domingo, 29 de agosto de 2021

La época de los idiotas

Es inevitable, y también indignante. Pero estamos acostumbrados, porque siempre lo hacen igual: son unos completos malnacidos y unos auténticos hijos de puta. Y que conste que si lo escribo así es para desahogarme, no porque pretenda conseguir ni más ni menos por hacer lo que hago.

Resulta que el Mar Menor vuelve, como cada cierto tiempo, a estar en muy pésimas condiciones - otra crisis medioambiental. Parece que este año se nota demasiado que no se ha hecho nada para eliminar el problema, parece que de este año no se pasa..., ya veremos.

Un partido en oposición en la región ha creado una iniciativa, y empieza bien. La iniciativa legislativa tiene por objeto convertir al Mar Menor en una personalidad jurídica - lo cual es correcto, deseable y lógico. Es lógico porque todos los años estamos igual, y parece que como no se le haga oficial el carácter que le da la ciudadanía entonces, ¿para qué queremos las leyes? Así que la iniciativa, de lejos, está bien enfocada.

De hecho, la iniciativa está bien redactada especialmente en su último artículo y en el primero, que son los fundamentales: que el Mar Menor sea una entidad jurídica y que cualquier vecino pueda querellarse en su nombre. Se me antoja decir que quizá le haya echado en falta algún detalle en esas redacciones, pero hasta ese punto me parece normal.

EL PROBLEMA de esa iniciativa es exclusivamente el artículo tercero: algo que nadie ha pedido y que no se requiere. De hecho, ese artículo dice tal que así: se creará un chiringuito para que un señor se encargue de colocar a vigilantes que se ocupen del cumplimiento de esta ley, además de otros colocados para que investiguen en plan CSI todo lo que le pase a las aguas.

Vamos, que en vez de habilitar una herramienta para denunciar la corrupción política se nos cuela un conjunto de cargos no regulados para colocar más amiguetes. Así, cualquier presupuesto que tenga que sopesar el mantenimiento de esa bahía deberá pasar por ese grupo de sujetos que se encargarán de "ejecutar" la ley. Es decir: menos presupuesto para la recuperación de la laguna, más costes para las empresas ribereñas..., más problemas.

Esto que acabo de decir HASTA UN TONTO se da cuenta. Pero nada..., nos ha tocado vivir la época de los más que tontos, idiotas: cada vez que aparece un problema un político encarece su solución.

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Esto me recuerda al infame Hegel y la basura de su fenomenología del espíritu: que más que un libro parece un cómic parodia del pensamiento universal y la historia. Se trata de un conjunto de citas inconexas que demuestra lo poco lúcida que es la gente al no haber sido capaces de regurgitar algo tan tóxico.

En la dialéctica entre el amo y el esclavo observamos cómo ya ha habido pensadores mucho más profundos que contradicen el pensamiento hegeliano; para Hegel el origen de la humanidad, centrado en el origen de la historia, nace de la confrontación de dos deseos. Y, efectivamente, si bien puedo concordar conque el origen de la humanidad se debe centrar en el de su historia considerar que la historia nace de la confrontación de dos deseos es de una bajeza impresionante.

Así que, en mi afán clarificador, procederé a ir enmendando a medida que vaya citando: se trata de un filósofo de citas, completamente incongruente e inconcluso - y lleno de toxicidad, el clásico discurso de villano loco que debe ser superado con la máxima simpleza posible para que la sociedad trascienda.

El origen de la humanidad se remonta a la primera historia; puedo citar el cuento de Pocahontas de Disney como ejemplo: se observa cómo los indios rodean un fuego y empiezan a contar historias de cómo su héroe venció al oso. También se observa cómo en mitad de la lluvia y la tormenta los ingleses cuentan historias sobre su héroe, de cómo venció a indios. En ambas historias observamos cómo existe un único deseo, no dos, consiste en la lucha del héroe contra lo indómito. Para los indios el oso no es más que una presa, aunque le respeten como criatura viva; y algo parecido debía ser para los colonos ingleses los indios de sus historias: presas a las que superar, no criaturas con deseos.

