jueves, 19 de septiembre de 2019

La puesta a punto para llegar a lo OFICIAL

¿Queréis escuchar una supercrítica musical? Y ya de paso hablo de la muerte de la izquierda..., ¡anda que os quejaréis con la de consejos gratis que doy en este blog que no lee casi nadie (solo somos gente cool)!


 
Vamos a intentar darle fuerza esta mañana con una reflexión progresista antiprogre..., sin mareos ni titubeos extraños de tipo con ganas de manipular.

Me encantan los youtubers de "Destripando la historia", desconozco si el consejo que voy a dar aquí lo saben de primera mano; pero si hago esta carta pública no es sino para desahogarme contra los partidos de izquierda.

Resulta que lo que más peta en Youtube son los influencers que, cuando incorporan sus propias melodías, lo hacen incluyendo un plan gamberro. Pero, más en concreto, como si fueran parodia. Las canciones parodia conforman un enmascaramiento musical que hace que la gente no te tome demasiado en serio..., ahora bien, vamos a entrar en profundidad, porque lo que digo obviamente no se puede quedar así.

Hay youtubers que son como dalas o jpelirrojo, y hacen música seria, y otros que son como zorman o la mayoría, y hacen música parodia ¿Por qué ubico a Destripando dentro de la música parodia cuando en realidad es una música educativa? Bien, por eso mismo exactamente: porque la música que tiene por objeto algo diferente de dejar un mensaje o crear un ambiente es una música meramente figurativa.

Es decir, si el objeto de la canción (según mis clasificaciones personales) es enseñar a la gente historia, o contar algún suceso o noticia..., entonces la canción pierde su fundamento más importante.

La música se divide en dos tipos: la que tiene mensaje y la de cámara. La que tiene mensaje nos cuenta una historia, esta historia tiene un efecto ético en la gente: es atemporal. Si no incorpora herramientas atemporales entonces la música no entrará. 

La de cámara no funciona así. De hecho, la crítica que recibía un famoso músico (creo que era Strauss) era que cuando tocaba el piano en los restaurantes sus piezas tenían demasiado significado (en vez de ser música de cámara era música con mensaje). La música ambiental es a la poesía lo que la música con mensaje es a la narrativa. El objeto de la música de cámara es crear un ambiente, un entorno que haga factible la acción principal visto con los prismas de la música. Es decir, es como si la música ambiental fueran las gafas con lo que vestimos el mensaje principal de lo que hacemos: estamos comiendo con los amigos y escuchamos un piano que no nos obliga a desviar nuestra atención...

Cuando tenemos una música con mensaje lo normal es descubrir en ella unos ambientes y ritmos que permitan constituir la historia. Sin embargo, cuando la historia está a medio hacer, la sensación es de que a la música le falta algo. Si le ponemos de más a la historia entonces se le salta al autor la sensación de que está haciendo algo vergonzoso..., está contando como demasiado. Así que el secreto del éxito está en descubrir qué dices, qué ocultas con figurismos, que evitas a toda costa, que intentas repetir hasta la saciedad y, por encima de todo, estar muy seguro de ti mismo sobre el sentido de la vergüenza.

Cuando no se tiene bien consolidado el sentido de la vergüenza, el sentido de la moralidad, es imposible hacer buena música. Es decir, la gente mala hace mala música. Aunque hay que considerar la maldad desde el punto de vista de la moral (lo que no existe), que proviene de nuestra cultura, un sujeto de ética reprobable puede suponer tener enormes complejidades a la hora de definir su compleja moralidad.

Tenemos el caso de Aaron Carter, un ejemplo perfecto de niño que es llevado a la fama y que, de mayor, esa fama combinado con las malas compañías (su mánager) le llevaría a tener una infancia difícil y, al volverse amoral, a que por estas fechas su hermano mayor haya solicitado una orden de alejamiento contra él por amenazas de muerte.

Los niños que se hacen famosos son muy difíciles de criar, porque su comportamiento cambia y, con él, una perspectiva difícil de controlar..., bueno, ¿pero qué tiene que ver esto con la política o qué clase de consejo se supone que estoy dando a los youtubers?

