Muchos se lo preguntarán en ese falso debate: ¿pero qué problema hay con la socialdemocracia? ¿Acaso no es este sistema el que nos está llevando al bienestar?
No ha faltado la entrevista en TV del expresidente Rajoi enarbolando las bondades de formar parte de este modelo socialdemócrata. El problema es que, por supuesto, más allá de la mera propaganda todo lo que dijo eran patrañas y mentiras - no lo acusaré de pretender vender su libro, mi acusación en haras a ser leve es que estamos tratando con un necio.
No será la primera vez que se trata este tema. Veré si esta vez lo expongo de una manera más pedagógica.
Ya he mencionado que la socialdemocracia, tal como la entendemos, tiende a formas de tecnocracia que sucumben en la idiocracia. Sin embargo en esta entrada intentaré ser más gráfico: ¿qué ocurre cuando colocamos en el poder, en el gobierno, a un figurín y no al más sabio? Es decir, ¿qué puede pasar cuando somos víctimas del populismo, acaso existe una forma de comprobar quién es de verdad y quién es pura propaganda? La respuesta es que no podemos saberlo de antemano: el proceso es terriblemente complejo, y la prensa no puede autodepurarse a ese nivel. Así que vuelvo a la pregunta: ¿qué puede pasar cuando volvemos a ser víctimas de la propaganda? El resultado se dividirá entre los que se harten por la decepción y los que traguen una vez más. Y, por supuesto, no me meto en ideologías concretas.
Así, cuando un tipo como yo presente un plan de acción no es de extrañar que sea ignorado por quienes tienen tragaderas y, por otro lado, sea ignorado por quienes ya estén hartos. El sistema socialdemócrata es reaccionario a cualquier cambio; genera mucha autocomplacencia.
Parece sencillo andar por las calles viendo la miseria y las muertes. Si digo que he visto la sangre correr es más fácil encontrar a quien me llame mentiroso; si digo que me han censurado mis testimonios habrá quien me crea y luego se olvide. Es más fácil entrar en la autocomplacencia de que todo va bien porque a nosotros nos va, ¿bien? Más bien porque los que tienen voz han entrado dentro de la propaganda que nos gusta escuchar. Pero también he mencionado qué pasa con el proletariado; da igual que no tengamos futuro, están demasiado ocupados trabajando como para entrar en temas sociales. Yo mismo trabajo más de 80 horas, y es en mi trabajo donde accedo a Internet - si no, es imposible; no tengo relaciones sociales.
La revolución exige formar parte de un mundo social. Y eso es justo lo que no tengo; es la penalización contra los que trabajan y no pueden albergar propiedades al no formar parte del sistema. Trabajar para seguir siendo pobres, gracias Rajoi, ¡qué gran expresidente! Y todas las bondades que tenemos se las tenemos que agradecer. Mientras España aumenta su deuda le sigue el juego a Alemania para unos bonos que sólo han servido, principalmente, para aumentar el clientelismo y la corrupción; no para mejorar el tejido productivo del país. Es decir, el verdadero tejido productivo está en los autónomos (90%) y éstos no han vivido mejoras - sólo propaganda. Y no voy a hablar de las ayudas, porque ni son representativas, ni tampoco un sistema económico se puede sostener en base a ayudas.
Mientras tanto, las pocas empresas que acumulaban los oligopolios políticos han estado aumentando sus márgenes de beneficios tras reducir salarios y derechos básicos por los que los trabajadores verán aumentada su deuda personal y su capacidad para consumir. Obviamente, contra estas medidas el aumento del salario mínimo ha supuesto una medida para reducir la estanflacción generada por las deficiencias en el reparto y, de ahí, se ha reducido el paro - pero la solución no está en aumentar el salario mínimo, sino en acabar con las pérdidas sobre la liquidez en esas acumulaciones antieconómicas que sufre el capital. Es decir, cuanto peor repartido esté el dinero peor funciona la economía, porque entonces las políticas inflacionarias no se vinculan con la reducción de paro.
Mientras el estado sigue persiguiendo al pequeño negocio, en vez de al macronegocio, el modelo económico pegará más bandazos dependientes de las políticas externas y los contextos internacionales. Por el contrario, si se quiere que un país recupere su soberanía para que sus gentes no sean esclavizadas por los intereses extranjeros lo que se debe hacer es alimentar su motor más autónomo, y acolchar los riesgos creando una buena cobertura social.
Tan grandes e inteligentes se autoconsideran los más ricos..., pues no necesitarán ayudas por parte del estado. No necesitarán doctrinas judiciales ni legales para exculparlos de sus ilegalidades, ni tampoco necesitarán ser indultados de sus delitos... Nada de eso sería necesario, si sus baremos pueden moverse al mismo nivel que el resto... Pero claro..., todos sabemos qué hay detrás. Sabemos perfectamente que el nepotismo necesita encontrar tales excepciones porque son amigos..., y esos oligopolios son los que financian al partido, etc... Es así como funcionan todas las socialdemocracias - da igual que se las den de liberales, socialistas, comunistas, anarcoliberales, conservadores, cristianos, musulmanes, nacionalistas..., todos son iguales: al final prevalece el negocio.
Un comunista que cree en la prevalencia del partido político, para mí, no es comunista. Podría refutar su ideología porque lo que diferencia la socialdemocracia de un programa comunista al uso es sólo una única cosa desde mi punto de vista: creer que el pacto social se consigue mediante partidos y sindicatos. La participación capitalizada y, peor aún, crear un poder ejecutivo permanente son incompatibles con la democracia porque provocan en la sociedad unos sentimientos de bipolaridad al darle ventaja a los portadores de propaganda. Por dar ventaja a quienes mejor sepan vender el logotipo del grupo, su esvástica. Venta que se hace contra los intereses del Pueblo, con el fin de potenciar al ente jurídico que protege a esos agentes que parasitan del Pueblo.
Ése ha sido el precio pagado por el oportunismo.
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