lunes, 23 de septiembre de 2019

Relato. Como una gota de lluvia

Cuando no hay necesidad de hablar el silencio se encarga de rellenar los espacios. Nadie sabe si ocurrirá o si no ocurrirá lo que se preveé..., si no pasa bien, y si pasa..., pues también.


 
Todo es como una gota de lluvia. Trasparente y clara ha acumulado potencial para cuando llegue el rocío y baile con él con la madrugrada. En estas noches estivales cualquier atisbo de humedad es algo que se agradece. Pero ya ha terminado el verano y las compañías brillarán en su ausencia, las jóvenes ahora miran en otra dirección, y este anciano acumulará más y más silencios.

La noche se cerró nada más nacer la oportunidad, chapotear y divertirse con el resto de las gotas de agua. Algunas tuvieron la brillantez del chaparrón, otras se endurecieron con el granizo..., sin embargo la infancia que todas las gotas desean es convertirse en un copo de nieve. Un copo ligero que revolotea por el aire y se entremezcla con otros copos. Cada uno, una forma cristalina única sin forma estandarizada predefinida: todos iguales en su  distinción. Un sueño dorado que no todas la gotas que se precipitan pueden permitirse el lujo de ser en su infancia y juventud.

Es cuando llegan al suelo cuando toca madurar, la mayor parte de su memoria conforma la importancia de la caída. Aquello que fuiste supone la trayectoria de tu legado. En charcos separados algunos han creído divisar el océano, donde nadie se distingue. Hay grandes lagunas y ríos donde cae el que se precipita. Hay desiertos donde el oasis agrupará a los suyos. También agujeros profundos donde se sorprenderán ocultos entre las sombras.

Pero la mayoría no tendrá esa suerte, ni tampoco se reagrupará. Hay muchas gotas que serán asimiladas en la tierra, en los animales, las plantas... Devoradas por sus enemigos naturales. Pero otras tantas no le habrán encontrado sentido a su nacer: habrán caído para automáticamente volver. Se precipitaron para rápidamente volver al sol..., y, entonces, ¿por qué caímos? No hay un porqué, no insistas: esos para qués sólo funcionan con los que han podido elegir ¡Qué bonito decir que donde no ha habido elección por parte de nadie siempre hubo alguien que decidió y, además, necesariamente por tu bien!

No hay necesidad de buscar un para qué caer, si luego volverás a ascender. No hay preocupación, ni pena, ni alegría, ni sentimiento alguno..., es como hay que vivirlo: algunas gotas se dan cuenta de ello, y otras simplemente no. Caerán y volverán a ascender nada más caer.

Lo efímero del pensamiento de quien pretende hacernos unos mesías consiste en darle poder a quien no lo tiene, en darle un poder a la fe que nunca tuvo, en gritarle al dibujo hecho en pintura de una oreja que hay que ser positivos..., y gritarle con mucha fuerza e insistencia ¿Es así como funciona la fe en la Humanidad: en dibujar lo que no existe y animar a que sea en ello en lo que se convierta? Funcionaría si la propia Humanidad tuviera al menos imaginación para ser mínimamente humana.

Como una gota de lluvia, se hace trasparente la crueldad de su olvido. En el fondo ninguna se moverá por sí misma ni decidirá allá donde no le corresponda ¿Puede una gota decidir por las leyes que le provocan la caída? Quizá los seres inertes sean las criaturas más vagas de la historia de los entes espirituales. No es que no puedan decidir, es que optaron por dejarse caer ¿Por qué variar ni un ápice su caída?

El ser inercial acumula su potencial, como la gota de lluvia que espera la llegada de la mañana de cara al rocío. Entonces con la humedad de la escarcha sentirá un resurgir de los suyos, y soñarán juntos lo que no pudieron vivir al caer. La mañana despertará la ascensión y muerte de las gotas de agua junto al rocío, para mostrar la única decisión que tomaron contra la inercia: el momento en el que se evaporarán. Algunas gotas aguantan más, otras menos, y cristalizarán todas iguales en su distinción para flotar como nunca cayeron.

Cristales que cristalizaron como una piedra cristalina dibujada en el cristal de una cristalera. Se agruparan unos con otros y trinarán en virtud de la cultura que recibieron al caer, de los dibujos de humanidad que creyeron comprender al chapotear en los charcos, conocer los pantanos, recorrer los pozos y subterráneos... ¡Menudo tobogán! ¿Habéis visto que era eso? ¿Y esto otro...? Para cuando el peso del olvido vuelva caerán de nuevo, algunas serán duras cual granizo, otras ligeras como la nieve y otras, más simples, acabarán siendo como una gota de lluvia.
 

 

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