Hablo de la mascarada. Cuando vemos a un grupo serio como Estopa observamos esa misma letra gamberra, pero es seria - no es parodia. Cuando vemos a un grupo serio como Mecano, su canción sobre los héroes de la Antártida es muy educativa, pero el objeto no es hablar sobre lo que ocurrió en esa época - de los matices hay un mundo sobre la verdadera crítica que supone la canción.

Lo mismo podemos decir de Pla, que parece una parodia de lo que es un cantante o un famoso, pero en realidad es una estrella de tomo y lomo (al margen de sus vaivenes políticos o asuntos en los que no me meto).

Lo que hace que una canción sea parodia no es que esté mal cantada, como ejemplo tenemos las parodias de José Mota, que tienen una calidad supina. La canción de entrada de su programa, sin embargo, no es una parodia. Aunque la mejor canción de entrada de programa televisivo creo que es y siempre será el "Viaje con nosotros" de Gurruchaga, una canción muy pero que muy seria sobre lo que va a ser el programa que van a ver esas personas.

Las feminazis de hoy día bien podrían aprender de la seriedad de las canciones del joven Gurruchaga, que parecía un auténtico psicópata cantando..., claro, la seriedad de visualizar lo que es un psicópata - que no es lo mismo de serlo o fomentarlo. Primero lo vemos, luego denunciamos lo que esté tipificado, en cuanto a que lo reconocemos.

Las canciones serias ayudan a luchar contra la incultura de un pueblo salvajemente numeroso lleno de las complejidades de las grandes masas. Cuanto más somos más necesitamos preveernos de los embaucadores.

Y es aquí donde quería llegar. Los partidos de izquierda han decidido parodiar la idea de lo que es un partido político. Con las mismas diseñan una plataforma política, algo no muy serio, y dejan a alguien al frente. Cuando esto mismo lo hace la derecha parece que no importa porque, al fin y al cabo, ellos defienden lo reaccionario - algún día la derecha defenderá el progreso..., eso solo sucederá mientras los progres sigan dirigiendo el discurso hacia atrás y, por tanto, la historia conocida sea la que decida el curso de los debates (que es lo que está pasando ahora).

Sea como sea, siempre hay aspectos donde la derecha no podrá dar demasiadas lecciones de progresismo porque estructuralmente llega hasta donde llega: el verdadero objeto del conservador es que no le toquen las cosas a su familia, a su estructura más directa. 

En una ocasión me dijo un taxista que a él no le parecía mal que los políticos enchufaran a familiares y amigos, porque eso mismo es lo que él haría y todos, yo le corregí: para mí (para alguien de izquierdas) todo su país (todos, internacionalmente si fuera posible) es su familia. Llegar al poder significa anteponer los deseos de todos al de los tuyos. Eso es lo que significa democracia - lo contrario supone conformar una secta.

Podría volver a desarrollar la idea de cómo funcionan sectas y dictaduras, pero no quiero desviarme. Cuando un influencer decide crearse una máscara lo que hace es ponerle barreras al ámbito de su obra. Cuando el influencer opina sobre política, como ya comenté hace poco, lo que hace es contarnos una película de miedo (supuestamente real), si lo que nos cuenta recuerda más a una historia de amor entonces hay poca progresía, pocas intenciones de cambio, suena a algo más conservador. Pero también hay influencers que se quedan con opiniones que parodian las opiniones de los demás, critican a los demás por opinar de una manera o de otra... Cuando vemos esto en Youtube se les critica de salseo, de aprovecharse de la fama ajena... ¿Se ve ya por dónde va la crítica política?

Los políticos de izquierda tienen la obligación de olvidarse del discurso ajeno (de eso ya se encarga la derecha, y hay que ignorarla según proceda) y centrarse en la política de progreso, en la planificación allá donde corresponda..., en crear un programa sólido que conforme una estructura que no pueda ser tocada por ningún individuo. Que la ley esté por encima del individuo, el programa por encima de los deseos individuales, que haya un resultado atemporal que marque los ritmos morales de la buena política.

Y si el programa se demuestra que sucumbe en un paradigma insalvable, entonces se crea otro partido de cero y ya está. Que para eso están las urnas.

Acomodar en su sillón a un señor que se dedica a desmontar las ideas de progreso que nacen de su partido sólo tiene un nombre: disidencia controlada, parodia de izquierdas, programa de derechas encubierta, traición...


Nada, espero que os haya gustado esta manera de introducir al embaucador que pretenda dirigir la izquierda.

 

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