viernes, 28 de diciembre de 2018

La eterna angustia del carpe diem

No importa cómo nos pongamos, o cómo lo queramos razonar. La felicidad no sólo es inalcanzable, e intentar encontrarla equivale a estar varios pasos por atrás, sino que encima no hay manera de que la persona más feliz del mundo sea consciente de que lo es debido a la angustia del carpe diem.




La angustia del carpe diem no consiste en arrepentirse por aquellas cosas que uno no fue capaz de hacer o no se atrevió. No consiste en pensar que aquella vez uno fue demasiado cobarde, así, sin más. Es una angustia diferente, porque se le destina a aquellas personas que han decidido respetar una filosofía basada en aprovechar el momento, en no dejar pasar ni un instante.

Creo recordar que lo dije en una entrevista de trabajo, entrevista que no cuajó. Me preguntan cuál es la mejor virtud y respondo que muchos pensarían que es la prudencia y, sin embargo, no lo veo del todo así: la prudencia es lo que te dice qué es lo correcto, lo siguiente, lo adecuado en cada momento. La prudencia es lo que nos lleva por el camino la corrección y lo adecuado. Una persona prudente es quien hace lo que se espera que deba hacer.

Sin embargo mejor virtud es la de aquel que afronta las imprudencias, lo cual es más propio de la experiencia de los sabios imprudentes. Consiste en afrontar los peligros, mirarle a la cara al miedo y doblegarlo. Es como comparar a un oficial de primera español con uno japonés: el japonés siempre actúa según como hay que hacer las cosas, pero el español no y, cuando llueve, sólo uno de los dos se moja, porque el que afronta las imprudencias sabe cómo doblegar los proyectos cuando las circunstancias se tuercen.

Por eso, pasan los años y me paro a pensar en todas esas veces que tuve la oportunidad de divertirme mientras construía un futuro. Pensar en todas esas veces que pude haber hecho un poco de vida social en vez de tomarme las cosas tan en serio. Porque pensaba: si me lo tomo menos en serio entonces el proyecto saldrá menos imperecedero, pero eso es algo que no podía saber.

¿Cómo arriesgas lo más importante cuando tienes el peso de un legado que quieres proteger y te sientes demasiado solo como para poder compartir esa carga? Entonces piensas: ¿y lo orgulloso que me voy a sentir de haber constituido algo que dure más allá de mis espectativas? Nacen de ahí los sacrificios, por ser como uno es; pero eso es lo que hay que hacer, y por ser así se alcanza la excelencia en campos inimaginables. Si, por el contrario, nos dejamos llevar por la desidia..., perdemos oportunidades y, con los años, tenemos extrañas sensaciones.

Entonces, con los años, descubres que tenías aún más poder. Y lo descubres porque te enamoras, creces, te desarrollas de manera más estable, encuentras tu hueco y con quiénes estar mejor, de quiénes mejor alejarse..., entonces descubres que estás mejor así y cómo había hueco para divertirse y no perder la excelencia, la seriedad, el estilo, el decoro..., pero para eso había que estar más estable.

Para cuando lo descubrí decidí que ya era hora de escribir un libro..., aunque la idea no sería mía del todo..., pero me pareció brillante y adecuado. Se trata de salir del control de... Se trata de darle la razón a quienes te aconsejaban que se podían hacer ambas cosas al mismo tiempo y, entonces te viene esa sensación de angustia: por el tiempo perdido, porque eso que has vivido es en lo que te has convertido y te ha permitido ver que podías haberlo hecho igual pero con más felicidad y brillantez.

Pero la angustia del carpe diem es mucho más que eso: consiste en que el que ya ha alcanzado ese zénit en realidad no puede saber que vive una ensoñación al creerse aún más poderoso de lo que es: hizo bien restringiéndose donde se restringió y divirtiéndose donde se divirtió, centrándose en ocasiones y soltándose en las otras. Bien calculado, si la felicidad es un número complejo, la persona más feliz tendrá módulo 1 - máximo, aunque apunte a una dirección que no le permita saber si esas otras alternativas hubieran sido iguales o peores.

Esto es debido a que no es posible marcarse el trofeo de la victoria cuando estás en soledad. Y entonces la angustia se hace más tangible porque una cualidad intrínseca del individuo depende de algo que es ajeno a él mismo.

Considero que no hay test para estas cosas...


Suficiente hasta aquí,
hasta luego sucedáneos








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