Una revolución es una revuelta contructiva, mientras que la evolución es la destrucción de toda revuelta. El camino normal de toda sociedad marcha a su crecimiento, pero ese crecimiento no tiene porqué ser nada bueno o malo, porque lo bueno y lo malo es independiente de lo que es constructivo o destructivo. Asímismo, lo crece no tiene porqué crecer para siempre - puede ser perecedero. Y todo proyecto creado por el ser humano tiene el deber de ser imperecedero, o será un legado tóxico para las siguientes generaciones.
Cuando una generación recibe un legado tóxico tiene el deber de revolucionar, en vez de seguir evolucionando la toxicidad de lo que le han cedido. Todo acto de repulsa ante las revueltas se convierte en un movimiento reaccionario que no ayuda a reconocer lo importante de mantener un proyecto imperecedero. Y proyectos imperecederos pueden ser tan simples como mantener el planeta o tan trascendentes como respetar al género humano.
Nos podemos imaginar qué clase de sociedad es la que dejaríamos a nuestros hijos si éstos tuvieran que lidiar con una moralidad basada en la trata de blancas, donde personas que tuvieran delante estuvieran obligadas a trabajar para ellos. Mientras miran a otro lado, porque eso es lo que les enseñamos, consumirán su posición de poder mientras siguen evolucionando el sistema tal como les fue heredado.
Ese legado sería un legado tóxico, porque de su evolución emergerían tejidos perecederos que harían vomitar a la sociedad a partir de eventualidades que vinieran del exterior, de lo objetivo. En los romanos ese tejido fue vomitado por Espartaco, un acto revolucionario que estuvo destinado a perecer. Pero con el tiempo otro tejido se iría formando: la idea del colono como sustituto del esclavo; es decir, un nuevo modelo económico que funcione mejor. Es mejor tener un siervo que tener un esclavo.
Pero no se entendió el porqué. Por esa razón luego se volvió a evolucionar a hacer que el siervo tendiera a ser esclavo, el trabajador que, para que trabaje mejor, necesita una relación horizontal con el dueño de la empresa es tratado como un recurso más. Y eso puede ser un grave error: porque las personas no son cosas, si se le va a tratar como un recurso deberían de saber que ese modelo está limitado a una realidad básica que le trasciende.
Con la llegada de la robótica parecería que las empresas tienen la oportunidad de trabajar con cosas y sustituir a sus siervos. Pero es otro error de concepto. La falsa evolución podría hacer parecer que el humano es sustituible, pero, aún peor, que necesitamos obligar al humano a trabajar para que se gane el pan ¿Por qué el humano debe ganarse el pan trabajando cuando cualquier animal doméstico se gana el pan sólo por existir?
Cuando una máquina deja de funcionar el dueño invierte en arreglarla, pero sólo la desecha para cuando es completamente inservible en comparación con otras opciones. Al ser humano no se le da el mismo tratamiento: si enferma algunos le culpabilizan, ¿podemos permitirnos el lujo de culpabilizar a la máquina por romperse? Sería estúpido, pero la opción sí es posible con el humano porque éste reconocemos que es más complejo que la máquina. Si es más complejo que la máquina, ¿cómo se le puede comparar? Si el humano enferma lo propio sería invertir para que vuelva a ser como antes, o desecharlo directamente por otro más adecuado. Pero esta fórmula parece que no está en la cabeza de nadie: las leyes intentan poner trabas no sólo por parte del dueño a la hora de responsabilizarse del estado de salud de su "recurso" sino también por parte del empleado para que no sea reemplazado con facilidad. Se habla de "derechos" por parte del empresario y por parte del empleado. Pero esos derechos son parches: el proyecto de la empresa funciona de otra manera, y no tiene sentido ni que el empresario le eche la culpa a sus recursos de la mala suerte ni tampoco tiene sentido que los empleados quieran parasitar de los proyectos.
Los errores de base son de una enorme simpleza: el dueño de la empresa antepone su bienestar por encima de sus deberes de cara al proyecto, y el empleado cree que el proyecto tiene que sostenerle. La cosa es que si esa era la relación que debía tener el empleado con el empleador entonces el contrato nunca fue sincero y, lo que es peor, parece que no se expiden contratos sinceros. Todos los contratos de trabajo suelen ser, o son todos, tóxicos: intentan evolucionar algo que es perecedero y que, en momentos de crisis, emergerá con vomitonas sociales.
El caso es que todos nacemos en un país que dice protegernos. Pero si realmente debemos quererlo eso es porque nos quiere a nosotros por ser individuos, y ser como seamos tal como hayamos nacido. Lo que quiere decir que cada cual debería de tener libre acceso a tener una vida mínimamente independiente, para que la desarrolle en plenitud sin que haya malas pécoras que se beneficien de él.
Los medios de comunicación suelen ser reaccionarios al respecto: intentan fingir que todas las personas tienen derechos, que pueden acceder a los servicios sociales. Pero eso es una mentira - y, de hecho, es de una especial gravedad. Es una trágica mentira mortal y masiva. Es el encubrimiento de un genocidio diario más que aceptado ya sea dentro de nuestras fronteras como allá donde influencian nuestros países y políticas, así como donde no influencian y podrían hacerlo.
Así que los medios de comunicación intentarán sostener el modelo dirigiendo la mirada a temas superfluos, mientras sigue evolucionando el sistema, haciendo que toda revuelta hacia lo importante se desvanezca ¿Qué pasa con los medios que se salten el protocolo? No les irá mal, de hecho la mayor estupidez en la que vivimos queda demostrada al comprobar cómo los medios que reflejan los hechos son especialmente seguidos.
Algunos dirán: si mostramos las cosas como son la gente se frustra y acaba por no comprar el medio. Y no es así: lo que hay que mostrar son las cosas donde avanzan y en qué avanzan; lo que hay que mostrar es cómo lo que no avanza no avanza por ser tan tóxico como es; lo que hay que mostrar es lo que trasciende, lo imperecedero. Entonces no habrá frustración.
Pero si la foto no apunta al vómito social entonces nadie se planteará dónde revolverse, nadie lo hará y, por tanto, seguirán los malos tejidos creciendo en la dirección incorrecta.
No necesitamos que nos obliguen a trabajar para que la sociedad evolucione, esa idea es perecedera y tarde o temprano los veremos resbalarse en el vómito que generen. La pobreza es incompatible con las pandemias, porque se contagia sobre los ricos; la desigualdad es incompatible con la educación, porque provoca revueltas; el parasitismo es incompatible con la producción, porque genera hiperconsumismo; la corrupción es incompatible con el poder, porque genera ineficiencia... Y así..., es muy sencillo. Sólo hay que enseñar dónde está el vómito para que la gente reaccione.
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