miércoles, 18 de diciembre de 2019

El beso del dragón

De vez en cuando me da por imaginarme historias y así relajar la realidad que toca vivir.

Aquí viene mi terapia matutina. Mi momento absurdo de relax. En el que observo, a posteriori, que vuelvo a revivir la permuta de los verbos, el mal uso de unos verbos a cambio de otros..., es decir, que, en el fondo, es como si la ataxia me estuviera diciendo: "aún estoy aquí, no te olvides de mí". Pero se van arrinconando los fantasmas, los acosadores..., más zen, al fin y al cabo, replantear las cosas y vivirlas en base a la realidad que toca.

Así que venía andando y observé cómo era testigo de un clásico error de las administraciones públicas. Un error aparentemente minúsculo, pero bastante significativo. Significativo en cuanto a que se repite mucho, sobretodo en los que ven la política desde el facherío, la apariencia, la estética, lo macroscópico...

Observé que, andando, había una papelera arrancada de su lugar y llevada a un jardín donde suelen sentarse unos jóvenes en estas noches tan frías. La papelera parecía quemada desde dentro y tenía un arbol, muy probablemente arrancado de raíz de las jardineras, en el interior de la papelera.

La interpretación que le di no creo que fuera demasiado como para Sherlock Holmes: unos muchachos habían considerado buena idea reajustar los bienes públicos de su barrio para poder sentarse en su lugar favorito sin sentir demasiado frío.

Un buen administrador bien podría llamar a la policía, hacerles pillar in fraganti, y obligarles a pagar o a asumir alguna clase de multa significativa. Quizá en virtud de la clase de gente que lo hubiera hecho, todo apunta a que se trataría de gente muy pobre o, simplemente, antisociales que han visitado la cárcel y ya lo público le importa bastante poco - se consideran apartados por la sociedad.

Mediante un sistema de reinserción aquel que ya conociera la cárcel volvería a ver cómo es una vez más perseguido, y sería la pescadilla que se muerde la cola.

Supongo que algo así pasa cuando determinamos que la solución para acabar con los criminales es aumentando la pena. Y es que este post trata sobre eso.

Lo que haría alguien como yo, ya sea como presidente de la asociación de vecinos o como alcalde, sería reajustar ese lugar apartado en las jardineras para montar unos bancos y una chimenea bien diseñada para que quienes quieran sentarse en ese lugar al azar de un pasillo público pudiera sentirse ubicado por las administraciones públicas.

Y sí, sé lo que más de uno estará pensando: si les acomodas el asiento a quien no quiere sentarse contigo al final lo que provocarás es que se vaya. Y esa no me parece tan mala solución: que se vayan del espacio público si no están dispuestos a tener alguna clase de complicidad o participación en lo que se refiere a su correcto uso.

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Así que me puse a andar, pensativo por lo de la papelera y sabiendo que eso mismo lo había visto ya cientos de veces. Recordando que el individuo que va sucio por el campo acaba ensuciando porque no ve lo que no quiere aceptar. Que si se sigue ignorando el desorden de un barrio entonces se fomenta en parte su delincuencia.

Así que observé un CD pirata tirado en el suelo. El CD tenía escrito en rotulador: El beso del dragón.

Si me hubiera pillado más joven, o más iluso, con más ganas..., habría tenido la necesidad de coger el CD y tirarlo a una papelera para así recuperar el ambiente lo más limpio posible de esa calle. Sin embargo, no vivo en una sociedad que valore algo así, y acababa de ver una papelera quemada ¿qué habría pasado si hubiera tirado ese CD a esa papelera tras desandar mis pasos? Habría vuelto atrás en el tiempo y habría vivido una ilusión de sociedad en la que no vivo, me habría torturado creyendo que alguien respetaría mi gesto y adquiriría una razón de ser dentro de una sociedad que, en el fondo, se reiría del acto en sí.

