Desde que me echaron de Twitter han pasado años, tal vez más de cinco y no se me va a permitir volver a entrar hasta que reconozca la bajeza moral que quieren que ponga. Y me parece repulsivo.
Cambian de jefe pero sigue siendo exactamente igual: si un político es amenazado de muerte la política Z se puede permitir el lujo de NINGUNEAR las denuncias del político, y eso lo que hace es FOMENTAR EL ODIO Y LAS AMENAZAS DE MUERTE. Lo escribo con mayúsculas porque juro que hasta ahora solo he recibido idioteces como respuesta.
Y como solo he recibido idioteces, aquella persona que se dedica a ganar votos, la señora Z, a cambio de fomentar el odio y las amenazas de muerte, yo a esa persona le acuso de comportarse como una zorra. Y, al ser una representante de la ciudadanía considero que el votante está legitimado para pensar así.
Entonces Pablo M. Iglesias acabó dimitiendo, no por las amenazas, sino por su ineptitud. Y entonces la señora Z pasó a devolverle un comentario que hizo él lleno de odio en un momento en el que se sentía glorioso dentro de su intolerancia: "cierre al salir".
Ante ese contexto esta es la frase que borraron de mi historial y que me exigen que borre yo también:
@monasterioR AHORA SÍ. La última vez que lo dijiste demostraste ser una zorra.
Ahora sí es correcto criticar de esa manera a Pablo Iglesias, cuestionar su confiabilidad cuando se quejaba de que había recibido en su domicilio unas balas en un sobre equivale a seguirle el juego a las amenazas contra los políticos. Cuestionar a una potencial víctima de terrorismo es no condenar el terrorismo. Se pueden cuestionar las palabras de odio, cuando se citan tal cual, pero no la llamada a la condena de la violencia.
Ahora bien, en Twitter vemos aberraciones mucho peores que la frase escrita en negrita. La cosa es: ¿por qué he sido realmente baneado? No tiene nada que ver con el contexto de la frase, ni la de esos palurdos en el bando A o en el bando B.
El problema es la evidencia de idiocracia que se está montando: en Twitter hay administradores que se toman la justicia por su mano porque no se rigen por un código deóntico. Así que tienen que usar criterios de polaridad: el del bando de la izquierda tiene que favorecer a la izquierda, o los administradores de la izquierda no lo apoyarán; el del bando de la derecha tiene que favorecer a la derecha, o los administradores de la derecha no lo apoyarán.
Obviamente lo que hay que hacer es despedir a todo administrador que se comporte sin un criterio objetivo.
¿Van a banear a todo aquel que use una palabra malsonante? ¿Solo cuando se aplique con representantes políticos?
Nada de eso tiene sentido, y me consta que no lo aplican. Porque esos políticos son los primeros en incumplir esa regla. Todo, en definitiva, es una farsa basada en mantener el corporativismo.
Ahora resulta que no podemos cagarnos en la virgen, ni cuestionar los principios de los representantes vinculándolos con la prostitución..., lo que vemos en Twitter, que suele incorporar un linchamiento contra individuos que no suscribe el despensamiento de la izquierda (como me pasó a mí) o que no suscribe el despensamiento de la derecha (como también me pasó a mí), ahí los administradores no solo no protegen a quien está siendo linchado, sino que además aprovechan para penalizar a quien es linchado.
Todo eso es una muestra de que no se sabe lo que es la confiabilidad en los representantes, ni la libertad de expresión... Esta es la gente que va a cortar el pastel, y dentro de unos años veremos desastres mucho mayores.
Cada cierto tiempo vuelvo a pedir que revisen mi caso, pero una y otra vez siguen insistiendo en que tengo que "borrar mi twit", cuando eso es algo que ya han hecho ellos mismos. Ya digo, en cuanto se extienda al comportamiento generalizado veremos en los bares, en las calles, en las casas y en las aulas justo la bipolarización de Twitter, el falso arbitraje y, por supuesto, la preponderancia de la intolerancia.
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