martes, 5 de noviembre de 2019

No entrará, pero la meteré igualmente

Está claro que estos panfletos han perdido su gracia para mí. Son cientos de páginas, ¿pero vale la pena exponerlas? ¿Me lo pide realmente el cuerpo?




Como cualquier canción de amor, es posible que toque el momento de considerar la poca conexión que tengo con mi medio ambiente. Yo tengo mis proyectos, la gente tiene los suyos. Y claro, creer en la democracia significa aceptar el criterio indiferente de la gente a la hora de sentirse atraida por unas ideas o por otras. 

Al fin y al cabo, ¿qué esperaba? ¿Que cientos de hordas se me dirijan para estudiar cómo empezar a aplicar mis panfletitos? En el fondo ya sabíamos todos, amigos sucedáneos, que no había manera de que esto interesara. Pero aún así, aunque no se haya aprovechado esta patente para que cada cual le dé un uso personal, en el fondo yo sí le he pretendido dar la utilidad necesaria: me he desquitado para generar en mí la sensación de que hacia quien tenía que decírselo ya lo he hecho. 

Ese fantasma que puede ser el comunismo bien entendido sé y me consta que en un futuro será, desde nuestro punto de vista cegato, una realidad en el futuro - pero porque no hay otra de cara al problema de la superpoblación. La monarquía, como ya explicó Rousseau, era apropiada para la idea de reino poblado de aquella época, pero para gobernar un imperio con una cultura globalizada las monarquías se quedan cortas. Ya empieza a ser necesario el reinventar los pactos sociales.

Y eso es lo que toca ahora, sobretodo después de la llegada de la globalización de la información (Internet) desde el '94 aproximadamente y después la de la economía. Bajo esos esquemas la planificación económica deja en mal lugar el uso de binarios, y la especulación de los bienes de primera necesidad será tarde o temprano sustituida por monedas como el bitcoin - o derivados - cuyo acuñamiento es realmente democrático, y no depende de ser o no propietario de las minas.

Pero aún así, siempre puedo echar a suertes la necesidad de poner algún panfletito más..., el que habla de las unidades monetarias.


El Panfleto 10 - I

Cuba se conforma con dos tipos de monedas: la especulativa y la local. Es una solución ideal y perfecta. La especulativa la tienen para jugar al Monopoly, progresar, ir a más, expandirse por distintos países, hacer grandes proyectos..., y también sirve de complemento en el propio país. Sin embargo la local es, para muchos la más importante: pues dicen que sin ella no puedes vivir y con ella tampoco. Y eso es porque a través de la local te aseguran una renta mínima familiar.

Pero tan mínima que es que, a diferencia de la especulativa, centra el valor de la moneda a partir de las mínimas necesidades humanas: ¿cuánto de grano necesita una familia para pasar el mes? ¿Cuánta carne y pescado? ¿Cuántas legumbres...? Entonces hacen una selección y suman. Tal cantidad, si lo fueran adquiriendo a lo largo del mes: tal precio. Así, en vez de ir como perdonavidas con una cartilla del paro que en ocasiones podría tener mayor o menor valor dependiendo del perdonavidas de turno, con este esquema usar la moneda local está asociado con asegurarse superar el mes.

Para un mismo producto: dos precios, el especulativo y el local. Donde el especulativo tendrá el precio multiplicado con respecto al local, claro.

A la hora de estudiar el valor de las cosas en una moneda especulativa el resultado de ese precio justo se encuentra en un punto fijo que se calcula en el cruce de dos curvas: cuanto más se produce el coste unitario cuesta cada vez más, cuanto más se compra el coste unitario tiene un precio asintóticamente menor (rappels de compra). Esto es lo que justifica la supervivencia de la especulación.

Sin embargo, los productores de recursos del primer sector tienen un problema con este esquema: si venden sus productos como un gran paquete entonces el coste para producir una unidad valdrá menos; es decir, cuanta mayor sea la demanda de facturación la patata tendrá que germinar antes o el trabajador agacharse con mayor velocidad. Sin embargo ese esquema, por mucho que se quiera estirar el chicle de los derechos del trabajador o de la capacidad para robotizar patatas, una patata germina cuando le toque - y ya está.

Por eso, en asuntos ecologistas y con esquemas de producción a 10 años vista el liberalismo sucumbe en nuevas crisis, en una degradación de sus esquemas. O, dicho de otra manera, el primer sector no debería ser objeto de especulación.

Se puede ver de vez en cuando la creencia de que hay trabajo en el campo hoy día en España, en España campo siempre ha habido y, hoy día, gracias al liberalismo, tenemos incluso aún más campo por labrar, ¿por qué? Porque los grandes propietarios ya han especulado sus ventas: se han hecho millonarios con unas pocas ventas a cambio de hipotecar a sus trabajadores como ya he dicho antes - rappels de compra.

