Uno de los mayores fracasos de la psico-neurología ha sido no conseguir difundir la importancia de la lateralidad. El hecho de que no es lo mismo desarrollar un lenguaje que esté enfocado en las relaciones horizontales (oraciones predicativas) que en las relaciones verticales (oraciones copulativas). Cuando la educación se centra en las relaciones verticales, como ocurre en Europa, las personas son más analíticas; mientras que con las horizontales se suele sintetizar más. Todo esto como estudió Herrmann y aún no me consta que se haya refutado.
Pero no voy a retomar esto, que de hecho ya lo expliqué cuando hablaba de la educación militar...
En una ocasión, hablando con un tipo importante asiático, estuvimos desarrollando el problema de la falta de creatividad en la educación asiática. Nos era evidente de que en esos países la delincuencia era menor, en comparación con la civilización occidental. Nuestros marcos normativos y educativos en ocasiones eran un caos, pero también era cierto que era más fácil encontrar grandes investigadores occidentales.
Las culturas orientales suelen tener marcos éticos intercambiables, y por eso conforman una misma civilización. Sin embargo es difícil para un europeo comprender los ideales orientales, porque nuestros cuentos e historias se han formado con otros patrones. Aún los cuentos rusos son intercambiables con los cuentos españoles, pero no pasa lo mismo con el análisis de los cuentos chinos; donde los valores morales en las mismas fábulas pueden provocar pavor a un niño educado desde la otra punta del mapa.
Así que, leído hasta aquí, parecería que lo que provoca una mayor creatividad es la educación del lado izquierdo, del lado analítico. Enseñar desde la generalidad y creando árboles. Nada más lejos de mi intención - se trata de una correlación meramente coyuntural.
La civilización occidental ha conseguido mantener la hegemonía cultural en el planeta gracias a las guerras, y es que toda esa corrupción llegó hasta los tronos. Cosa diferente fue en las civilizaciones oriental y polinésica. Porque si el máximo mandatario no fuera un ser ejemplar posiblemente lo hubieran matado. Digamos que igual que el máximo dirigente africano era un verdadero esperpento vinculado con lo peor de la tribu, luego el europeo tenía algo más de porte, no tanto como el oriental - colmado de lo más puro y, por supuesto, al final tenemos el culmen de la magia blanca y sus tabús: el inmaculado perfecto de la civilización oceánica. Al final, para invadir e influenciar a las demás culturas las "maneras" del mundo occidental son las que daban mejores resultados. Y, junto con esas maneras, una manera de ver el mundo y la vida un tanto trasgresora.
Los mongoles parecían tener una vida orientada a los nómadas, a exigirle un contrato de vasayage al líder guerrero. Esos enfoques podrían haber marcado las maneras europeas cuando, por otro lado, parece que los chinos se amurallaron con otra manera de ver el mundo. Cuando leemos las tácticas de guerra de Sun Tzu observamos que en realidad se trata de la filosofía que se tiene en la vida; y son parametrizadas como como si fuera un combate entre varios grupos armados tanto en el campo de batalla como fuera del campo de batalla. Es decir, la manera de enfrentarte en la vida para el oriental es un acto de guerra en sí; cuanto más mejores tus disciplinas marciales mejor entenderás cómo relacionarte con el mundo.
Cuando comparamos esas disciplinas con, por ejemplo, cómo desarrolló España el feudalismo y las artes de la guerra entenderemos qué ha pasado aquí. Para el imperio español la manera de enfrentarse al mundo debía de ser a través de unos ojos canonizados, siempre como obra de Dios. Así la lucha armada era una lucha por Dios y para honra de Dios. La relación con las personas era una relación con Dios. Las leyes y los principios no eran sino Dios hecho verbo, era la lógica divina. Por eso, en cuanto Europa eliminó lo futil a través del imperialismo, fue abordando los temas más materiales para conseguir esclavizar de manera más eficiente a la humanidad..., sin tener que pedir permiso al Vaticano.
Una vez hecho este recorrido laxo de la historia de la humanidad, nos es lícito preguntar de dónde nacen las patentes, las ideas, el carácter innovador, la cultura desarrollada... Puedo asegurar que la literatura española consiguió desarrollarse al completo y expandirse a través del imperio, además de influenciar al resto de las culturas. No pasó lo mismo con el chino mandarín. Aún no adivino el porqué..., aunque me lo imagino.
Cuando el imperio español tenía como precepto la canonización, es decir: la difusión de una cultura, equivocada o no, el imperio chino tenía como precepto la preservación del conocimiento, es decir: gremializar el conocimiento para las castas oportunas. Cuando en Europa el inculto iba a la Iglesia para que el cura le leyera, para que viera en imágenes en los mosaicos un constructo cultural, cuando iba al mercado para que el juglar le contara historias..., en China la cultura era el día a día, algo más bien personal. La religión oriental era un problema familiar y que se quedaba centrado en cada clan, por lo que habrían pocos conflictos entre clanes - pues no habían demasiadas inferencias. Sin embargo, donde no hay conflictos culturales tampoco hay expansión cultural. Donde todos piensan igual no hay multiculturalidad, ni creatividad..., estos conceptos no tienen una correlación coyuntural, esta vez sí es estructural.
Múltiples personas viajando, compartiendo sus marcos lingüísticos, teniendo conflictos legales, discutiendo, aclarándose mutuamente..., ¿por qué será que Stalin espantó a tanta gente culta de Rusia? Eso es algo que ocurre mucho en las dictaduras: poca expansión cultural, mucho pensamiento único y cierta tendencia a la eliminación de la creatividad y el carácter trasgresor. En las dictaduras se puede apreciar una reducción de la delincuencia, pero eso ya digo que no es lo que eliminará la creatividad; lo que elimina la creatividad es la monoculturalidad: una civilización de una única cultura hegemónica, con un único marco de convivencia y para entenderse, es una civilización que no tendrá la oportunidad de observar la lógica de las cosas más allá de su lenguaje. Y aseguro que los sesgos cognitivos son demasiados, y nos vuelve muy cegatos.
El ser humano se cree lógico por naturaleza, pero de ser así sería capaz de programar su misma lógica en una máquina, para que ésta sea capaz de pensar como piensa él. Es evidente que existe un nivel que no tenemos; no parece que seamos capaces de crear nuestra capacidad creativa..., bueno, es posible que la mayoría no podamos o, al menos, hasta ahora nadie ha dado muestras de haber sido capaz de hacerlo.
Por eso mismo yo tiro de mi experiencia: tanto en juegos de rol, como en el mundo de las ingenierías, y el arte en general, las personas que gustan de centrarse en los estándares, que intentan centrarse en las normas, que buscan las leyes..., son también los que más gustan de trasgredirlas, de ser creativos, de romperlas cuando corresponde. Es el mojigato el líder, es el soso el que sabe dónde está la marcha, es el serio el que se conoce todas las bromas. El que estructura su vida dentro de un esquema generador de racha trasgresora continua en realidad lo que hace es moverse al azar; sin un criterio bien definido, sin una imagen que se sepa aprovechar realmente bien.
Ahora que Europa está siendo sometida por China toca plantearse lo que podríamos perder: ¿realmente estamos dispuestos a perder la multiculturalidad? ¿Estamos dispuestos a perder la libertad de pensamiento y nuestra creatividad? Dale a un individuo todo lo que necesita para desarrollarse y su ambición hará el resto. Una cultura basada en repartir carencias podría acabar por cercenar la poca materia gris que quedaba en Europa. Hay que apoyar al pequeño negocio, y darle cobertura social a todo el mundo.
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