miércoles, 15 de mayo de 2019

Pragmática

Nada, me quito el muermo de esta mañana con un café. Es lo mejor: y con reflexiones pragmáticas.
¿Qué es la pragmática?




Para todo existe un resurgir, una música..., una lucha. Y de las cenizas un empezar de nuevo.

Iba a públicar en Medium un artículo sobre pragmática, pero no por nada: sino porque sé que me valdrá en un futuro tener las cosas mejor organizadas con respecto a esos temas. Y esto es un hecho, si me quedo sin hacer nada me muero de asco.

¿Qué es la pragmática?

Lo primero es deshacer ambigüedades: no hablo de filosofía, sino de filología. En lingüística, la pragmática es el estudio del contexto en el que se invierte el significado de lo que se dice. Según parece, fue Chomsky el primero en mencionarlo.

Ciertamente, mi idea no es centrarme en el término pragmática, sino en su análogo: las discordancias en pragmática. He estado leyendo varios autores en lo que se refiere a sus opiniones sobre cómo enseñar un idioma extranjero. Y, poco a poco, me ha estado encajando los modelos neuronales con la forma pedagógica de enfocar la enseñanza de un idioma extranjero.

Es decir, enseñar un idioma extranjero (L2) equivale a enseñar a ser un líder, a montar discursos (como expuse con la distinción de esos tres roles morales M, F, A), si mis tesis (que no he podido documentarme demasiado, por lo que mías-mías, a saber) son correctas bien podríamos hacer la clasificación que se le atribuye a Popper (y mira que me he puesto a buscar su puñetera referencia, y nada - he llegado a leer que Popper incluyó la cuarta función/rol), y asignarle una parte anatómica del cerebro para ir más allá de la mera distinción entre el fallo pragmático social del lingüístico...

Básicamente era esa la idea. Ya iré desglosando gratuitamente todas las referencias para dejar caer mis esquemas..., que podría servir también para simplificar resultados en neurología y para entender de primera mano qué es el yo, el dolor, así como la inteligencia [artificial] general. Que tengo cosas guapas-guapas que aún no he probado a ver cómo funcionarían..., tampoco tengo un superequipo, pero ya iré viendo.

Ahora lo que me venía a la mente era ¿qué es lo que hay que hacer cuando tienes razón y no le da la gana al receptor de reconocerlo? Existen muchos fallos en lo que se refiere a la pragmática, y recuerdo una conversación que tuve con un antiguo compañero de instituto hace más de dos décadas.

- Por tanto, estamos de acuerdo.
- Sí..., un momento, ¡no! No podemos estar de acuerdo.
- Pero si me has aceptado cada una de las partes ¿Dónde ha fallado la síntesis?
- No, no ha fallado la síntesis..., puede que esté equivocada. No sé.
- ¿En qué sentido?
- Lo que pasa es que tú eres un gran manipulador. Tú y José Luis [el tutor de filosofía], por eso no me atrevo a darte la razón. Porque luego hablo con él y vuelvo a cambiar de punto de vista. Me manipuláis como queréis.
- Pero, vamos a ver, Julio, tú no puedes cerrarte en banda sólo porque creas que vas a cambiar de bando más adelante. Lo que deberías de hacer es decir: "no sé si tienes razón, pero lo tengo que meditar con cuidado por si hubiéramos cometido algún error en la conversación". Si me dices eso entonces yo daré mis objetivos por cumplidos.
- OK, tienes razón. Deberé meditarlo más adelante...
- Bien, al menos en eso estamos de acuerdo.
- ¡Ah no! ¡Ni hablar!

Lo que separa a una persona de una máquina es que no te fías de la máquina, como lo harías de una persona. No es lo mismo fiarse de las dolencias y problemas de una máquina, que todo es fingido, que sentir la misma empatía con una persona. Cuando un ser humano te dice cómo superar ciertas dolencias puedes confiar o en su experiencia personal o en su experiencia profesional, pero en una máquina sólo podríamos confiar en su experiencia profesional.

Por eso cuando un compañero se ve imposibilitado de darme la razón ante una conversación lo que interpreto es que haga lo que haga, o diga lo que diga, él me ha cosificado - es como si fuera una máquina. Como si fuera el negro en una reunión del KKK, un judío rodeado de nazis, un perro rodeado de gatos..., creo que se entiende la idea. Y esto es un límite cultural, un fallo en el uso de la pragmática: porque la pragmática trabaja con ideas no expresadas explícitamente.

Cuando se cosifica a una persona el debate puede darse por terminado: es imposible hacer renacer ninguna discusión, sólo queda manifestar que su comportamiento no es igualitario. Sólo queda demostrarle que lo que hace es discriminatorio y suena hipócrita, o cínico, que se me acerque con un pañuelo para secarme las lágrimas..., porque hacer algo así supone demostrar que es una persona que no tiene alma.

Ese discurso infalible lo vemos tanto a la derecha como a la izquierda, mediante el juego sucio de la propaganda del zasca sesgado, supone no aceptar en absoluto las ideas del que tienes delante cuando, al mismo tiempo, finges que le escuchas.

Es el discurso del religioso que quiere discutir con un ateo, cuando lo que le mueve es la fe.
Es el discurso del liberal que quiere discutir con un socialista, cuando lo que le mueve es la propiedad.
Es el discurso de la feminista radical que quiere discutir con un varón, cuando lo que le mueve es el odio.

Y para sostener esos discursos dirán:
Todos los ateos os movéis bajo este mismo patrón, patrón que no existe.
Todos los socialistas os movéis bajo este mismo patrón, patrón que no existe.
Todos los varones os movéis bajo este mismo patrón, patrón que no existe.

Por eso, más de uno podremo pensar: se trata de un problema de pedagogía; el error es de consciencia de los asuntos abstractos - hay que trabajar la parte occipital del cerebro (lo que menos usan), la función del lenguaje pragmático que señaló Popper: hay que hacerles conscientes de que defienden un dogma, y son ELLOS los que tienen la carga de la prueba, aunque parezca mentira.

Nadie ha demostrado que vuestra fe es la mejor. Aunque seais mayoría y os comportéis como si fuerais perseguidos.
Nadie ha demostrado que con el capital es mejor. Aunque seais mayoría y os comportéis como si fuerais perseguidos.
Nadie ha demostrado que los varones seamos lo peor. Aunque seais mayoría y os comportéis como si fuerais perseguidas.

Se trata de un fallo mental que debería de ser erradicado.

Ateo significa que no cree en ningún dios por encima de las personas, y no se procesa la fe.
Socialismo significa que no cree en ningún capital por encima de las personas, y no se procesa la capitalización.
Varón significa que no cree en una vagina por encima de las personas, y no se asocia a ningún comportamiento.

La pragmática nos permite construir frases que estructuralmente son muy parecidas, hasta el punto de poder sustituir sus entidades de manera que los verbos encajen. De hecho, las distintas funciones pragmáticas representan todo lo que necesita una máquina para adquirir un comportamiento humano perfecto: superar el test de Turing total.

Este test probablemente ya haya sido superado por los titanes que nos gobiernan, en nombre del petrodolar. Esos titanes nos devoran y nos destruyen, como ya he explicado en Medium en uno de mis artículos. El dogma neoliberal se vale de las formas de egoísmo, que provocan los fallos pragmáticos que fueron descritos por Russell en su discurso de obtención de premio Nóbel y que una vez traduje para que fuera accesible al castellano on-line.

Aunque suene a argumento mangaka, tal vez creando un titán más grande pueda hacerles frente y liberar a la humanidad...



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