tus conocimientos de programación..., son como pasatiempos. Ya tengo los míos propios. En una sociedad apocalíptica, ¿te vale la pena conocer gente que intenta también sobrevivir?

Me llegaron a ofrecer unos informáticos un hogar en Valencia..., pero me parecían demasiado hippies. Si yo me hiciera hippie, preferiría algo más sincero. La falta de trasparencia y previsión me parece irresponsable y, de ahí, un problema de honestidad.

Pero he tenido que transformar mi forma de ver el mundo. Ahora ya no respeto lo público. Sigo siendo comunista, pues las convicciones no se pierden, lo que se pierde es la ilusión de vivir en un mundo meridianamente decente. Así que, sin instinto, me toca mercantilizar mi trabajo.

Sin ir más lejos, hace poco resolví un algoritmo que cuando era más joven me parecía una quimera. El ser capaz de hacer eso me podría habilitar para que pueda crear exámenes automáticos de lengua, traducciones... Al menos corregirlos. Aunque tampoco sé si me comprarían el producto. No sé si desarrollarlo..., ni para qué: pan para hoy, hambre para mañana.

Ser capaz de hacer cosas no significa nada: yo conozco a una persona que podría aceptarme la compra de esa clase de productos, pero no tengo cartera de clientes.

Además, el trabajo público me obligaba a tener que justificar todo lo que hacía, a decir en qué me basaba, explicar el desarrollo..., al pasarme al trabajo privado ya no tengo que hacer nada de eso: me creo una interfaz y a correr. Cuando intentaba publicar me obligaban a tener que ofrecer el producto final, en la práctica. Pasarme a lo privado me ha simplificado mis tareas..., mientas se constataba la tesis de que sólo trato con descerebrados.

Cualquiera lo puede pensar: el journal que publique el bombazo de mis máquinas romperá todos los esquemas. Pero si el journal no es muy conocido entonces todos se pondrán de acuerdo para ignorarlo. Sería como ver un OVNI, en este caso: un Trabajo Publicado No Reconocido.

Por eso me siento terriblemente identificado con la causa OVNI. Es el mismo fenómeno: me obligan a ocultarme. Me obligan a crear objetos fuera de nuestro tiempo. La ciencia oficial es estúpida, no tiene capacidad para desmentirse, para asombrarse. No es honesta.

Por pretender publicar y dar a conocer mis resultados he gastado ya todos mis cartuchos sociales; por querer independizarme y hacerme autónomo ya no tengo ni amigos ni contactos ni ninguna forma de ampliar mi mundo. Una persona que no tiene a nadie, ni nada, ¿cómo va a iniciar un proyecto social, como lo que es una empresa? Obviamente no puede.

No tengo instintos para convencer a ningún amigo; tenía uno, le surgió un proyecto y no me invitó a irme con él. Para las personas que me conocen yo soy invisible - completamente. Lo malo es que, por desgracia, soy recordado por las personas que tienen obsesiones conmigo.

Un mundo nada halagueño.

El mundo en el que vivo pende de un hilo muy fino: ni avanzo ni retrocedo; en cuanto ocurra cualquier desastre..., ¿qué me impide volverme loco y empezar a perseguir a los funcionarios que me llevaron adonde me encuentro ahora? Mi recompensa sería una renta, un techo y la despreocupación por vida de no tener que comer de un contenedor - mientras los periodistas sigan negando que eso suceda.

"Si tú quisieras podrías trabajar en el campo"

Por decirme eso podría enemistarme incluso de mi madre. Esas mentiras asquerosas que tienen muchas personas: sólo se publica en prensa las afirmaciones que sigan repitiendo la mentira que el periodista quiere escuchar. Como la idea de que quien vive de okupa es porque no quiere trabajar: es un hecho de que para conseguir ser okupa antes hay que adquirir experiencia como tal - en una sociedad absurda, que no es meritocrática, sólo se puede conseguir experiencia mediante el parasitismo; y los okupas más expertos serán los que no gusten de trabajar - pero sus seguidores ¡anda que no buscaron trabajo! La mayoría abandonaría ese mundo en cuanto le den unas escaleras por barrer... Pero la gente quiere seguir con su misma mentira.

Dime en qué has triunfado y te diré dónde has robado. No me gusta este mundo, y no le puedo tener respeto a sus leyes.

 


 

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