lunes, 8 de julio de 2019

Tantos temas..., y sale el clasismo de la gente

Han pasado muchísimas cosas en estas 24 horas. Cosas muy curiosas que me han evocado a recuerdos pasados, experiencias conocidas..., cada vez calo más a la gente. Al mismo tiempo que más me entristecen.




Al final no voy a ser divulgador tecnológico: no tengo ningún medio que me dé cobertura logística (salvo blogger, y aquí no hay una comunidad tecnológica). Eso de dar pena hace gracia, pero porque en mi caso es real: en github la gente automáticamente me ignoraba por la sencilla razón de que eso es un hervidero de código que se comparte, y sólo los grupos que se conocen mutuamente continúan sus propios proyectos. Quizá en un futuro pueda exponer mis propios proyectos de manera que interese a la comunidad github, por el momento no consigo encuadrarme con ellos.

Donde sí habría encajado como anillo al dedo es en la comunidad medium.com. Allí podía poner mis historias, podía dirigirme a la comunidad angloparlante o la hispanohablante si quisiera. Y había unos pares que se encargaban de dar visibilidad a lo que se publicaba. El problema, lo normal, si algo tiene aspectos muy positivos siempre la corrupción será más impactante o más probable. Y, según el caso, en el mismo corazón de medium.com, porque no hay otra posible explicación a cómo me han respondido a mis peticiones, está todo lleno de envidiosas manzanas podridas.

Así que si publico ahí sé que mis documentos se desmaquetarán, se harán difíciles de leer, desaparecerán carácteres..., y además deberé estar encima por si se ponen a hacérmelo. Evidentemente eso me obliga a tener que denunciarles por motivo de vulneración de derechos de autor. No me quieren hacer caso, pues que la lenta justicia española estudie si realmente es o no para tanto (a mí sí me lo parece), así que tendré que recabar pruebas a modo de capturas de pantalla, copiar mensajes de mi correo y exponer de la manera más clara posible qué es lo que parece que está pasando y cuál es el daño tangible que están haciendo. Si el derecho comparado en ese país de salvajes no me asiste, pues me jodo..., al fin y al cabo, ¿qué se le va a hacer?

Pero hoy quería tocar otro tema...

Le doy click a un vídeo: Aparece un subsahariano, pues se nota que no ha nacido en España, diciendo que si los españoles quieren demostrar que son españoles pues que decidan ir a trabajar en el campo por 800 euros al mes.

Poco importa si esas no fueron exactamente sus palabras, es así como lo recuerdo y creo que es filedigno. A todo eso respondo directamente:

Este hombre no sabe de lo que habla: ¡ojalá me dieran trabajo en el campo! 
Dejo de ser autónomo por tener el sueldo que tienen los inmigrantes: ¡¡LO JURO!!
Todo es muy bonito desde la falsa estadística controlada por el funcionario público.

¡Ay Twitter! La culpa en este caso no será de los administradores, pero sí: la reacción de los usuarios, tan visceral, tan absurda... Presuponen que soy racista por responder que los inmigrantes adquieren un sueldo mejor que el que no lo es..., bien. Esta frase se convierte en polémica como cuando defendí la presunción de inocencia del youtuber dalas, según mis especulaciones, porque incorporé a una afirmación trasgresora que afectaba a un chovinismo inhumano que estaba impregnado en la sociedad una creencia lógica que podía sonar paranoica, o enfermiza. Es decir, que la parte que no era cultural en mi mensaje erraba en alguna sutileza, mientras que la parte cultural trasgredía una aberración dada por válida.

Entoces estudié la situación, y comprendí que, posiblemente, sea así como se constituye el cuerpo de una polémica..., pero esto es teórico. Ya lo he llegado a repetir con Nietzsche, cuando es uno de los filósofos más mencionado por los religiosos, precisamente porque sus afirmaciones que trasgreden la moral cristiana están plagadas de aparentes locuras..., justo lo que me pasó en Twitter.

Así que, como teoría, parece que vuelve a repetirse y vuelve a encajar. De hecho, tras ser consciente de que es así como se crean las polémicas Twitter me cerró la cuenta. Sigo sin saber porqué me la cerró, nunca hubo explicaciones..., todo lo más una referencia a un Twit..., pero eso ya lo expliqué en las primeras entradas de este blog. Ya que este blog lo creé tras el linchamiento social que sufrí en Twitter y el posterior ensañamiento de los administradores españoles al bloquearme la cuenta, en realidad, por ser víctima de tales ataques.

