Crecer para nada

Evolucionar para nada. Crecer para nadie. Volver atrás. Para qué...


 
Pues adelante no hay nada. Sólo queda volver....

No tiene sentido seguir creciendo como investigador, seguir dando cosas al mundo, a la posteridad, al Olvido..., todo caerá en saco roto, no servirá de nada. Sobretodo cuando el Ahora augura tanto sufrimiento.

Anoche fue mortal para mí. La canción "Nothing matters" no paraba de resonarme en la cabeza, y todo porque obviamente haga lo que haga, consiga lo que consiga, me dedique a lo que me dedique estoy sentenciado. 

Se nos ha vendido que quienes conseguían los más grandes logros conseguirían el éxito. Es mentira. Y además es una mentira que duele cuando el logro que consigues es mucho mayor que lo imaginado. Y es aún mayor el dolor de la mentira cuando de forma continuada vas corroborando que absolutamente a nadie le importa.

Todo es una mentira. Mentira que repetirán porque quieren sentirse mejor así. Pero una mentira es una mentira.

Mientras tanto, te quedas mirando y sabes que no hay nada que hacer. No tienes instinto para dar pidiendo algo a cambio. Nunca has evolucionado así. Te horroriza ser así. El asunto es que ya tengo 41 años y me es imposible deshacer lo que soy sin romper toda la casa.

Saber que tienes razón es una cosa, ser visionario sigue estando ahí, pero es evidente que yo no soy esa clase de persona que puede estar mucho tiempo debajo de un puente: mi mente se enloquece con el aburrimiento, la falta de computación lógica. Y tampoco podría vivir bajo la incertidumbre de hacer mis necesidades por la calle. Es decir, el futuro que veo radica en el suicidio o que me maten. Esto es, porque los albergues son otra mentira.

No veo en absoluto el futuro. Por eso el cambio radical radica en dejar sitio para que mi talento se centre en cosas más mundanas. Algo así como frivolizar mi trabajo en virtud de la clase de mundo que me ha tocado vivir. Ése es el mejor resultado para que mis cálculos tengan sentido. Es decir, si me tocara acabar mis días en la cárcel, sería mejor elegir entre mis víctimas al de mayor estatus sionista posible. Sería un buen final para tanta demencia terrorista.

Tengo, por otro lado, dos ideas de negocio..., crearse una empresa sería factible ya que nunca he tenido amigos como para que quisieran montarse un negocio conmigo. Sólo he visto gente que se quedaba corta. De hecho, el único que me ha parecido decente entre los que compaginaron su negocio con el mío fue el ilustrador de mi libro; pero creo que vio su relación conmigo demasiado estresante como para querer repetir. En cuanto se acaba el dinero, acaba la relación. Triste.

Debo aceptarlo: mi propio negocio. Pero sigo descentrado en querer crecer. No debo crecer. Ya he crecido, soy demasiado grande. No quepo. Un negocio. Dejar de crecer. No sé si tendré mentalidad, mataría por saber qué puñetera mentalidad es necesaria para esto. Estoy demasaiado viejo para estas cosas. Ahora bien, en cuanto pille al sionista de turno...

La democracia sólo se consigue hoy día a hostias.

Por mi parte, si todo lo que voy a conseguir es a través de mi familia y, eso mismo, para mí es indigno, entonces no me queda otra: los servicios sociales no reconocen a las personas que se independizan de su familia cuando no son inmigrantes. Y las ayudas sociales no se conceden por silencio administrativo, además de estar todas limitadas temporalmente - para hacer que los funcionarios las concedan ilegalmente. Es un mundo caótico.

Pero aquí la culpa no será de los funcionarios. Es de la ley.

Virar por completo el barco para centrarme a objetivos menores es mucho pedirme, pero debo hacerlo.

No tengo vida social ninguna, ni arraigo familiar, ni mi negocio me ayuda a despegar, ni consigo ahorrar tanto como lo haría un chino..., y todavía me encontraré al típico hijodeputa que dirá que si no encontré trabajo fue porque no quise (cuando en realidad fue porque no me enchufé), o el que dirá que sucumbí al capitalismo (cuando en realidad todos salimos perdiendo por anular mi tecnología)...

Veré cómo me conciencio. No tengo ni un solo referente que me parezca respetable.