Las fuerzas reaccionarias, suena a malo de Matel. Como Skeletor. Suena a un terrible villano que quiere destruir a la raza humana, o someterla. Sin embargo, sí existen unas fuerzas reaccionarias, unas fuerzas que pueden ser reducidas gracias a ideas progresistas que defiendan teorías consistentes y, por ende, autoritarias. Cuando se observan medidas que suenan absurdas se acaba dando eco a otras fuerzas reaccionarias más comedidas, y entonces tenemos el resurgir de los malos.
Es muy fácil volver atrás en el tiempo, sólo hace falta que los progresistas busquen sacar provecho del movimiento. Es tan simple como eso. Por ejemplo, cada vez que aparece un señor diciendo que es de anonimous y le intenta sacar provecho..., DEP. O, por lo menos, eso ha sido hasta ahora.
Así que ahora iba a hablar sobre el mansplaining..., y sí, para eso también tenemos musiquita. Suerte que no soy autor de nada, si no no podría crear nada en Europa. Si os raya mucho la letra al ser demasiado caballero blanco, siempre os queda la esencia del piano.
Ya lo pregunté una vez: ¿cuál debe ser el código deóntico del caballero blanco ante Alicia?
En este mundo de necios nadie está a salvo de ser uno más. Sin embargo, en ocasiones podemos permitirnos el lujo de creernos en posesión de alguna verdad que parece ignorarse. De alguna manera es como si no se apreciaran los aspectos que de ella se deriva. Pues bien, en mi psicosis particular de creerme autor de un mundo menos loco que en el que la mayoría han elegido estar, me veo en la tesitura de no saber dirigirme hacia los que veo que no paran de darse de hostias con sus actos y reflexiones.
Y es de eso de lo que quería hablar.
Estaba esperando en la sala de espera del dentista, dirigido por unas mujeres muy diligentes. Entonces se me cruzó por la mente una antigua conversación relativa a los caballeros blancos ¿Está justificada la palabra mansplaining o no ayuda a lucha contra los reaccionarios?
Para empezar recordaremos qué significa ser reaccionario: un reaccionario es quien se vale de preceptos morales que le vienen de las tradiciones para sustituirlo por principios éticos que nos definen como seres humanos. Cualquier destrozo de los derechos humanos puede considerarse una manera de volver atrás en el tiempo, incluso cuando se crea que se innova al respecto.
Poco a poco, volver hacia las cavernas, al garrote y a la ley del más fuerte, a la trivialización del contrato social que tiene el individuo con el colectivo. Es decir, perder nuestros avances de la civilización; sustituir la educación por aprender a comer con la boca cerrada. Lo que nos llevaría a un enorme grado de salvajismo ilustrado.
Los comportamientos reaccionarios no quieren saber de los errores que les transmitieron sus patriarcas/matriarcas. No quieren saber de nadie que les digan que se equivocan en materia de derechos fundamentales; y eso es principalmente porque no tienen un lenguaje para justificar tales principios. Razón por la cual axiomatizan lo que escuchan o ven más, es decir: reducen la ética a la moralidad.
No están dispuestos a usar el martillo de Nietzsche para comprobar qué tradiciones están huecas y cuáles tienen contenido. Principalmente porque no se fían de su tacto, ni de la ética de su propio oído.
¿Acaso no suena demasiado mal que no se tenga un instrumento para estas cosas?
El mansplaining es algo bastante habitual, por desgracia. La hipótesis de partida de porqué un ser humano no tiene cabida, ni puede ser artífice de sus propios contratos con la sociedad, la razón por la cual una criatura debe estar subyugada a otra es porque se la considera de mente inferior. Y claro, ¡cuántas veces hemos oído de la inferioridad de un grupo social u otro!
Os lo dice uno de Murcia ¡Cuántas veces habré visto al clásico cosmopolita madrileño o barcelonés (y peores con diferencia los chovinistas del norte) dando a entender lo poco refinados que estamos en nuestra región!
Llega una señora y me pregunta si hay Wifi en el hospital. Por supuesto le digo lo que hay: No lo hay. Y entonces, la muy ignorante lo achaca a nuestra incultura, a que somos unos trogloditas..., y sí, por el acento se adivina que es muy del norte... Luego, para gozar en su satisfacción de intentar haberme hecho daño, se pone a dar una vuelta alrededor del kiosko para volver a cruzar su mirada conmigo... Son ganas de hacer daño.