Así que Hegel sostenía que mientras los animales desean cosas naturales, como la comida, los hombres tienen como deseos otros deseos. Este planteamiento contradice la confrontación de dos deseos en el ejemplo que he puesto: si los animales no tienen deseos entonces ni John Smith confrontaba sus deseos, porque para los que contaban historias los indios no tenían deseos, ni el héroe indio confrontaba sus deseos. Pero esas historias son las que marcan la propia historia, la que marca los hitos de esos pueblos: los colonos invaden y las tribus someten a las fieras.

Pero aquí esto lo que nos obliga es a tener que plantear una definición de qué es lo que monta una historia. Pues bien, según la teoría que sostengo del género único una historia lo que hace es desarrollar una emoción (puedes llamarla deseo, pero quizá esa palabra se me quede pequeña en virtud de lo que más adelante le opone a Hegel para aumentar su torpeza) y cuento con cuatro posibles emociones primarias: las fabulaciones, las congregaciones, las heroicidades y las confabulaciones. El desarrollo de cualquiera de estos cuatro géneros habilita la creación de una historia y, de ahí, el desarrollo de la humanidad y su consciencia.

Para Hegel la consciencia es deseo. Lo cual es otra soberana estupidez. Es imposible incorporar el deseo dentro de la consciencia, porque la consciencia para que pueda definir al individuo debería de incorporar todo lo que no es del individuo para así conformar la fotografía de lo que le trasciende a través de su huella personal. La consciencia, por tanto, no puede ser el deseo - el deseo es, de hecho, la manifestación más básica y animal del ser humano; lo más oscuro y nativo. Tanto el deseo como el miedo, o el dolor, son elementos que marcan el paso de lo que somos, pero lo que machaca y somete a la consciencia no forma parte de ella y menos aún la define. La consciencia, si nos damos cuenta, se puede ver como la capacidad que tenemos para conglomerar todas las experiencias en un resumen inteligible y, por tanto, referenciable. Si no podemos referenciar hacia algo vivido es porque no fuimos conscientes de lo mismo. El deseo, por ejemplo, no es referenciable debido a su oscuridad: si el deseo fuera referenciable entonces todos seríamos poetas y, por tanto, la poesía - entre otras cosas - no existiría.

Está claro que la época que vivimos es una época donde se le va a querer dar la razón a Hegel mediante una teoría que nos hable de la existencia de un amo y un esclavo. Hegel, con su terminología consiguió abaratar el camino para entender algunas cosas básicas, pero en el fondo todo acaba deshaciéndose como él mismo se irá percatando. Sólo quedará la disonancia cognitiva para vestir las contradicciones de ironías, o elementos más "profundos".

Si Hegel viviera nuestro tiempo sería uno de esos tertulianos que no son capaces de ir más allá de su algarada. Con su intención sorpresiva alborotará los platós de televisión diciendo soplapoyeces que otros tertulianos, quizá más serios, renuncien a responder debido a que se encuentran ante un necio que, al querer hacer escuela, puede que les lleve de los nervios por su mezquindad. Así, el mezquino se siente orgulloso de precisamente las burradas que suelta; aunque es el cínico el que sabe que lo que cuenta es rotundamente falso, aunque su comportamiento externo sea igual que el del mezquino. Luego, asaltando las redes sociales, Hegel sólo será coherente de twitt en twitt, incapaz de valerse de una redacción más detallada, que explique su postura con algo de profundidad sin sucumbir a "nuevas ironías".

Así que, para Hegel, el nacimiento de una historia exige alguna clase de dialéctica entre dos personas en oposición, como si fueran dos tertulianos. Ambas desearán el deseo del otro, así que serán conscientes de la situación contradictoria en la que se encuentran: desean un imposible, el sometimiento del otro a tus deseos. Obviamente aquí Hegel ya empieza mal: ¿me dicen que cuando yo investigo matemáticas por ejemplo lo que yo deseo es someter al resto de la comunidad científica y obtener así su reconocimiento como si fuera el amo?

Esa clase de pensamientos es muy típica en políticos, porque ellos no saben lo que es la ciencia. Esa clase de pensamientos es muy típica de idiotas, porque ellos no saben lo que es la ciencia. Esa clase de pensamientos es muy típica de los científicos, porque vivimos en los albores de la idiocracia.

