Fue el triunfo de Soros, de la plutocracia, de los intentos vanales de hacerle ganar a quien menos lo necesita un poquito más mientras se cree a sí mismo salvador de la humanidad en su mezquina existencia...
Parece que la universidad se va a consolidar conmigo poniendo a prueba los más triviales de mis inventos; y parece que ni siquiera lo voy a tener difícil, y me va a sobrar el tiempo. Respiraré hondo; me falta tener perspectiva. Volver a un lenguaje abandonado hace más de diez años..., ya estoy reconstruyendo las máquinas a partir de ciertas experiencias adquiridas con los años. Va a quedar muy cuco.
Mientras tanto, recuerdo a otro programador que una amiga progresista me quiso presentar para que me conectara con el mundo académico mis inventos. Nos hicimos amigos de Facebook, incluso llegó a intentar conocerme. Pero el lenguaje que usaba era algo que no me agradaba:
- Ven conmigo.
- A hacer qué.
- Ya se verá.
¿Ya se verá? ¿Estaría con él como un favor suyo personal? ¿Tan poco lo valgo o, por el contrario, es él mismo el que no vale nada que se rodea de amigos? ¿Abandonar lo que hago a cambio de una corazonada? Mis máquinas son tangibles, no corazonadas. Tuvo la oportunidad para intentar indagar sobre ellas, cuestionarlas, cuestionarme..., pero no hizo nada, sólo quería darme un trabajo de lo que sea ¿Y dónde quedaría mi dignidad? Si alguien me pregunta, ¿qué le respondo? ¿Soy un enchufado, un amiguito? ¿Que posiblemente este puesto sería más adecuado para alguien mejor que yo pero que como lo he ocupado yo pues que se joda? Yo no soy así - no es ético. Me lo dicen mis Principios.
Este hombre, además, era músico. Lo tenía todo: de izquierdas, músico e informático. Podría ayudarme a conectar mis máquinas con el mundo académico perfectamente, pero no fue así.
Digamos que, en un momento dado, una amiga suya entró en un debate conmigo y, entonces, le entré con mi juego favorito: interconectar comentarios con temas musicales.
Y la cosa empezó como conectándose..., una melodía, la primera, de su agrado... Se sintió muy motivada, y tenía mucho que ver con el tema. Poco a poco parecía abrirse una conexión especial, pero eso ya lo había vivido antes - no quería tampoco vincularla conmigo, así que le puse freno: le puse la canción poison, con el videoclip en el que el cantante mataba a su novia. Aún me sigue pareciendo apropiado..., odio las mujeres que creen que pueden jugar contigo sin aceptar límites.
Cuando ciertas criaturas infantiles se ponen a jugar..., luego no les puedes parar. Se apasionan tanto que, cuando les pones freno te desean la muerte. Lo vemos en tanta gente que se va de fiesta y no respeta a los vecinos; o incluso entre ellos. Vemos historias absurdas de borrachas y borrachos que luego se complican con falsas denuncias. Demasiados casos.
Así que este amigo progresista me acusó de ser un machista (¡WTF!), por poner una canción donde el protagonista varón mataba a su pareja mujer. Parece que las cosas ya no son como en los años '80 o '90..., o el '00, donde las canciones no suponían un comportamiento coercitivo - sino una descripción de comportamientos existentes.
Una manera de advertir que las relaciones amorosas tienen que tener límites, porque la mayoría de esas canciones van sobre el amor. Y no es difícil entender dónde se encuentran esos límites cuando los vemos gráficamente. Nuestro propio instinto nos ayudaría a entender quién es el malo en esa relación.
Lo vemos en la canción "Cry a river", de Justin Timberlake, canción que no puede ser machista por una sencilla razón: es una historia de una clarísima obsesión de un chico dominante hacia la chica. El machismo está en la toxicidad, y la toxicidad es una forma de sustitución: cuando a un tejido auténtico le ponemos en sustitución un sucedáneo que no tenga las propiedades fundamentales que lo hacen funcional.
Pero ahí estaba, defendiendo a esa señora absurda que, muy probablemente, fuera una milenial: no habría nacido para cuando apareció esa canción y, el caballero blanco que la estaba ayudando para perder mi amistad, a pesar de tener ya sus añitos prefirió abandonar su criterio musical/artístico y no hacerme caso. Y ese es el peor de los crímenes, porque me lo dice la experiencia, cuando un artista no me hace caso casi siempre fracasa o sale perdiendo algo..., es casi una verdad universal en lo que llevo de años de experiencia, constatable y constatada. Y además, puedo con todo: hasta con el código deóntico.
Pero no le guardo rencor. Mis últimas palabras con él fue: ¿pero tú no eras músico? Todavía me quedaba extrañado por cómo había sustituido esos Principios anticensura, los que le decían que el arte es figurativo y trasciende a la ética, para observar una temática moralista y puramente temporal con una enorme condescendencia hacia la mujer por si se sintiera ofendidita la niñita pequeña. Nada más machista.
Una víctima de abusos, ¿se va a sentir ofendida porque tararee una canción donde el malo es el cantante y mata a su pareja? Entonces, las víctimas del terrorismo, ¿a qué esperan a poder prohibir todas las películas donde hay explosiones y crueldad en el crimen organizado? Me imagino películas como "El silencio de los corderos", donde se le da pábulo a un psicópata que se saborea su venganza particular con un policía corrupto ¿Es que en algún momento de nuestra historia podría censurarse esa escena?
Luego estos mismos sujetos, y de ahí la falta de ética, se ponen a defender a los titiriteros: vamos a ver, si hay unos señores que han sido detenidos por la policía, tras ser denunciados por los padres, por haber incumplido unas espectativas con respecto a una función donde habían niños..., ¡dejará de tener que actuar un juez! Sobretodo cuando hablamos de leyes antiterroristas aún vigentes por necesidad.
Pero parece que la gente no entiende los matices; ni se ven contradictorios. Ni tampoco entienden que si salen inocentes los titiriteros es lo mejor que podía pasar..., pero que no les correspondía saber de antemano que eso era algo que debía pasar: porque serían prejuicios.
Ése es el valor de los y las moralistas. Hace años habría sido más fácil mostrar videoclips donde la protagonista fuera malvada; sin embargo, parece que la sociedad se ha estado volviendo más y más literal: si la música fuera más literal entonces podrían recibir mandatos en masa y nadie los cuestionaría. Cada vez que bailaran al son de esa música es porque aceptan la letra y a su amado líder.
La música moralista es música sectaria y, además en muchas ocasiones, es música tóxica.
Y lo digo sin soler equivocarme sobre estos temas. A ver si la gente aprende a interpretar mi juego favorito, en vez de darle a hacer de femme fatale.
Éste es un blog pensado como último reducto para la fusión entre lo más humano y lo más tecnológico sin perder ni humanidad ni eficiencia.
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