domingo, 16 de diciembre de 2018

El tiempo dirá

He tenido la oportunidad de examinar hacia mi interior, esos recodos del pasado cuando la infancia me hacía creer que los más capaces llegaban más lejos - que había una forma de meritocracia. Entonces sabía que existían las injusticias extremas, pero también creía que existía el trabajo duro como equivalente al talento extraordinario a la hora de conseguir casi cualquier objetivo. En cierta manera, no sé si envidio esa manera de pensar.




La creatividad, las ganas de emprender proyectos, depende exclusivamente de los equilibrios sobre la caja de calcio. Mediante lo que se ha dado a llamar la inferencia activa (Active Inference), se considera que con el mantenimiento de la homeostasis se puede explicar la creatividad. En los estudios más punteros se utiliza un modelo estadístico que, a mi juicio, es bastante deficiente (usan jerga bayesiana), cuando bien podrían valerse de otro tipo de álgebra mucho más adecuada y que encajaría exactamente con esa filosofía.

Pero a mí no me preguntarán. He estado desarrollando el álgebra que dejé a medias para el Reinforcement Learning, entonces yo lo llamaba estudios de un álgebra espacial. Me parecería interesante intercambiar pareceres, o testear con los nuevos conocimientos que tengo esas operaciones..., pero cuando no confían en ti, cuando te ves no solo - aislado... No diré que no es que no tenga ganas, pero la verdad es que tampoco tengo un especial interés.

Y lo he concebido. Tengo el diseño perfectamente en mi cabeza. Si escribiera un libro sobre este tema lo llamaría "Strong Design Intelligence", y me valdría de mis diseños más actuales. Diseños que no me he planteado ni divulgar, porque máquinas mucho más simples no han podido ni asomar la cabeza.

Luego pienso cómo combinaría mi SDI con las estructuras que uso para el reconocimiento de lenguaje natural, y se me cruza también el modelo que intenté divulgar - y que los pares despreciaron haciendo comentarios que no eran constructivos en absoluto, para que sirva de algamasa.

Se me ocurren muchas cosas diversas, pero no veo ninguna clase de futuro ni de imagen que defender. Más que nada porque en el mismo instante en el que poco a poco me haya constituido una imagen sólida, aparecerá una megacorporación y me destruirá o la cuenta, o el ordenador o lo que sea. A saber. Yo no pinto nada.

Desde hace tiempo ya aprendí a tener desapego a lo que dejo en cada máquina, con sistemas de resguardo, ¿no almacenando nada personal? Más bien despreciando la idea de lo que entendemos por personal..., creo que he renunciado a mi propia identidad, o a tener un lugar de trabajo. Porque nunca he podido tener nada que sea mío. Todo lo más, mi espacio en archive.org cuando se busca mi nombre, o los documentos que registro oficialmente en España bajo mi propiedad intelectual.

Seguiré buscando repositorios. Más allá de DVD's o pendrives.

Sin embargo, no hay mucha diferencia entre guardar una estructura maravillosa en github y hacerlo en un DVD. Miro a mi alrededor y sólo me observo a mí mismo de pequeño: con niños, algunos crueles, otros risueños, creyendo que el mundo se mueve por las ilusiones de quien más se esfuerza al igual de quien tenga más talento y que, sólo en casos muy lejanos, existen las injusticias insalvables.

Es como si yo fuera un espectro al que todos esos niños atraviesan sin darse cuenta de todo cuanto sucede a su alrededor. Y no seré por más tiempo aquel que esperaba en el vórtice agazapado a que los niños no se caigan de su ensoñación, pues sospecho que ya nadie comparte sus sueños conmigo y mi síndrome post-traumático me evoca a guerras en mundos demasiado lejanos para toda esta gente a la que jamás llegaré a conocer.

Siempre quedará esa duda: ¿daré con una sociedad que quiera debatir sobre tecnología, probar y ser escéptica con lo que le enseñaron? O también, ¿daré con una sociedad que quiera leer mis novelas sin que se enfade porque defienda que las civilizaciones tienen arcanos que nos hacen confundir la ética con la moralidad? O, más bien, ¿encontraré ganas para invertir mi tiempo en hacer esa clase de búsquedas o me conformaré con lo que tengo para evitar más frustraciones?

Según los cálculos de la inferencia activa, y en virtud de mi experiencia, no me vale la pena esforzarme ni un ápice. Continuaré con esta extraña deriva siniestra mientras palpo entre las paredes un resquicio, una grieta, una posibilidad..., y entonces, con la contundencia que me ofrecen mis herramientas, que son las más duras de la historia, abriré brecha sin saber cuál será mi destino o lo que me depare al otro lado. No hay otra.

Saldré de este sucedáneo laberinto aunque sea post-mortem.


Nos leemos,
sucedáneos




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