Cuando llamamos a alguien inconsciente sin que parezca que somos imbéciles por hacerlo tiene que ver con algo social, si fuera físico o que el sujeto no pueda escucharnos no tendría sentido usar ese término. Bien es posible que el error que comete el "inconsciente" conlleve a alguna clase de patología, pero claro: muchas patologías muy probablemente son resultado del cruce infructuoso entre la complejidad de nuestra sociedad y nuestro cerebro atávico.
Es una conversación que tarde o temprano sucederá o volverá a suceder:
- ... Y esta es la definición que usaré para medir cuándo una criatura es consciente.
- ¡Menudo inconsciente! ¿No te das cuenta de que la consciencia no se puede determinar?
- En ese caso, no me interesa esa definición de consciencia.
- Siempre existirán unas criaturas que no serán conscientes y entrarán dentro de tus parámetros.
- Si reconocemos los falsos positivos entonces se me va a tener que explicar si es posible encontrar el caso análogo: que estemos rodeados por criaturas no conscientes pero que a todas luces se comportan como tales.
- ¿Y si digo que sí?
- Entonces eso que llamas consciencia ya no será objeto de la ciencia, sino de tu Dogma.
Este planteamiento ya fue expuesto por Turing en lo relativo a la inteligencia: en la medida de que se convierta en objeto exclusivo de la espiritualidad ya ese concepto es carente de interés. Asímismo ya lo pudo comprobar el propio Newton: si se va a ocupar de explicar cómo funciona la inercia y todo lo inerte, lo que no puede hacer es que se siga creyendo que los márgenes de error o la dinámica que toman los planetas son, como tales, decisiones. En la medida de que se trabaje así la física, la ciencia, la ingeniería - sus fórmulas - no tendría sentido.
Hace días un tuitero me dijo la soplapoyez del día: me echó en cara el título de uno de mis artículos de Medium (uno de los menos tomados en cuenta). El artículo pretende mostrar la visión ingenieril a los problemas más importantes de la filosofía.
Cuando el hater de turno se pone a investigar cómo hacer daño sólo por el placer de hacer daño busca rápidamente lo que tenga más a mano. Así, sólo por el título, está obligado a tomar conclusiones precipitadas para tener la oportunidad de opinar rápido y despectivamente sobre lo que supuestamente pone el artículo, y así juzgar a su autor.
No hace falta ser filólogo para darse cuenta de que la herméutica que esconde el título del artículo posee una peculiar ambigüedad: ¿pretendo insinuar que la ingeniería se basta para explicar todos los asuntos filosóficos o me limito a explicar cuáles son los límites de la ingeniería en torno a tales aspectos? Para el que me conozca, obviamente, iba a ser lo segundo. Pero el hater de turno lo tenía claro: debía sobreentender lo absurdo, lo que no lleva a ninguna parte, para así poder echarle en cara a un usuario que no conoce de nada lo arrogante que es.
Ese tipo de gentuza no me aportará nada: bloqueado.
No es más que un inconsciente - lo sé. Y no vale la pena entrar en lo importante que es para él el poder relacionarse con sus víctimas habituales para sentirse mejor. La pragmática de la conversación que le permitirá esperar a que alguien como yo le dé una respuesta..., pues va a ser que no, conmigo se quedará con las ganas. Él seguirá teniendo accesible el artículo para que, algún día, se digne a leerlo con calma - si quiere. Cosa que me consta de que nadie hace. Pero, al menos, ahí está.
Luego hago memoria: recuerdo esos señores que contactaron conmigo y que me dijeron que a partir de cierta fecha todo habría acabado. Siempre quise enfocarlo como algo positivo. Pero tiro a diez años atrás y me veo a mí mismo levantándome de la cama con aires renovados: cuanto más dormía mejor me sentía. Ahora me pasa justo lo contrario: ¿me estoy haciendo viejo? Peor: me huelo lo peor.
En esta lucha contrarreloj mi siguiente fecha prometida era en el 2022, creo que este mundo ha salido una chapuza de primera. Me di cuenta hace dos años, o antes - no lo sé. No tenemos pares, no existe el reconocimiento en este planeta. No hay meritocracia. Estamos abocados a la autodestrucción, y, desde la Pandemia, sospecho que la gente en general está conformando contingentes que les está permitiendo escapar de la mentira más grave que les apresa: la socialdemocracia.
Pero aún hay periodistas que no han pillado el concepto. Se siguen anclando en errores cavernarios. Nos acusan a algunos de ser "progres" por defender lo único defendible, porque sí que existen esos progres que defienden barbaridades sin ningún sentido. Y ahora se nos ha muerto Anguita, un viejito al que muchos habrían hecho caso desde esas posiciones tan tristes, así como desde las posiciones progres.