Pero quería centrarme en esta otra polémica..., antes de que a Twitter le dé por querer bloquearme la cuenta de nuevo por lo que he copiado/pegado arriba en cursiva.

Nótese que he puesto en negrita la parte difícil de entender lógicamente; todo lo demás es una trasgresión a la cultura que tenemos en España con eso de "encontrar trabajo en el campo".

¿Pero es que tan seguros estamos todos de que realmente es tan fácil encontrar trabajo en el campo?

Voy a darle un poco de tono..., tal vez algún día lo entendamos.

Recuerdo hace años cuando encontré un curso que me parecía perfecto. El curso estaba ahí: era un curso de soldador. Sabía, porque un amigo árabe me lo había dicho: cuando los árabes llegan a España da igual que tengamos título, o vamos a trabajar en el campo o vamos a trabajar de soldador. Resulta que el funcionario que asigna trabajos, los que se encarguen de inmigración, etc..., ya tienen un procedimiento: no lo cambian nunca. Cartagena es ciudad de acogida (de inmigrantes) y éstos tienen una ocupación asignada. Quiero que estos datos se tomen en cuenta con mucha atención.

Pero reincidiré un poco. Recuerdo cuando llegó la crisis que leí en el periódico que un cartagenero se había suicidado: resulta que se quedó sin trabajo y los servicios sociales no quisieron darle ni la más mínima cobertura de alimentos por una sencilla razón, al ser de Cartagena tendrá una familia, por tanto no le corresponde a la ciudad repartir algo destinado sin preguntas al inmigrante.

Cuando llega un inmigrante a los servicios sociales se entiende que en Cartagena no tiene familia, por tanto se le concede ayudas de suministro, ropas..., etc. Pero si eres de Cartagena, da igual que la mujer se haya divorciado de ti, que seas un apestado en tu familia..., te obligan a comer de la basura. Y sí: da igual cuántas veces MIENTAN los de la prensa, porque mienten, en España aún veo gente rebuscando en la basura. Ahora veo más inmigrantes, antes veía nacionales. Es interesante saber cómo las cosas han cambiado, ¿de qué manera? Todo es cambiante...

Pero volvamos al asunto. El hombre se suicidó porque, después de haber estado pagando a la seguridad social, impuestos, etc..., ahora era un despojo que tenía que comer de las sobras a riesgo de que le multaran por 7000€, si lo pillaban haciéndolo. Obviamente, sólo en la mente de Rajoy podría haber alguien con ganas de llamar a la policía al ver a un parado rebuscar en la basura. Y seguro que hay gente lamentable que hasta podría vivir en su mente pervertida que este hombre no es que tuviera un problema de falta de comida, sino que no sabía comer.

Y es que, efectivamente, hoy quería hablar de mentes perversas. Gente que distorsiona la realidad porque no quiere aceptar cierto elefante en la habitación. Un elefante tan grande como plantearse que quien no tiene nada para comer es porque OH SORPRESA NO ENCUENTRA TRABAJO. En Cartagena, donde hay taaaanto campo, hay taaaaanta agricultura. Donde es tan fácil trabajar en el campo y que lo niega miente.... Claro: este hombre se pudo plantear el comer de la basura pero le parecía indigno trabajar en el campo. Esa es la mentalidad pervertida de mucha gente.

Pero volvamos a mis años y años y años y años y años de experiencia buscando empleo antes de volver al asunto del curso de soldador. Me dirigí a mi tutora de búsqueda activa de trabajo en el IFES (la institución pública de búsqueda de empleo), una conversación:

- Cuando buscas trabajo qué método usas.

- Llega el lunes y voy a la casa de la cultura. Cojo el periódico de la Verdad y empiezo a anotar todas las ofertas que me sean compatibles. Desde ese día y hasta los dos siguientes voy llamando a cada uno de los que aparecen en la lista apuntando el contacto, nombre de la empresa, rol..., y algún apunte adicional. Desde el miércoles hasta terminar la semana, o la semana siguiente, es cuando podría aspirar a tener una entrevista.

- ¿Qué ofertas te son compatibles?

