Ayer tuve una crisis

Bien ordenadas las cosas, miras hacia atrás..., aún la cabeza te pide hacer cosas, se lo niegas, intentas ver una película..., la cabeza te atormenta con malos recuerdos...



Esto es lo más duro. 

Ayer tuve una crisis. Una película coreana donde un hombre tenía poderes telekinéticos y el gobierno coreano se había sumido en la corrupción del sistema financiero, los psikópatas y la conspiranoia. Un mundo completamente fuera de lugar y anómalo que me había bloqueado por completo. La realidad de cómo sólo con actos realmente extraordinarios se puede conseguir poner las cosas en orden y, ni aun con esas, nada está como debiera - nada acaba como debiera.

No podemos contentar a todos. El drama persistirá más allá de la mentira, por cruel que sea. Ser un ejemplo para los lacayos que trabajan para los psicópatas nos hace parecer más débiles; como inútiles. Ser un ejemplo de ética coherente, bien puesta, de querer integrar el mundo tal como debe, y no tal como nos convenga..., no entiendo porqué quise ver esa película.

Los recuerdos me atacaban por todos los frentes, no podía dejar de sufrir desde dentro, me ardían las sienes sin sentir dolor alguno. Eran momentos quebradizos, antiguos demonios que llenaban este mundo de injusticias allá donde arrasaban los cimientos de la moralidad. Entonces me daban ganas de gritar, pero no había ninguna herida visible. Todo cuanto observaba era un rencor que algún imbécil, persona sin criterio bien fijado, consideraría un mero berrinche.

No. Ver una injusticia y no sentir nada no es ser adulto. El resentimiento nos ayuda a comprender que somos seres humanos. En ocasiones las personas no se dan cuenta de la clase de mundo que están construyendo, lo que admiten que se construya.

Al final los actos más extraordinarios pasarán de largo, se morirán y se olvidarán; en vez de sacarles provecho - provecho para lo que realmente sea lo más importante, aquello que nos digan los más adecuados para este propósito. El mundo, desordenado, es tremendamente caótico y un pésimo ejemplo de lo que significa sobrevivir.

Sobrevivir es la doctrina del cobarde: de aquel que no tiene coraje. El coraje es algo que es difícil de tener, pero que es el consejo más básico y fundamental a la hora de determinar qué es lo que te frena. Cuando ves que un cúmulo de actos se están amontonando en una dirección llena de odio sólo el coraje es el que nos impulsa a ponernos de frente, o a girarnos para enfrentarnos a lo que provoca dicho odio. El mismo coraje es el que se enfrenta al que presiona, o el que lo ayuda.

Pero un acto de temeridad supone un acto de cobardía: no puedes ponerte en el bando equivocado. Iniciar un conflicto cuando no eres el más fuerte es un acto imprudente, representa una actividad de falta de ética. De hecho, si las personas que se creen las más fuertes descubrieran que no lo son el mundo sería un lugar mucho más pacífico.

El coraje es la fuerza rectora que nos impulsa no a hacer lo correcto, sino a confrontar las acciones que desordenan este mundo. La prudencia, de hecho, como cajón desastre de virtudes no comprende las acciones que exigen más coraje. El coraje es una fuerza de voluntad que impulsa al ser a trasceder a través de su poder. No se trata de dictar a nadie criterio alguno: pues el coraje se puede ubicar en este bando, o ser el necesario para darse la vuelta y descubrir que estabas en el bando equivocado - y actuar en consecuencia.

El coraje no entiende de hermandades, no entiende de resilencias, no entiende sororidades o de racismos encubiertos..., sólo entiende de medición de fuerzas. Es su única arma de precisión objetiva: su poder radica en medir fuerzas para tomar una decisión. El coraje de enfrentarse contra algo que es superior a uno mismo no existe; solo existe el coraje de afrontar los daños que supone enfrentarse a una fuerza que suponga un auténtico sacrificio.

Como el coraje de darse la vuelta y comprobar cuándo uno se equivoca. El coraje de tasar la rectificación y evaluar los daños.