Así que nos imaginamos al tertuliano Hegel discutiendo con alguien con un poco más de seso, casi cualquiera. Y Hegel considera que si cede entonces acabará siendo él el esclavo, su deseo de ser el amo tiene que prevalecer a lo que él considera que es el miedo a la muerte. Curioso: yo cuando le doy la razón a un tonto o a un loco no es por miedo a morir. Obviamente podemos distinguir entre el tonto que se cree que ha conseguido algo por seguir el camino del idiota de lo que Hegel llamará el "amo": la diferencia está en cómo sea considerado el mismo sujeto con el mismo comportamiento.

Y sí: si alguien consigue creerse el puto amo, cuando no es así, pues como no hay nada más peligroso que un tonto motivado podría desencadenar en violencia. Es decir, Hegel fomenta la violencia con su filosofía que desnaturaliza al ser humano ¡Cuántas veces hemos llegado a oir discursitos victimistas donde los sujetos se creían haberse ganado el centro de atención cuando en realidad no hacían más que el ridículo! Tontos motivados.

Tenemos a Cervantes, que nos lo explica muy bien en su novela mediante el desarrollo de los personajes: el Quijote es un tonto que se cree el amo de Sancho Panza, pero en las discusiones Sancho en realidad es pragmático y Alonso en realidad es idealista. Ambos son buenos amigos y han descubierto en el otro una suerte de inspiración para ser mejores personas. Así, igual que Alonso sólo hasta el final consigue quedar cuerdo también es cierto que Sancho paulatinamente se va pareciendo a Alonso. Es por ello que la historia que desarrollan ambos son historias complementarias donde en realidad no hay una búsqueda del sometimiento contra el otro, sino más bien una búsqueda del desarrollo personal a través del otro.

A pesar de que parece evidente la dialéctica entre amo y esclavo en la relación entre el caballero D. Quijote y su escudero Sancho Panza, en realidad durante toda la obra no se ve más que una confrontación continua de dos puntos de vista claramente independientes - lo que nos lleva a otra contradicción de los mundos de Yupi y Hegel.

Para cuando Hegel descubra que el otro tertuliano le ha dado la razón como a un tonto resulta que éste se dará cuenta de que ha creado un esclavo..., bueno..., yo no diría tanto, y para Hegel eso significa que ya no tiene tanto valor: ¿cómo? ¿Tanta historia conque la naturaleza humana es la de someter y para cuando consigues un puñetero esclavo lo desprecias? ¡Venga hombre, Sr. Hegel! Disfrútalo un poquito... Que seguro que le ha costado lo suyo ¿O es que acaso no es natural en el ser humano aprovechar aquello por lo que se lucha? ¿Son los motivos de lucha la lucha misma?

Ya digo: hay que ser muy perturbados como para tragarse una puñetera mierda de Hegel. Este hombre es el origen de todo un cúmulo de maldades, intoxicaciones... Dicen que el origen de los problemas se lo debemos achacar al marxismo, al socialismo..., pero no se percatan que el que realmente era un perturbado era el mismísimo Hegel. Y no señalar al que genera sensaciones de poder, sensaciones de lucha, de obtención de premios..., cuando no hay nada natural ni nada de nada, y menos aún civilizado o humano, pues entonces se seguirá replicando esas demencias - y lo veremos en las orgánicas, con sujetos que seguirán convenciendo a los tontos debido a que los logotipos son fáciles de financiar para generar chivos expiatorios. De ahí el triunfo de la socialdemocracia y su inminente autodestrucción al sucumbir en idiocracia.

Así que, según Hegel, el hombre desea los deseos de otros para someterlos y, quien no le tenga tanto miedo a la muerte, se convertirá en el amo - supuestamente alzándose en armas o confrontándose como sea con uñas y dientes. Para acto seguido sentirse poco realizado con todo lo conseguido porque lo que quería era un ser independiente a su servicio. Y se creerá listo: ¡cuántas veces se habrá criticado al político que se metía en política para enmarranarlo todo, sentirse poderoso y luego volverse a casa como si nada! 

 Ése es el ideal de Hegel, critiquen a Hegel porque ahí está el germen de la idiotez generalizada.


 

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