Lo que no entendía esa señora es que no puede haber Wifi en un hospital DE SEGUNDA. Los que somos del área 2 de la región de Murcia no podemos disfrutar de todos los servicios ni de todas las inversiones que, por supuesto, sí pueden disfrutar los del área 1. Y ésto, según parece, era completamente nuevo para esta señora: NI SE LO HABÍA IMAGINADO. Era tal el nivel de incultura sobre la realidad política MUNDIAL que no era capaz de comprender a un nivel lógico de niños pequeños que existe la discriminación, los territorios de segunda y, por tanto, que si no había Wifi eso podría deberse a que, efectivamente, las mayorías habían determinado que las minorías no podían tenerlo. Tan simple como eso.
Pero esta señora, proveniente de tierras que cada cuatro años consiguen renovarse gracias al dinero de los españolitos, porque supone una mayor ventaja electoral para el interés nacional, no sabía el ABC de la política. Lo que ocurre en todas partes del mundo desde que el mundo es mundo.
¿Qué pasa cuando un sujeto pierde madurez y su educación no tiene como para entender lo más básico sobre la realidad política que tiene delante?
Lo que ocurre es que es cuando aparece un caballero blanco para explicarle a esa persona cómo es la realidad: por dónde se debe salir para encontrar la salida de ese sinuoso laberinto.
Cuando una persona tiene madurez suficiente como para saber salir por sí misma cualquier aportación por parte de nadie estará siempre fuera de lugar. Y es aquí cuando, una vez más, vemos el mansplaining: consiste en todas esas explicaciones que están destinadas a personas de segunda para que entiendan cómo funcionan las personas de primera.
La divulgación científica tiene algo de mansplaining, pero no tanto: en realidad está justificado porque siempre se parte del supuesto de que el laberinto de la ignorancia debe ser superado por algún maestro, alguien que nos motive para entender mejor a los científicos - a esos señores que dedican su tiempo a comprender el mundo de lo real. Entonces no es mansplaining, sino que entendemos que es pedagogía. Se lo aceptamos porque, de lo contrario, cambiaríamos de canal.
Cuando un hombre se pone a explicar qué eso de la desigualdad, el hecho de que sea blanco y hetero no le convierte en un referente del mansplaining: es el odio de algunas personas las que lo convierte en el centro de su ira, de su temor... Y es entonces cuando influencers que son reaccionarios pueden coger esa marca y valerse de ella para anular una palabra tan necesaria como el mansplaining.
Casi de manera imperceptible es posible que tienda a reactivarse un neomachismo ya superado años atrás. Un neomachismo porque tendrá otros tintes, pero seguirá siendo lo que en otros años, aplicados sobre sociedades más secundarias, ya se produjo. Un machismo más ilustrado, pero igual de garrulo.
Es como cuando digo que en el campo no hay trabajo para los blanquitos. Los motivos pueden ser variados: unos de tantos es que tampoco lo hay para los negritos, en el sentido de que la especulación y el deseo de los propietarios por sostenerse a largo plazo provoca que especulen con el precio del producto y, en oposición a la mano de obra, lo que tenemos es que no todos los productos terminarán de cosecharse porque el precio de venta establece un tope sobre su coste para que sea rentable.
Y esto, como no se comprende, se despotrica contra el blanquito que quiere trabajar en el campo.
El clasista querrá decir que siempre hay trabajo en el campo: mentira. Ni lo sabe, ni lo ha comprobado, ni nada... Querrá decir que el blanquito no puede trabajar en el campo: ¿será porque el negrito está más adaptado? Que el blanquito no aguanta trabajando a las 12 de la mañana a pleno sol: ¿será que tú no aguantas a las 12 de la mañana trabajando y lo proyectas sobre los demás?
Todo ese odio se acaba convirtiendo en actos de racismo cuando repercuten sobre decisiones, cuando afecta a terceros de manera concluyente...
Y claro, aquí estaba este blanquito, es decir yo, intentando explicar que se ha somatizado la idea liberal de que los trabajos deben entrar en competición para ajustarse a la rentabilidad del empresario. Pero nada...., el ser humano por debajo de los intereses económicos de otro ser humano. No se entiende.
El caso es que no pasan un tercer grado, no pueden ser coherentes. Entonces es cuando se enfadan más, cuando te llaman mentiroso, te atribuyen barbaridades..., y otros absurdos.
No es de extrañar, aún se sigue enarbolando a gente vomitiva como Hegel o Schopenhauer, con esa manera pérfida de ver a las mujeres como niñas pequeñas. O el propio Voltaire: hermandad para todos..., los que no sean indígenas.
Pues sí: como dice la canción:
I tried so hard
And got so far
But in the end
It doesn't even matter
I had to fall
To lose it all
But in the end
It doesn't even matter
And got so far
But in the end
It doesn't even matter
I had to fall
To lose it all
But in the end
It doesn't even matter
Da igual lo que te deconstruyas, tú siempre serás un blanquito, un varoncito, un europeoncito..., y eres tú el que tratas a los demás como si fueran eternos niños pequeños...
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