Hay mucha gente que se vale de su cabezonería como para no admitir que ignoran hechos; que no tienen suficiente documentación. Los he estado evaluando por mucho tiempo. Poco a poco lo he estado depurando y comprendiendo. El principal enemigo de su mezquindad es la falta de coraje. No tienen coraje para afrontar el descubrir en qué sentido son unos necios y cómo lo que hacen empeoran la vida de la gente. Su falta de coraje es el poco espíritu que tienen para contrastar sus opiniones, mientras aseguran ser tolerantes y llevar una vida basada en la lectura de documentos que otean a lo lejos o de recuerdo vago...

Bajo perspectivas mezquinas generan una perspectiva moral superficial que les funciona pero, al igual que sucede con los cínicos, su falso estoicismo lleno de preceptos inquisidores no supera tampoco un tercer grado. Todos los inmorales cumplen que no superan la coherencia, el coraje de asumir que no defienden una filosofía que se sostenga en ningún precepto ético válido.

No tienen coraje, hacen una huída hacia adelante. Y ellos son los que quieren liderar este mundo.

Así que, de vez en cuando, tenemos conocimiento de un ser extraordinario. Pero nadie tiene el suficiente coraje como para romper los esquemas establecidos. Lo extraordinario se esconde dentro de la superficie de lo normal. Entonces aceptamos la matriz que nos describe..., y sí: ya sé cómo es esa matriz. Yo mismo la he patentado hace unas semanas.

Pero nadie querrá aceptarlo. No será ni cierto que lo que descubrí fuera tan importante, pero nadie querrá darme una bofetada de realidad para que vuelva a mi mundo. Estas cosas se ocultan, no suceden, no pasan..., se esconden las ganas de asombro, la vocación se acalla para que deje de dar tantas voces... Porque luego nos quema en las sienes y nos destroza nuestro instinto de supervivencia.

Lo que quieren los mezquinos y los cínicos es lo mismo: que vivamos bajo un entorno de supervivencia, que no experimentemos la trascendencia de lo que parezca más prudente. Y el puente nos lo da la fuerza del coraje: es la que nos permite observar los preceptos etic que calibra lo que es emic. Para luego quedarnos con los términos que resuenen más y mejor con nuestra vocación, lo más fonético por encima de cualquier cultura. Lo que trasciende a nuestra manera de ver la vida. El amanecer de un nuevo tiempo.

El cínico se reirá y el mezquino dará clases para aprender justo lo contrario. Se fomentará una idea de que los que rodean estas doctrinas son personas que no contrastan, pervertirán la palabra coraje, le quitarán motivaciones, luchas, claroscuros..., seremos como los brujos del newage. Algunos nos llamarán magufos y otros ocultistas... Cuando son ellos los que se mueven por el adoctrinamiento: es de lo único de lo que pueden estar realmente seguros.

Por eso vi esa película y cómo al final todos acababan igualmente adoctrinados, felizmente sometidos. Era un final simple. Por un lado se hacía lo más ético y, por el otro, se debía asumir el cinismo de ese mundo tal como era. Un pensamiento muy asiático, muy en ocasiones borreguil. 

No puedo pedir que las películas deban acabar bien. Tampoco que si el héroe comete delitos que se vaya de rositas..., pero la criminalidad tiene muchas caras, y dar ejemplo de asumir los castigos puede alimentar el adoctrinamiento en el bando contrario. Puede ser una forma de asumir la derrota, cuando aún había por dónde seguir luchando.

La ética de los ganadores no es la de aquel que consigue la felicidad, sino la de aquellos que encuentran el coraje para seguir luchando aun cuando parece que ya ha sido un buen momento para abandonar. El cínico colorea la realidad de falsedad, un ganador puede hacer lo mismo - sin ahondar en dar explicaciones. La verdad clama por sí misma, es el tóxico el que no comprende porqué reinterpretar una mentira puede suponer acertar con la verdad.

Cualquier cosa que nos aleje de esas crisis será un paso al azar en alguna dirección más cerca de un punto que nos suene a más...