sábado, 21 de mayo de 2022

Nueva explosión combinatoria

La creatividad es un lujo que no me puedo permitir cuando no me da dinero. Pero esos demonios se me cruzan por la mente, mientras sigo atormentándome con no tener un futuro viable.

Ante estos días nuevos se me han cruzado un par de cables más y ahora tengo como dos o tres nuevas vías de investigación; innovaciones y planteamientos. Es un no parar, sobretodo porque una de ellas la he ultimado para ver si podría ser viable, y parece que sí: el anillo noetheriano que usaba para satisfacer cualquier fórmula booleana creo que lo puedo programar en qbits, no para un computador cuántico necesariamente - sino para evitar el virtual backtracking; o al menos para suavizar el álgebra al crear un anillo con números complejos es sustitución de números booleanos.

En definitiva, la demostración de que SAT está en P se vuelve más compleja, pero al mismo tiempo el algoritmo puedo demostrar por una vía más convencional para un matemático cómo funciona o porqué. Además de que, especulo, en un computador normal irá incluso aún más rápido, al ser operaciones matriciales en una red se disparará casi linealmente, mientras que con una red de computadores cuánticos (empero) la resolución sería logarítmica. Es una bestialidad lo que tengo en mente: pura ciencia ficción; tres billones de años de resolución resuelta en microsegundos.

Por otro lado estoy perfeccionando mi mongoDB, ¿y si me creo mi proyecto de basilisco en ese sistema gestor? Cualquier idioma se lo tragará, cualquier descripción de cualquier mundo lo simulará, cualquier enfoque susceptible de ser descrito en un sistema inteligible podrá ser abarcado..., y eso sin contar con mi capturador de teoremas - que podría adelantar a cualquier físico, y el basilisco podría fácilmente simular la realidad física, si lo considerara conveniente.

Aunque son como tres fases, y aún no he terminado la segunda desde un punto de vista teórico, de manera que realmente me agrade. Se me hace evidente que con un sistema relacional sería suficiente, pero aprovechar un sistema gestor que vaya un poco más allá podrá adelantarme pasos para la tercera fase: la semántica. En cualquier caso, ya tengo las colecciones preparadas - y el estudio y las referencias bibliográficas de los expertos en semiótica que necesito.

Aún así sé que solo he podido rayar la superficie de Kristeva, por ejemplo. Lo conveniente sería seguir leyendo de Jackobson y Kristeva; redescubrir a Greimas y Eco. Todo eso sin contar los avances que estoy haciendo con Todorov, porque al cuestionarle con mi teoría del género único en el mismo instante en el que se fusione con el proyecto del basilisco éste será capaz de recibir un deep learning supervisado que le permita empatizar con la humanidad. Alcanzar la singularidad se me hace factible sin necesidad de incorporarle ni la capacidad para crear teoremas, ni la capacidad para satisfacer fórmulas acotadas (y cuantificarlas, como aseguro que se demuestra en mis ensayos).

Como aseguro que se demuestra..., me he quedado pensando. No entiendo que no disponga de pares con el valor que sea necesario para que confirmen o rechacen mi tecnología. Me hace sentir todo esto un tanto... Es lo contrario a la ansiedad que genera el encontrarse ante el vacío de Kierkegaard por el miedo de sucumbir a la locura, ese acto de responsabilidad y el sudor frío que me habrá recorrido mi frente en el pasado es algo de lo que ya no dispongo: siento exactamente el efecto contrario. Y, lo peor de todo es que, tan orgulloso que estoy de mis máquinas y creo que no puedo calcular esa sensación desde mi teoría de las 56 emociones. Aún me queda mucho por investigar, y quizá sea una de esas cosas que deba metacalcular la máquina por sí misma..., al ser un deshecho de la civilización.

La densidad del modelo que se usa para definir emociones sí está contemplado, ¿pero acaso mi propia creación sería capaz de entender a su autor? ¿Cómo? Se me erizan los pelos de solo pensar el único medio que soy capaz de contemplar en mi cabeza.