- Cualquiera que exija dos manos: electricista de segunda, delineante en la contrucción de primera, desarrollador de páginas web, experto en office, ayudante administrativo en entidades financieras, mozo de almacén, dependiente de cualquier clase de tienda...

- ¿Camarero?

- Prefiero no meterme en hostelería porque no tengo pulso y tengo mala memoria para los nombres, nunca voy de bares y no tengo cultura de hostelería.

- Bien..., entonces todo correcto.

- Pero, a todo esto, ¿por qué no encuentro nunca una oferta de recolección para la agricultura? ¿Podrías darme una oferta para trabajar en el campo?

- (silencio).............

Me tuve que ir..., en silencio...., se lo volví a preguntar, le dije que me interesaba...., vi a sus compañeras.... Nada.

Estoy ante un curso de soldador. Entonces ya hacía un curso de inglés técnico para la industria química, con la experanza de que Repsol, entre sus 10.000 plazas prometidas a electricistas, quisiera tomarme en cuenta... ¡Qué bonitos los números! Por eso me metí a formarme en electricidad. Para lo que me sirvió..., la misma mentira.

Mi excelencia en electricidad provocó que un profesor me propusiera enchufarme un puesto..., a lo que siempre respondo igual: si no desplazo a un interino que lo merezca por puntos, de acuerdo. Pero eso y rechazar enchufes hoy día es lo mismo.

El caso es que me dirigí al funcionario del paro. Le solicité el alta en el curso que me había apuntado y, automáticamente, me dijo que ese curso no podía cursarlo.

- ¿Por qué?

- No está pensado para gente como tú.

Volví a leer la convocatoria pública y oficial: no había nada. Cumplía los requisitos. Le pregunté a qué se refería.

- Está pensado para inmigrantes.

- Ahí no pone nada.

- Pero es para inmigrantes.

- Pero yo quiero ser soldador, como mi padre...

- No te lo voy a permitir. Además, estarías rodeado de negros. Estarías incómodo.

Básicamente, más allá de las besugadas de la insistencia y de extraerle a la tercera la misma historia..., con alguna variación, al final se te queda cara de imbécil. Y te vas sin más, porque las ganas de coger su cara y estamparla veinte veces contra la pared hasta que me inscribiera de una puta vez en el puto curso no se me quitaba de la cabeza. Y claro..., yo pensé: vete o la lías. Al final acabaría haciendo el curso de soldador en la cárcel que, dicho sea de paso, día a día lo pienso: tan mala no debe ser, no conozco la realidad carcelaria, pero es una experiencia que me he planteado más de una vez como una salida factible a la realidad que vivo.

Pero me marché por mi orgullo a no querer sucumbir a lo impropio, lo inhumano..., lo propio de funcionarios en esta dictadura institucionalista.

Lo que pasa es que me puse a hablar con el profesor del curso, aprovechando que me obligó a salir a tomar un café de máquina con algunos de la clase ¿Descansar del curso? ¿Para qué quiere la gente descansar? ¡Qué estupidez! Pero nada, estábamos ahí esperando a compartir cosas y lo vi a lo lejos (en la misma estancia el funcionario que me impidió tomar el curso). Algo interno me hirvió: era eso que me reprimí por dentro y que dalequetepego seguía dándome vueltas.

Y entonces aproveché a decir en voz alta no sólo lo que me pasó con ese funcionario, sino que además me dio por ser especialmente explícito con cómo le estampaba su puñetera cabeza contra la mesa, la pared..., que encima de que nos imponen unos roles de raza además se nos acusa de racistas sin conocernos. Y sí, yo había cogido el curso por lo que me dijo Anás, quería conocer más testimonios y saber la realidad de mucha gente a la que le obligan a hacer esos cursos; y además quería yo trabajar y ganarme la vida. Pero los que tenemos familia estamos obligados a vivir con ella.

Creo que en esa misma mañana me dijeron que habían cambiado la política... Y es que yo me pregunto, ¿dónde queda esa tontería que me decía mi padre que mi experiencia en soldadura con él me servirían en el futuro para encontrar trabajo? ¡Acaso no es como para estamparle esta realidad a la cara!