Algunas proclamas cavernosas son difíciles de imaginar: como las de Iker Jiménez, que es difícil saber qué pretende cuando asevera que defiende lo mínimo para todos y, al mismo tiempo, parece oponerse a los servicios públicos; ¿exactamente a qué se refiere? Y pone en alza que para merecer la vida haya que jugarse el cuello con tu inversión ¿Eso no forma parte de lo mínimo? Para mí esas afirmaciones son incongruentes, patológicas..., inconscientes.
Pero no puedo esperar que otros periodistas lo comprendan. Ya he visto lo que opinan sobre los gulags y, al mismo tiempo, no tienen opinión bien definida sobre Cartagena. Y que conste que el periodista que sepa de lo que hablo sabe perfectamente de qué estoy hablando. La socialdemocracia tiene esa patente de corso, es como si pudiera hacer lo que es piratería en otros países, con otros nombres...
Yo a eso lo llamo ser inconsciente: si criticas los gulags y sabes la situación de Cartagena (y de otras ciudades) entonces tienes una obligación. Y quien se salta la obligación pierde la autoridad.
Es como la autoridad que no puede tener este gobierno: hoy he salido de casa y he tenido la suerte de poder ir a trabajar. Pero al salir he vuelto a ver los atascos de otros tiempos pero sin guardas de tráfico, el viejito que siempre se me cruzaba pero con una mascarilla sin poner y una mirada de pánico, he visto el bullicio de la ciudad como antaño pero en pleno estado de alarma.
Aquellos que no sacaban al perro ahora lo sacaban, quienes no acompañaban al niño ahora lo hacen. Algo ha cambiado, pero el gobierno tiene en su agenda otra lectura: no asume los cambios. Los bancos siguen manteniendo las distancias, los establecimientos tienen que seguir limitando su aforo... Tan pronto como permiten las manifestaciones y los apiñamientos en terrazas, luego hay que pedir cita para entrar en una sala de espera solitaria; o para aguantar una cola caótica en mitad de la calle. Las autoridades se han vuelto locas.
Y en el fondo ya lo sabíamos: no necesitamos un poder ejecutivo que sea el encargado de librarnos el Mal. Ya sabemos redactar leyes y sabemos interpretarlas - no necesitamos un señor que se encargue de dirigirnos ¡Ay si fuera el Senado el que designara los cargos del ejecutivo en un ámbito específico y temporalmente! Pero no, tenemos Congreso con poder para incluso contradecir la Constitución siempre y cuando no se contradiga la Constitución. Lo que en otras palabras es simple y llanamente una Dictadura.
Ya lo decía Mussolini: su modelo era el socialdemócrata. De ahí nace la insinuación..., y de la insinuación podemos deducir el resto. Porque de la socialdemocracia es fácil sucumbir a la partitocracia. Y de la partitocracia la muerte de la democracia a través del triunfo del crimen organizado. Y no, no estoy exagerando - no soy un puto rojo o un radical. Quien cumple la ley es una persona legal, no un exagerado.
¿Qué pasa cuando te cargas el pacto social (o como lo quieras llamar porque no quieres que te llamen socialista)? Lo que ocurre es que le estás dando validez al individualismo más absurdo, el que niega el egoísmo puro, la idiotez..., el volver a las cavernas, las manadas... La cabeza no da para más. Mejor volver a como éramos, sin civilización, sin problemas sociales, sin nada... El egoísmo puro, que es así como lo llamaron quienes no lo procesaban, nos dice que debemos hacer (al menos) lo que nos conviene visto desde cualquier punto de vista: y si nos conviene que nuestro medio ambiente sea una sociedad avanzada para obtener productos con un enorme valor en sinergia entonces debemos apoyar alguna clase de pacto que justifique actos individuales de altruísmo.
Pero miro 10 años atrás y sé que me levantaba todas las mañanas dentro de una situación realmente lamentable socialmente, pero psicológicamente al 100% Tenía esperanzas. Y 20 años atrás socialmente era muy superior. Y 30 años atrás era incluso un líder entre los míos... Y podría tirar atrás y ver hacia dónde va la progresión. Observar, en definitiva, que si no puedo sentirme mejor cuando me enclaustro en casa es, principalmente, no por ese funcionario que pone ilegalmente una sirena innecesaria ante la ausencia de tráfico durante una hora y que martiriza a todo el vecindario sin que la policía actúe y ponga multas, sino porque lo único que me despierta ahora sé que no sirve de nada que lo haga y el "divertirme" es algo que hace años me hacía sentir culpable por el tiempo que desaprovechaba y ahora es algo que me cansa sin más.
En los tiempos de las cavernas yo, con 42 años ya sería anciano. No sé de qué me sorprende, si en el fondo vamos en esa dirección.
¡Inconscientes! Eso es lo que sois..., no sabéis lo que estamos perdiendo.
Éste es un blog pensado como último reducto para la fusión entre lo más humano y lo más tecnológico sin perder ni humanidad ni eficiencia.
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