miércoles, 26 de diciembre de 2018

Cuando defiendes la presunción de inocencia

Lo que provocó que me bloquearan Twitter de por vida fue la mera defensa de la presunción de inocencia.

https://www.youtube.com/watch?v=A6hCl0vY1hE

Y no hay más: si defiendes la posible inocencia de una persona que cae mal (y no por otro motivo en especial) a los administradores de Twitter, entonces te bloquean.




Hace años, cuando ya estaba vigente la ley de violencia de género, estaba andando por la calle y entonces, al cruzarle a una chica (a medio metro de distancia) ésta me miró de una manera anómala, no recuerdo cómo reaccioné (supongo que hice el ademán de ignorarla) y al continuar andando ésta empezó a gritar algo así como "¡agresión, violación!", o cosas por el estilo.

No recuerdo los detalles, porque fue una situación trivial y absurda con una desconocida, una espontánea.

Antes de continuar voy a poner un poco de música.

El asunto es que, como no podía ser de otro modo, nada más comprobar que se refería a mí no agaché la cabeza ni me fui corriendo (cosa que ni se me habría ocurrido hacer), automáticamente saqué el móvil y llamé a la policía.

Y ahí estaba yo, en mitad de la calle, mientras una perturbada gritaba que si violación o a saber qué tonterías. Y coge una agente el teléfono: "¿sí, hola, policía? Es que acabo de marcar el 091 y quería comprobar que sois la policía"....(conversación que no recuerdo).... "que aquí hay una que se ha puesto a gritar que si violación o cosas así".... "pues estoy en una calle..., con edificios, acabo de ver pasar un coche" .... "pues, no sé...., es una subida que va a la estación de autobuses de Cartagena, pero no es una calle muy..., y estoy frente a un edificio muy..."

Vale, lo admito, le estaba medio tomando el pelo; pero eran las 16'00 de la tarde y hacía un bochorno de aburrimiento que no veas. Y, todo hay que decirlo, la conversación era fluida y no había desdén o hartazgo en las respuestas de la agente.

El asunto es que me dijo que no colgara el teléfono, por si la cosa se torcía y necesitaba algún tipo de ayuda. Y claro, entonces yo me paré a pensar: ¿por qué iba a necesitar ayuda de ningún tipo: estaba ante una perturbada que no conocía de nada y que se había puesto a gritar sin haberla tocado? ¿Qué tendrá mi mirada...? Uhmmm, debe ser una de esas miradas agresivas psicológicamente (en el supuesto de que fuera la mirada, que tampoco es que al final de la historia me quedara con nada claro).

Fue el caso que cruzó una patruya de la policía y les hice el alto, con el teléfono en mano le describí a la agente que había visto un coche de la policía y que salía de él dos señores disfrazados de policías; pero que no podía saber si eran agentes o gente infiltrada o alguna cosa. Llegan los agentes ante mí, y les comunico que estoy hablando con la policía, con ellos, que debían estar conectados..., más coñas..., vale, pero es que me aburría.

Los agentes se ponen a escuchar las reclamaciones de la chica, que empezó a decir barbaridades sobre lo que yo le había hecho; a lo que apareció la farmacéutica desmintiendo todo lo que dijo. Sin ir más lejos inclusó a su disparatada historia le invité a que detallara y escenificáramos lo que supuestamente pasó..., se le desmontaba todo, o no explicaba gran cosa.

Mientras tanto, ¿cómo iba a fijarme en alguien como tú teniendo a esa pedazo farmacéutica? Que bueno, según la edad podría ser mi madre, pero tenía buenas..., se las señalé a los agentes como diciendo "eso sí, pero eso otro: pues no". Vamos, que si la loca esa se mete conmigo, pues donde las dan las toman. Aunque, claro, las cosas como son: la una las tenía interesantes y la otra bien planita que estaba como para que nadie se interesara por algo así. Vamos, que mucha broma..., algo veraz también era.

No recuerdo muy bien el desarrollo final de la conversación, desde el punto de vista filosófico se podría considerar que mis comentarios eran machistas - pero no trasgredía ninguna ley o principio ético ni moral. Era ella la que se había puesto a chillar mentiras en mitad de una calle que, en ese momento, estaba desierta. Cuando me preguntaron los agentes qué querían que hiciera con ella mi intención nunca fue cursar ninguna denuncia (mucho rollo, para un daño que no percibía hacia mi persona); solicité que la mandaran ante un especialista (bueno, en realidad los términos que usé incluían palabras como loquero, camisa de fuerza y cosas así, no me acuerdo). Todo sin acritud.

Muy probablemente la chica no habrá tenido que lidiar con ningún especialista de nada..., no sé. Lo mío era más una recomendación a modo de servicio público que una petición personal. Sin embargo, este tipo de cosas no me habían pasado nunca.

Hay que decir que, cuando era adolescente y no existían leyes tan estúpidas de ese tipo, una mujer me asaltó en mitad de la calle gritando "¡Huy, no me querrás violar!". Ni me percaté de porqué me dijo eso: ¿me acerqué demasiado? ¿Le miré donde no debía? Y le respondí que yo era violador profesional y que ahora me había tropezado fuera de mi turno; recuerdo ese momento porque, casualmente, pasaba un policía por ahí y preguntó qué estaba pasando. Ante lo cual le repetí al completo el argumento que le di a la señora.

La ironía y el absurdo funcionan perfectamente cuando estás ante un ambiente de sentido común. Con las leyes de violencia de género situaciones que evidencian un absurdo mucho mayor se obligan a resolverse de manera mucho más meticulosa y, total, ¿para qué? ¿Voy a dejar de hacer chistes machistas contra energúmenos que lo están pidiendo a gritos?

El humor negro es algo que no debe usarse en contextos en los que se fomenten el acoso, de ahí mi repulsa a lo que hizo Bodegas: el humor negro debe hacerse a la cara. También estoy en contra de las amenazas que recibió ese mal cómico: la necedad no puede pagarse con violencia. Seguiré defendiendo que la ironía, cuando es doliente, debe quedar marcada con claridad para que el liderazgo del cómico no alimente el liderazgo del criminal. Es decir, con las debidas barreras de la falsedad o la desautorización cualquier cosa es admisible, siempre y cuando no haya niños cerca.

Sea como fuere, me pregunto qué pasará cuando las personas moralmente bien puestas como la farmacéutica o la agente que me atendió por teléfono (que fueron quienes lideraron cardinalmente la trifulca, cuando los dos agentes simplemente casi como que se dejaban llevar) dejen paso a las futuras generaciones ¿Están las siguientes generaciones preparadas para lo que se les viene encima?

Espero que sí.

Hasta la próxima





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