lunes, 23 de septiembre de 2019

Cuando la TV deja de televisar

Hace mucho tiempo alguien me preguntó: ¿y tú qué preferirías ver? O también, ¿y cómo lo harías? Entonces comprendieron que era capaz de responder, y continuar..., y analizar..., y me hicieron caso.


 
La mercadotecnia es una ciencia. Hoy día ha pasado a la fase en la que sucumben todas las ciencias ante la socialdemocracia: someterse a una ideología; volverse dogmática.

Da la impresión de que el objeto de la mercadotecnia es regirse por los preceptos morales y, a partir de ahí, los anunciantes podrán vender más y mejor. Sin embargo no es del todo así. Cuando algunos no veíamos bien los programas de salseo predecíamos resultados desastrosos y, efectivamente, se observó una cierta tendencia hacia el declive, en ocasiones.

Sin embargo el salseo es fácil y barato. Supone fabricar un producto que es de fácil consumo, porque construye a su televidente - construye a su espectador. Poco a poco lo estuve comprobando: cuando la salsa rosa era algo exclusivo de mujeres, poco a poco los varones empezaron a consumir esa ideología: la ideología de que quien se preocupa de asuntos de famoseo es porque se preocupa de la gente. Las personas que no se preocupan de los problemas de la gente poco a poco se quedaba aislada: no tenía temas de conversación comunes.

Las aficiones, debido a la aparición de la televisión, fue pasando a un segundo plano; el trabajo ya no podía ser vocacional y las conversaciones se trivializaban, con un poco de suerte, para hablar de política o de criminología...

Pero el salseo siempre estaba ahí, junto con la idea de que era interesante saber de la vida de los demás. Que eso te hacía buena persona: veías buenas personas preocuparse de problemas importantes..., problemas que no afectaban a nadie, salvo a los protagonistas, pero empatizar con ellos era como empatizar con los de tu clan. Ciertamente la teoría de la evolución no esperaba encontrarse con espectáculos televisivos..., el homo sapiens se degradaba.

Con los años fueron floreciendo los problemas que algunos predecíamos y de ahí nacieron nuevos canales con nuevas perspectivas; una vez más, volvía a tener opinión en los debates más importantes: siempre volvía a haber alguien que opinaba como yo en alguna esquina - eso me relajaba porque me daba a entender que, por lo menos, habría una señal de aviso para el que procuraba no ser dogmático porque, no hay que olvidarlo, mi postura siempre ha pretendido ser la del agnóstico y la del completo egoísmo. Suena absurdo considerar que en un debate esa posición sea ignorada..., es como si en un debate científico se ignorara la posición conservadora, la oficial...

Pero desde hace mucho tiempo ya he desistido de encontrar la posición agnóstica. Los debates televisivos ya no representan ideas puente, ideas ausentes de dogmas..., ahora solo quedan los aspirantes a tertulianos, que tienen que ser de ideas muy chocantes, siempre coherentes, pero que satisfagan a un sector ideológico - para nada una postura racional.

No lo negaré. En su tiempo me planteé la fórmula del tertuliano. Era un experimento razonable. Pero también introducí una regla de oro: siempre debería de haber alguien que piense como yo; debía existir a un lado o a otro alguien que temple los nervios hacia la posición de señalar los dogmas, los ingenios implícitos, las moralidades vestidas de ética..., el trabajo del Hierofante. Alguien debía estar encargado de cuestionar cualquier aspirante a dios para enseñar una hoja bien afilada, una idea puramente egoísta que superar, un planteamiento científico y racional..., sin eso los tertulianos podrían convertirse en buitres que se aprovechan de las fórmulas televisivas. Creo que de eso me doy cuenta mucho más ahora, después de que viera un poquito más la televisión.

Catalogar a las personas por su ideología para así asegurarse el debate televisivo suena adecuado, pero sin la figura de un Marx camuflado, o de un Nietzsche capaz de cuestionar los argumentos arraigados en la mentira..., entonces los famosetes volverán a actuar de cara a la galería, para así conseguir el aplauso fácil, la algarada..., nadie visita el debate para aprender, ahora se visita el debate para observar cómo alguien afin a ti te da herramientas para que las uses en las redes sociales. Los esquemas cambian.

Y es cierto, esas herramientas podrían haber servido muy bien para acabar con la puñetera salsa rosa, para poder hablar en nuestras comunidades largo y tendido de cosas que realmente sí interesan. Las redes sociales podrían haberse convertido en un mecanismo de entrenamiento para cuando hablemos con los nuestros..., pero no, poco a poco los nuestros son las redes sociales y nuestras comunidades se convierten en el lugar de entrenamiento para tener mejores formas de hacerse influencer.

Son nuevos modelos de sociedad y nuevos retos. Retos que no me corresponden manejar porque estoy completamente fuera de juego. Como ya decía yo siempre cuando formaba parte del 15M: para cada problema existe siempre una fórmula, de lo contrario, si no existiera tal fórmula, el problema lo tendríamos nosotros al considerarlo un problema.

Yo no creo que nos hayamos encontrado con una sociedad insalvable sometida a un nuevo producto. Antes de aparecer las redes sociales ya se hicieron experimentos sociales para comprobar cómo reaccionaba la gente con cosas más intermedias, el hecho de que se volvieran virales daba luz verde para activar productos mucho más puros. Siempre me quedará la duda (porque no lo puedo saber) de si alguna red social sólo es una versión light antes de probar algo más puro, sin edulcorantes... Ya lo intentó Facebook obligando de repente a que todo el mundo pusiera sus datos reales..., para luego venderlos a un partido político - así funciona la socialdemocracia: el mercadeo de la política. Es el único modelo que funciona así. En los demás sería o ilegal o imposible; en la socialdemocracia es simplemente legal, alegal o "ilegal"(en teoría).

Pero estas fórmulas estrictas que incorporaron Facebook recuerda al carácter estricto que incorporan los debates de TV y las noticias: en la medida de que estén demasiado fijados a un esquema ideológico, o que no permita ofrecer herramientas que les sirvan, poco a poco la TV irá perdiendo fuelle. Los anunciantes ya no precisarán de que los preceptos morales tengan que ver con el comportamiento de la sociedad, sino hacia dónde marchan las redes sociales..., por otro lado pienso: ¿puede que me esté sesgando? ¿Puede que realmente exista un mundo exterior enriquecido que sí esté siendo mostrado desde los espacios televisivos y que obligue a la gente a salir y tener una conversación más allá del móvil? Haberlos haylos..., ¿son accesorios, el futuro o son relevantes y el ya mismo?

Escribo por divertirme. Estas reflexiones dudo que sean de utilidad.


Al fin y al cabo hace mucho tiempo que no me veo reflejado en TV... Me pregunto cuántas personas se abstendrán de participar o sentirse partícipes de sus tejemanejes.

 


 

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