Es como cuando fui a hacer el curso de seguridad naval. Tras costearme un curso para trabajar en el mantenimiento de barcos, resultó que era necesario adjuntarle otro de seguridad naval, pero había una funcionaria que decidía quién tenía derecho a hacer el curso en Cartagena y quién tenía que conseguir hacérselo a varios kilómetros de la ciudad. Ya me costó, y fui el único de hecho, conseguir que el autobús parara en ese kilómetro de mala muerte; al final tuve que recorrerme como cientos de metros antes de llegar adonde te evaluaban para determinar si te daban el curso por lo privado (porque por lo público, por el blanco de los ojos, no me daban el curso de seguridad). Y ahí estaban, todos habían venido en coche, eran cientos... Seguro que muchos ya tenían experiencia en el mar. Pero la cosa era: si yo era el único que no tenía coche, y que para volver tuve que convencer a uno para que me llevara a la ciudad de vuelta, entonces ¿por qué no fui seleccionado para hacer el curso de seguridad si yo mismo invertí en ese curso? Para mí esa política no tiene sentido.

Con todo lo vivido, aparece un inmigrante que habla bastante bien y gana mucho más dinero que yo. Entonces parece que a este hombre se le olvida que no tuvo que pasar ningún proceso de selección: salvo la criba a cuchillo. Los inmigrantes no siempre vienen en avión, algunos vienen aferrándose a los bajos de los camiones. Otros vienen en pateras. En cualquier caso, a partir de la nacionalidad, si son de Marruecos por ejemplo, da igual cómo llegues: tengo entendido de que te tratan igual. Al marroquí nunca se le inserta en la sociedad. Es cuestión de preguntarse cómo consiguen su trabajo los distintos inmigrantes.

Los latinos hicieron una fuerte inversión, y son muy queridos en el campo, así como en la construcción. Si existe una serie de actividades demasiado penosas e indignas que se considera que no deberían de plantearse sin las medidas de seguridad oportunas, es muy probable que un latino se encargue de hacerlo posible ¿Se puede invertir en medidas anticaída para los andamios? Sí, me consta porque yo mismo las he diseñado - aunque tales diseños le salen más caro a los promotores ¿Se puede aumentar los descansos como increpan los marroquíes en el campo? Sí, a eso se le llama sindicarse, si no mal recuerdo..., o eso o ahora ya somos de derechas. Claro, los propietarios no quieren tanto a los marroquíes, esos vienen con las instituciones del paro: los propietarios agrarios se sienten más cómodos con los latinos y los subsaharianos. Pero eso no lo cuenta el del vídeo.

¿Os acordáis del negro de VOX? Lo que nadie se imagina: que haya subsaharianos anarcoliberales. Y, sin embargo, quien no se imagine algo así es porque se piensa que todos los subsaharianos son de Sudáfrica..., cuando lo normal es que sean de Ghana o..., no me acuerdo ya otros países habituales. Nunca he conocido un sudafricano, dudo que haya conocido un subsahariano de izquierdas. Lo dudo muy seriamente. Sí he conocido liberales de América latina. Los que viajan suelen ver las cosas muy diferentes con respecto a los que se quedan en casa.

Así que yo me pregunto: después de años y años buscando trabajo, ¿quién tiene más información sobre la realidad de si un español puede acceder o no a ser contratado por cuenta ajena en el campo? ¿Es eso realmente posible? ¿No pensarán los propietarios que éste se quejará del calor? ¿No tendrán miedo a que se sindicalice? ¿Realmente conseguirá el puesto un desconocido español?

Os lo digo yo: NI DE COÑA.

¿Hay trabajo en el campo? Lo siento, vivís una mentira. Y muchos lo quieren vivir para justificar que ellos viven bien. Y si ven a alguien comiendo de la basura, eso es porque quiere, porque si quisiera trabajaría... Que la gente es muy orgullosa, y yo tengo lo que merezco, no es suerte ni nada de eso...

Es a eso a lo que llamo una mente pervertida. Una mente muy sucedánea de pensamientos anómalos, negacionistas..., en ocasiones para repetir los roles de raza cuando, a diferencia de los sexos, ni siquiera las razas existen. Son roles étnicos donde al inmigrante se le concede ventajas y, cuando tiene que competir en igualdad de condiciones en un debate, el que se le oponga probablemente sea tildado de racista al cuestionar estadísticas que se han asimilado como verdaderas cuando en realidad son una cocina muy liberalmente intencionada.




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