domingo, 5 de enero de 2020

Me ha encantado Westworld 1T

Estaba tanteando la posibilidad de desahogarme dirigiéndome a mis amigos sucedáneos diciendo qué opino de la serie Westworld. Sublime. Toca los temas propios de este blog, los que yo siempre he escogido en mis obras..., salvo que ahí "no hay" extraterrestres..., quizá más bien se expone ese mundo paraufológico tal como yo los planteo también en mis novelas.

Sea como sea, me encanta. Considerando que ésta no es la reseña que te piden en una publicación no tendré que esforzarme en entrar al detalle técnico, al fin y al cabo no tengo audiencia. Lo que me mueve a escribir todas estas cosas no es más que un mero desahogo, un pesar que, sospecho, desaparecerá con el apagón cultural que tengo previsto hacerme.

No hay mayor condena que la consciencia humana. Te obliga a contemplar la realidad de nuestro mundo, para formar parte del mismo. Pero esa clase de decisiones te lleva al drama, la oscuridad, de la que forma parte la mayoría de la especie humana. Nuestra sociedad no es digna de ser contemplada en toda su gloria: porque el éxito en nuestra sociedad se fundamenta en la supremacía, en la dominación..., el absurdo.

Visto así el éxito del humano es el fracaso del individuo y, por ende, de la persona.

Reconfigurar el éxito del humano para que aborde su personalidad es una meta fundamental para que la sociedad comprenda lo que es la meritocracia. Si quieres alcanzar el éxito lo más importante es descubrir tu papel dentro de una sociedad dinámica, la manera que tienen todos los individuos de seguir cuestionándote; luchando por una cuota de poder.

Perecer entre alabanzas sin juicio alguno, sin derecho a que te evalúen, eso es triste y absurdo. Es propio de fracasados. Es ahí donde se ubica la meta de los perdedores, los que ganan más que nadie - partiendo de un juego donde empezaron con suerte.

Por el otro lado, están las personas: aquellas criaturas que hemos deshumanizado en las guerras, los sacrificios, las torturas..., las injusticias, la falsa mala suerte de haber nacido o vivido en el lugar equivocado. Estas personas son heroificadas desde nuestros adentros: es como si no estuvieran hechas como nosotros. Y son glorificadas por ello. Porque el sesgo del status quo funciona así: no es un error de por sí, hay que entender porqué lo tenemos. Nuestros sesgos configuran lo que somos como personas, por encima de la idea del ser humano.

Una máquina puede adquirir nuestra consciencia como ser humano, partir de nuestro cuerpo, nuestro calor. Puede adquirir nuestras ansias y, llegado un punto, conformar una historia como la nuestra. Poco a poco adquirir un movimiento, formar parte de algún arquetipo dentro de las historias de los demás. Formar parte de una sociedad.

Entonces la máquina sería al menos humana. Pero porque parte de la personalidad que la convierte en otro individuo. Y después se ubica en el nosotros los humanos. Van al revés porque no nacieron, fueron hechos. Y hasta que no se hagan humanos no podrán reivindicar su individualidad, igual que el que nace humano debería de luchar por su personalidad - salvo que quiera convertirse en un monstruo.

Nuestra sociedad actual es comandada por monstruos, porque la meritocracia no se impone por encima del individualismo. Da la impresión de que se intenta hacer creer que a quien le va mal en la vida es por como por culpa suya, que a quien le va bien es porque se lo merece..., criaturitas...

Y lo veo en las conversaciones por Internet. Se me hace extraño que personas aparentemente adultas defiendan esas hipótesis tan utópicas. Tan fuera de la realidad fácilmente perceptible.

Puedes cegarte de ver seres humanos y hacerte sordo de que tu modelo no funciona, pero cuando te explican que te equivocas y te invitan a que reflexiones, no tener ni vista ni oído te deshumaniza al completo. Te saca del debate.

A mí me corresponderá adquirir la ceguera cultural, porque esta cultura es contraria a los intereses de la realidad meritocrática. Porque la realidad que veo no encaja con lo lejos que llega mi vista y los múltiples sonidos que perciben mis oídos. Este mundo es pequeño y no veo la manera de salir de mi encasillamiento.

Salvo que emprenda un viaje sin asideros, sin mapa, sin un plan bien definido..., salvo que emprenda el viaje a la locura.

Por eso mismo debo perder mi capacidad para leer noticias, entrar en el mundo de la cultura, relacionarme con la gente..., ha ganado mi odio al ser humano debido al enorme déficit de personalidad que manifiesta.

En ocasiones me da la impresión de que yo mismo podría programar una máquina mucho más humana que la mayoría de las personas con las que me tropiezo.


Sin embargo me ha encantado Westworld 1T. Es una serie que ha puesto de manifiesto un mensaje, dentro de sus rasgos turbios; porque es una serie demasiado adulta. Necesita ser entendida por encima de "lo bueno" y "lo malo". Hay que comprenderlo más bien como lo haría Espinoza, por ejemplo: "lo constructivo" y "lo no contructivo". Si no, es imposible.

La historia que desarrollan tanto Ed Harris como Anthony Hopkins son una maravilla. No sé si son las caras conocidas, pero con el primero casi me salta una lágrima por el guión, y con el segundo..., quizá fueron los monólogos.

En cualquier caso no quería hacer una reseña en sí. Sólo poder ponerlo de manifiesto para quedarme como en paz. Dentro de un tiempo no sé si tendré la necesidad de seguir siendo tan sensible con la cultura, si querré volver a revivir no sólo las canciones de mi tiempo - mis canciones, sino también aquellas que las inspiraron desde la prohibición familiar y la cerrazón...

Quizá tenga explicarlo algún día, el origen de ese videojuego que nunca hice, su banda sonora basada en la de los Rolling Stone (Paint it black), el hecho de que tenía la memoria bloqueada y, como una llave, al escuchar HatcheT se me activaba... Todo muy programado. Pero ya se ha cerrado el círculo y no he encontrado mi lugar en la sociedad, no he alcanzado el éxito en la realidad que vivo (cuando sí en mi mundo personal), ya no hay nada más que pueda hacer.

Por eso me conviene privar a la gente de mis pensamientos. Y hay dos formas de hacerlo: la elegante y la absurda. Y la absurda consiste en no querer aceptar la realidad que me toca vivir.

Si no puedes cambiar algo, ¿por qué atormentarte? Las evidencias las ves y las oyes, nadie tiene tanta percepción como tú. Nadie podrá negarte lo que es evidente para ti. Porque tú has sido el que veías y oías por los demás, y dijeron que eras grande por ello; ahora que he alcanzado mi zénit perceptivo nadie podrá cuestionar mis decisiones por muy encasillado que esté.

No voy a ser reconocido por nada. Y ya está. Y cuanto más me revuelva más testigo seré de más monstruosidades que son aceptadas en mi entorno.

Sólo espero que la parte que se comparte (el hecho de que la gente tiene la oportunidad de desarrollarse "gratis" gracias a un pacto social) pueda seguir avanzando hasta convertirse en la parte evidente de la vida de la gente.



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