viernes, 13 de octubre de 2023

Los cuatro modos del habla

Detrás de las más grandes empresas existen los más grandes robos, eso se puede comprobar a la hora de ver que mis blogs no pueden tener anuncios: nada más simple como decir qué entradas infringen la calidad de los anunciantes pero... Al parecer siempre hay un administrador al que se le da suficiente poder para abusar, o simplemente se considera conveniente atacar a esa víctima por el enorme valor que supone el robarle.

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La manera que se tiene de tratar con una persona se estudia por el tipo de mensaje que se usa. En el juego de competición más genérico ese modo que tiene cada agente de interactuar supone una manera única de ser: se puede ser dramático, sarcástico, paródico o gótico. En una red social es factible encontrar distintos usuarios que se comporten de cada una de esas maneras, y está claro que cuando habla el usuario sarcástico no es como cuando habla el usuario dramático. Hace falta cambiar el modo de habla para darse a entender en condiciones.

Dentro del drama existen distintos subgéneros: ya sea tragedia, comedia, romántico-pastoril, etc... Estos subgéneros encajarán fácilmente por su estructura con lo teorizado en este blog como el género único. Y es que el modo del habla es independiente del género, o una manera de categorizarlo adicionalmente. Es decir, tras contar el drama de la Cenicienta se puede replantear como una parodia, y observamos que aunque la estructura de la historia sea la misma existen unos modos que han cambiado.

Estos modos se observan en el marco del lenguaje escogido que, a pesar de coincidir principalmente en el corpus del original también se acaban mezclando con un corpus que es de otras temáticas. Esto es, si Cenicienta fuera una elucubradora que quisiera dominar el imperio con mano de hierro para convertirse en la madrastra de Blancanieves entonces la historia tendría carácter gótico. La sátira se encontraría si se recreara una parodia de esta clase de comportamientos tan perversos.

Puede parecer pornográfica la posición que ocupa la sátira, así como lo gótico, considerando que el drama conserva la pureza literaria. La escolástica no habría admitido demasiadas bromas al respecto. Sin embargo todo apunta a que esta percepción es puramente moralista. La ausencia de obras góticas o satíricas de calidad puede hacer creer que realmente se trate de pura pornografía, cuando ya, desde el romanticismo alemán, se pudo comprobar que no se trataba de meros cuentos infantiles o chistes pornográficos. Las sátiras no consistirá en ver actores desnudos en una obra, adolescentes cornudos persiguiendo a hadas malterminadas de vestir en un jardín. Exponerle al público sus obscuras pasiones también puede tener un sitio dentro del arte escénico.

Así que en el juego de competición más genérico debemos considerar los cuatro tipos de usuarios: el que ataca al competidor, el que defiende al competidor, el que ataca el tema y el que defiende el tema. 

En el drama hay una defensa de un mensaje, por encima de sus agentes: la tragedia, así como el amor, cuando es el tema arrasará con los personajes de la historia. Da igual lo que hagan los personajes, el tema central, que puede ser la lealtad, la belleza..., no puede ser adulterado por sus personajes. Éstos caerán y tropezarán ante su presencia para tener finales tristes, graciosos, condescendientes...

En la parodia se defiende a los personajes, el amor no es más grande que el amante, la fuerza misma no es más grande que el luchador, siempre que se espere que vaya a pasar algo el protagonismo del agente machaca al concepto en sí. Para parodiar un tema hay que replicarlo desde el reconocimiento de sus signos. Dada una obra conocida se parodian sus personajes convirtiéndolos en dioses que bailotean esas historias como si fuera un juego de niños. No podrán replicar tales historias, porque están por encima de los sufrimientos que en ellas se presenta.

En lo gótico tenemos un ataque directo hacia los personajes, la moralidad del personaje se deja llevar por los temas que se le presenten. En el mundo gótico el vicio debe ser lo más habitual, si algo puede convertir a alguien en perverso entonces lo volverá perverso. Al menos esa sería la regla convencional. Lo gótico extrae lo más obscuro de la sociedad y lo pone en primer plano. Los personajes se subyugan a los acontecimientos para crear historias donde ellos mismos son responsables de su propio sufrimiento.

En lo satírico tenemos el ataque hacia los mensajes, en esta ocasión observamos el carácter efímero de los personajes y cómo parodian los comportamientos más obscuros. Bajo un esquema que recuerda al relativismo moral ya no hay nada que sea capaz de sostenerse. En cierta manera los personajes se dejan llevar por unas circunstancias que están muy por debajo de ellos y les hacen corretear por todas partes. Entre las sátiras bien se puede añadir comportamientos absurdos que recuerda la emoción del miedo, con criaturas mucho más poderosas que la capacidad que tenga nuestro discernimiento.

Ciertamente, esta clasificación es la que me ha llevado por el camino más estable, y se atiene a la superestructura que vengo defendiendo en este blog. También encaja con algunas referencias que he estado leyendo al respecto.

Si se va a tener una máquina capaz de jugar a un juego de competición donde se ataca a jugadores y temas esta red social, para que sea realmente cerebral, deberá jugar siempre dentro de la creación de un subjuego para alimentar cualquiera de estos modos: se gana experiencia en la síntesis de todos los juegos en esa máquina de Turing general, pero se juega dentro de una máquina de Turing determinística en específico.

Lo que identifica a la red social es la capacidad de síntesis que tiene para hacerse trascendente.


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