Así, hay más gente dispuesta a trabajar, tenemos más robots, somos más capaces, hay más demanda y, aún así, hay más terreno libre para labrar: paro estructural. Todo ya está inventado y explicado ¿Solución? Dos monedas (por lo menos). No hay otra. No insistan. Son matemáticas, no comunismo.

La moneda local será acuñada en cada país, y tendrá por objeto estudiar las necesidades de cada grupo de gente. Una vez cerrado tal círculo se adopta la decisión oportuna: ¿renta básica o comuna de actividad? 

Una renta básica supone que todos los meses siempre habrá, como mínimo, una cantidad de dinero en tu cuenta. Mientras que la comuna de actividad supone asignar a cada individuo en un colectivo a partir del tipo de actividad o perfil que lleve a cabo. Está claro que lo primero es más fácil de entender...

La renta básica es un sistema que puede regular la superpoblación para que deje de crecer si ésta se ofrece de manera áustera, como se hace en Cuba, como recomendó Friedman. Por otro lado, la moneda local deflacionaria es adecuada para aquellos que desprecien su uso (quizá porque les va bien en la vida): una moneda local garantizada debe deflacionar su valor mes a mes hasta desvanecerse.

Por otro lado, es posible que se quiera ahorrar a largo plazo para hacer la compra de un producto. En esos casos, mediante un efecto, se puede congelar la deflación y, de ahí, que si se gasta la moneda en un proyecto nominal, específico, entonces podrá ahorrarse - según el caso en concepto dotación a la amortización de un proyecto de ahorro (por ejemplo). Este tipo de dotaciones no se deflacionan y, gracias a eso, es posible ahorrar siempre y cuando se haya especificado en qué.

¿Cuáles son las ventajas con respecto al sistema actual? Todo. Para empezar desaparece el cliente fortuito y se pasa a trabajar en su mayor parte con clientes permanentes. Dicho esto, el trabajo de contabilidad pasa a ser un trabajo de facturación directamente: las personas ganan una cantidad y declaran públicamente cuáles son sus proveedores (cuál es su contrato). Esa declaración se puede mantener discreta mediante identificadores que no se compartan, aunque si todos comparten su información el problema de la competencia desleal porque te conozcan tus proveedores se desvanece...

Es de esa manera que el estado puede ser el encargado de llevar a cabo la facturación dentro de su territorio y, de esa manera, las empresas locales podrán luchar en igualdad de condiciones con las empresas internacionales (cuyo volumen de facturación es mucho mayor y, por tanto, su capacidad de riesgo es varias veces superior a la de sus competidores).

La moneda local, como mecanismo de facturación, puede dividirse en dos tipos: los netos y los brutos, o también podemos llamarlos grandes y pequeños. Cuando un individuo le da monedas grandes a otro lo que hace es compartir sus beneficios de su actividad principal (dividendos), mientras que si le paga con pequeños lo que hace es pagarle linealmente de sus beneficios en bruto.

De esa manera, el que entra en un local contrata con grandes o pequeños su alta como cliente, el de la tienda calcula lo abultada de la cesta de su compra a lo largo del mes y así sabe cada cual cuánto puede comprar en cada establecimiento.

El desentendimiento de dos partes puede llevar a que unilateralmente se marque dicha relación de manera que el número de marcas aumenta por parte de ambas partes. Esta es una manera de dirimir conflictos sin tener que acudir a un tribunal mercantil: facturas lo que consideres oportuno, pero si hay mentiras de por medio corres el riesgo de que te marquen. Por supuesto, el número de marcas se tiene que hacer público, accesible.

En este juego de grandes, pequeños y marcas conseguimos flexibilizar el valor de los productos y, como la facturación es pública, los precios pueden ser en última instancia regulados en unos intervalos que sean considerados razonables por parte de las autoridades del país (el Pueblo).


Bueno, no quiero extenderme. Ya tocará hablar del otro sistema monetario. Huelga mencionar que estos sistemas no requieren por necesidad el trabajar electrónicamente, ni tampoco prescinden ni necesitan una moneda en papel, pero como esos son detalles más concretos en virtud de cómo quiera cada cual el implementarlo pues no me meto... Al fin y al cabo, está en las manos de cada persona determinar hasta cuánto está dispuesta a mojarse.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tierra: Día 19/07/24 punto de inflexión

Ayer se produjo el punto de inflexión a escala mundial. Dependiendo de lo que hagan y no hagan los gobiernos tras lo sucedido ayer las dos c...

Entradas populares