No es propio de mí resolver problemas sencillos, no me inspiran. Pero quería mantener el ritmo con constancia divulgando mi código antiguo, el que quiero socializar, para quedarme satisfecho. Lo ideal habría sido que ayer no hubiera cometido ningún error, pero soy humano y tuve la suerte de darme cuenta antes de publicar nada.
Para mañana voy a prepararme un ejemplo de aplicación de mi estructura exclusiva. La solución de un problema abierto que tiene múltiples aplicaciones en las compañías más punteras, y por lo que se pierde miles de millones de euros todos los meses, o días... Yo creo que en la siguiente la clavo.
Hoy lo que he hecho es publicar la manera que tendría una asociación sin ánimo de lucro para crearse un horario y así distribuir los equipos a la hora de competir entre ellos (de relacionarse entre ellos). Con una serie de objetivos a tomar en cuenta (que si los adolescentes no pueden quedarse sin jugar, que deben relacionarse lo máximo posible unos con otros) el horario irá ubicando en tiempo y lugar a cada par de equipos para cumplir una programación donde existirá un ganador y un perdedor (cuando el partido no sea amistoso).
Pues bien, para mañana implemento la versión empresa: la que hace que se le asigne a una máquina un sitio, que haya un coste de instalación, etc... Ya me preocuparé de ir exponiendo el problema de una manera bien definida.
Esto me ha recordado cómo los informáticos tenemos que dar la cara por todas las cosas que los funcionarios se dejan a medio hacer: esta clase de problemas deberían de poder plantearse en la carrera y, sin embargo, nunca se introdujo en la programación. De hecho, no sólo no está en la programación de las ingenierías de mi antigua universidad, sino que además no se encuentra en la programación de la UNED..., porque allí la informática no se plantea como una ingeniería, sino como una extensión de una diplomatura (empresariales).
Al final, estos productos de ingeniería no se llegan a desarrollar porque el modelo matemático no es incluido por los profesores en la carrera..., quizá porque esos modelos, de madurarse, serían muy fáciles de conseguir ganancias y, claro, ¿cómo les van a dar a los alumnos la posibilidad de entrar en competición con sus profesores?
En definitiva, que hay que divulgar estos enunciados y una solución factible.
Por el momento, ya he divulgado hasta tres tipos de horarios (y para mañana otro), y aún no me he metido en el plato fuerte (que está en mi lista): que son los horarios de un instituto público de secundaria. Ya veré como afronto ese reto, aunque para ello necesite un día completo para preparármelo.
Pero esto me recuerda que, efectivamente, al informático se le contrata para suplir las deficiencias del funcionario: si éste tiene que hacer un horario y es considerado complicado, entonces debería de hacerse público la complicación del mismo. Es decir, se debería de hacer públicas las especificaciones.
Yo mismo me he tenido que pelear buscando especificaciones para encontrar las correspondencias que tienen que ver con la generación de horarios de un instituto público. Por alguna razón que desconozco existe..., algo así, como un recelo de mostrar cómo se organizan las administraciones públicas (cuando, de hecho, según la ley de protección intelectual, ese tipo de procedimientos no tienen atribuida ninguna clase de autoría - salvo que hayan cambiado la ley desde que la leí).
Esos recelos hace que repitamos una y otra vez los mismos errores. Y que, año tras año, cuando ya debería de estar más que resuelto el asunto, se siga perdiendo tiempo y haciendo creer que los que se encargan son imprescindibles. Es decir, el no resolver los problemas de fontanería informática conlleva a una retroalimentación de la dictadura institucionalista: el corporativismo que hace creer que los funcionarios son más importantes que los ciudadanos - y que debemos acatar sus órdenes y asumir sus errores.
España, como he argumentado varias veces, es una dictadura institucionlista - tal como la dejó Franco. Ante el institucionalismo, poco importan los presidentes, los senadores, etc..., el funcionario es el que marca el procedimiento. Si el Congreso decide sacar a Franco, la ley la pone los legisladores (que es el Congreso) y la ejecución de la ley la aplica el Gobierno (que está en el Congreso), por lo que un juez no puede contradecir al Congreso.
No lo puede hacer por dos motivos:
- Porque contradice al espíritu de quienes redactaron la ley (se enseña en Derecho español).
- Porque contradice a los mandos ejecutivos (el ejecutivo nunca puede ser bicéfalo).
Para entender a España habría que citar a Ortega y Gasset, porque lo que empieza mal y no se remedia (Franco nunca remedió ni mejoró nada, todo lo más fue copiarse y atribuirse lo que vino de los tiempos de la República - ¡vamos! Que ni embalses ni seguridad social...). Y para entender a Ortega y Gasset sólo tenemos que buscar en la Wikipedia el llamado Principio de Peter.
¿En qué consiste el Principio de Peter?
Sencillo: en la tendencia de ascender directamente a alguien a un puesto que ni pide ni le corresponde o que, si lo pidió, es que es incluso aún más incompetente para el puesto todavía..., esta tendencia, si la estudiamos con detenimiento podríamos llegar a la peculiar conclusión de que lo normal es que la mayoría casi absoluta de todos los miembros de la organización estarían sobreevaluados.
Por eso, una de las cosas que no he incluido aún en mi panfleto..., y que va siendo hora de que lo retome, era que cuanto peor funcione un sistema de información menos recursos económicos debería de percibir - hasta que, en sus competencias, cumpla con los tiempos de la manera estimada.
Vamos, es difícil de entender: si una institución funciona mal, entonces hay que reducirle los presupuestos, suena lo contrario de lo que suelen gritar. Pero, de hecho, nunca he tenido problemas a la hora de desarrollar este postulado: si no saben organizarse con mucho dinero, darles más aumentará la corrupción, la desidia y la ansiedad..., hay que quitarles competencias.
¿Y qué pasa con la Justicia en España? ¿Es realmente cojonuda? ¿Saben administrarse bien los tiempos?
Creo que todos deberíamos de saber muy bien la respuesta.
Le quitas competencias a los jueces diversificándolas entre cargos ejecutivos como se hizo con la ley Sinde y, ¿qué tenemos? Otra dictadura. Obviamente yo no defiendo eso. Por eso aún no he desarrollado ese postulado: es muy complicado explicar el Principio de Peter, y lo serio que es.
Quizá este Domingo le dé una vuelta de tuerca.
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