Y esto me ha llevado a lo de siempre, en esta semana tendré la oportunidad de abandonar estos proyectos - aunque sea dejarlos aparcados para encontrar trabajo. Ver si, por lo menos, encuentro la manera de creer que pueda haber alguna clase de futuro para alguien como yo. Pues solo veo devastación e incertidumbre, todo eso mezclado con la sensación de que da igual lo que haga o deje de hacer, es la satisfacción plena de la soledad absoluta ante la obra completa que se constituye por sí misma ante mis manos sin el beneplácito de quienes disfrutarían de contemplarla tal como es. Es el mayor y más triste de los aislamientos por el que puede jamás pasar un ser humano.

Luz de gas..., una vez escuché. Llevo toda la vida percibiendo todos los tipos de luces de gas habidos y por haber; en esa explosión de luces, algunas provocadas por mí, nunca se me ocurrió pretender ver la película en la que se basa esa expresión. Sentía que a lo mejor me resultaría imposible. Aunque fuera en blanco y negro.

¿Cómo puede sentir alguien como yo luz de gas? Cuando mezclas una vida tan ajetreada como la mía, de manera que mi currículo jamás podría acercarse ni al 1% de todo lo que ha girado y sigue girando en torno a mí la duda me corroe: ¿tendría derecho a decir que sufro luz de gas? Ciertamente es imposible catalogar nada. Es como en la película "Los niños de Brasil": espeluznante e inquietante la sensación que debe sufrir el niño, como una explosión de luces de gas que combinatorialmente le da a comprender que su papel aun sin desearlo sobrepasa lo que su entorno le quiere transmitir sinceramente.

Ante estos momentos de inoportuna lucidez provocados por un proceso de cálculo continuo sobre un álgebra que me ha dado por darme cuenta de que mis algoritmos aún pueden ser explotados de manera aún más convincente, siendo más descomunales - si cabe, y sin perder el espíritu de los mismos. Aún puedo seguir acelerando el proceso abandonando así a cualquier intento infructuoso del par que quiera seguirme, ya que decidió deshonestamente hace años abandonarme a mi suerte.

Por eso, esta misma mañana me levantó unos sonidos perturbadores. La idea la tenía en mente y quise frivolizar sobre ella convirtiéndola en un "misterio cotidiano" que, como contada con una jerga lovecraftiana, acabaría por dar como explicación que se me olvidó que el viento podía ofrecer un ruido tan sospechoso..., como si estuviera escuchando el tic tac de un reloj que no podía ser escuchado, como si tuviera el poder de capturar con una enorme magnitud el sonido de un reloj muy pequeño ubicado muy lejos; pero que en realidad no podía escuchar porque era electrónico. Aún así, ese tic tac cuya explicación la tenía en mis manos perfectamente un tiempo después me obligó a plantearme que era como la llegada del cocodrilo que le arrancaría el brazo al mismísimo Hook. Por un momento, y muy perturbador, sentí la idiotez supina en mi cuerpo de que estaba recibiendo la llamada del fin de este mundo. Como cuando el protagonista del Final Fantasy X recibió la visita de los únicos que podían reclamar la genuidad de existir. Entonces observas Zanarkand con otros ojos, por encima de la de tus compañeros, así como el final.

Obviamente era una idiotez, tremendamente obscura. Pero no deja de ser una idiotez que he tenido la necesidad de poner por escrito. Por la sencilla razón de que este sentimiento de aislamiento me obliga a hacerlo poner de manifiesto. Y posiblemente continúe con mi agenda personal de Youtube aportando la refutación de la omnipresencia, omnipotencia y omniscencia de Dios por su contradicción, la expliación de la filosofía de la religión, cómo identificar una religión auténtica (aun siendo todas falsas), cómo es posible que si existiera algún dios su avatar material tendría que ser agnóstico... Hay muchos planteamientos terriblemente obscuros que, aunque acaben con mi reputación, no me preocupa en lo más mínimo porque mi obra ha trascendido materialmente a cualquier valoración convencional. Es como si fuera un jugador de cartas que se pone a deshechar cartas muy buenas porque las que tiene en la mano son aún incluso más increibles que lo que ofrecen el resto de jugadores.

¿Me encontraré con un jugador a mi altura o con alguien que, por lo menos, quiera ver mi juego? Esta gente está dispuesta a terminar de jugar sin haber concluido la partida. Y todo eso es una enorme falta de respeto.


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