Así que seguí andando camino a mi kiosko. Mientras, mi mente elucubró: ¿Qué será el Beso del dragón? Podría ser una película de kung fu. Bien podría ser una romántica y oriental, con peleas... Ya tengo más de una película china con esos nombres. En cualquier caso, estaba claro que no sería porno, y no parecía un grupo de música.

Poco me importa qué película fuera. Mi mente empezó a elucubrar y se quiso imaginar qué encajaría con ese título en los tiempos que corremos...

El protagonista es un chino que ha inmigrado a España. Allí responde a un anuncio de trabajo en un periódico, sin muchas esperanzas porque sabe que, aunque sea un contable licenciado, en España eso no está bien visto (el ser inmigrante) a la hora de tener trabajo. Sin unos buenos contactos, como le decía su amigo - que hizo de puente, no se puede trabajar en España. En definitiva, era como en China: ni contratos, ni currículos, ni leches: o tienes amigos o eres hombre muerto.

Así que prueba suerte y conoce a una mujer emprendedora que se ha hecho a sí misma y que busca un ayudante administrativo. Sin embargo lo que tiene esa mujer es algo extraño: siempre ha tenido el lujurioso deseo de recibir un beso como en el cine negro a lo Humfrey Bogart y, al mismo tiempo, sus maneras son muy dominantas como para sugerir ese deseo tan extraño.

Mientras el inmigrante hacía la entrevista éste se percató de que la señora no paraba de mirarle de arriba a abajo y supuso que esa entrevista iba por otra dirección. De esa manera, como necesitaba establecerse, aceptó a regañadientes a intentar entrar en su juego. Hasta que al final la empresaria confiesa que si realmente quiere conseguir el trabajo deberá aprender a saludar como se hace en España a una mujer, con un buen beso.

El inmigrante acepta y le da un beso en la mejilla, como con objeto de saludar. Pero, debido a la poca experiencia y a los ardores y sensaciones de ambos, el pudor de él y las ansias de ella hacen de ese beso un torpe acercamiento hacia unas extrañas intenciones. Intenciones que él no negará por miedo a perder la relación de trabajo.

Así es como consigue el trabajo. Y, día tras día, ella le va exigiendo más y más..., hasta que en una ocasión nuestro dragón no consigue suplir unos objetivos, para lo cual la jefa le insinúa que, para esa ocasión deberá de esforzarse de verdad en darle un beso en condiciones.

Y es entonces cuando el protagonista va directamente a hacerle un cunilingus, valiéndose de conversaciones con sus amigos, de un libro antiguo de la China y cosas de esas. La lengua larga por un lado, la nariz resoplante de fuego por el otro, el dedo hacia la letra mágica..., unas técnicas que, en combinación con una voz grave, atravesara los sentidos de la empresaria. Así sería hasta el punto de que tirara su dildo a la papelera para ponerle ya un contrato fijo al dragón.

Pero los días fueron pasando y, poco a poco, el inmigrante fue encontrando nuevas opciones. Así que decide cortar la relación tóxica con esta señora. Todo esto propiciaría a que fuera extorsionado para que siguiera con ella, a riesgo de ser acusado de violación.

Supongo que de eso iría la película El beso del dragón. No la he visto en Youtube ni nada, tal vez la busque para corroborar si realmente era así, o no. Aunque me imagino un final de película, un gran final para lo que me he montado:

Al ver que en este país la gente está como una chota, decide volver a China y, justo en el aeropuerto (siempre es en un aeropuerto), se encuentra con la empresaria que, de una manera o de otra, intenta convencerle a que vuelva, que cumpla su cárcel o que pida indultos... Al negarse, se le tirará al cuello, él la cogerá como si fuera a abrazarla y..., dejándola con la miel en los labios se marcha. Y tras ese falso intento de beso de cine negro, ella gritará ansiosa y deseosa porque, en el fondo, su sueño se hizo realidad.





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