sábado, 2 de noviembre de 2019

Ánimas sin ánimos

Siempre  había aprovechado el día de las ánimas, o días como esos, para inspirarme a hacer cosas trascendentes - para avanzar, demostrar cosas y así... Este año ha sido diferente. 




Me he comprado ese estercolero de café de la máquina, estoy demasiado bajo de moral como para asumir el resto del día sin un café. Sé que no es por la cafeína, o sí. Es más por el sabor del café..., y por la cafeína. Estoy cargando con esta bebida asquerosa lo que no puedo cargar contra unos amigos que ya no tengo. Suena raro.

Quizá debería de preocuparme de fijarme lo bien o lo mal que escribo, pues la dignidad de mis letras es lo último que me queda de imagen. Así que conectaré una melodía conocida, una mente maravillosa, y me pongo a escribir. Ya estoy en ello. No sé qué es lo que cabe esperar de una escritura automática, sin sentido - como hago siempre, con todas las faltas y absurdeces que escribo de primera, que no consigo corregir de segundas porque me obceco en no querer hacer y sí...

¡Es una obsesión! Es una desfachatez por mi parte. Yo, que nunca revisé ni un santo examen, porque sería la única persona que lo habría visto dos veces, o incluso alguna; yo, que dejaba algún examen a medias sabiendo que con eso ya aprobaba, que no valía la pena terminar lo que iba a ser una evaluación inconclusa..., ¿acaso no me encuentro ahora mismo en la misma tesitura?

Y me hace gracia los últimos evaluadores. Me hace gracia los de Medium: un pirado se obsesiona conmigo e intenta (o finge hacerlo) entablar una conexión con mi código para intentar evaluarlo..., aunque al mismo tiempo no sigue mis consejos más básicos, va a su bola, como un pirado. Entonces tiene un problema conmigo y, como pasa con todos los sicóticos, se vuelve loco, arremete contra mí, me trata como si yo fuera un fraude cuando es él el que no tenía nivel ni trabajo..., y consigue plantar odio en mis artículos de Medium. Fue bloquearle cuando, entonces, mis artículos milagrosamente empiezan a estropearse: dejaban de ser fácilmente legibles. Pero no ante mis ojos, ante los ojos de usuarios que no fuera yo. La censura más cobarde: la que hace que el usuario no sepa que está siendo censurado.

Así son los de Medium. Son cobardes y ruínes. Me dan asco, por lo soeces que son. Se han puesto en medio y ahora muchos serán víctimas de sus censuras. Censuras que se deberán a un principio estético no confesado. A alguna pertenencia mafiosa. A algo que no me puedo figurar ahora mismo. Igual que pasa cada vez que me asqueo por la clase de jueguecitos que se montan los académicos de EEUU.

Pero mi tecnología sigue ahí. No se trata de que sean unos cínicos: cuando sus respuestas lo fueron, porque necesitaron mentirme. Bien podrían haberme dicho que no sabían qué había pasado, aunque fuera mentira. Tuvieron que mojarse diciéndome que estaba arreglado, cuando no. Que era un bug, cuando no. El mayor de los absurdos: ¡soy informático! ¿Se creen que no sé mediante una auditoría de caja negra cuándo algo es un feature, un bug, un gusano, un crackeo o un virus? Es un insulto a mi inteligencia: ¿no ven el nivel de mis artículos? ¿No son conscientes de lo estúpido que suena darme una respuesta no sincera?

No sé si me marché más por la respuesta que recibí que por el ataque en sí. Les reenvié un correo que les exponía por mentirosos y olvidé toda relación con Medium.com. Creo que luego escribí el artículo de "Por qué no divulgo más".

Lo que me parece curioso es que tras esos 31 artículos que, por supuesto, no son ni la mitad de lo que tenía preparado antes de plantearme el desarrollarlos o escribir de otras cosas, empecé a ganar más dinero mucho tiempo después. Así que puedo decirlo: no sé qué debo esperar, se supone  que cuando más ganas es al principio,  cuando te lo publican por primera y única vez - no después, cuando sólo pueden ser referenciados por los que lo han leído.

Sigo escuchando esa melodía dedicada a Nash. Fue este hombre el primero en plantearse el problema de NP Vs P de una manera práctica. Los anteriores, a excepción de Turing, al que no le tocó de lleno el planteamiento, lo enfocaban desde un pusto de vista teórico; erróneo.

He cometido el enorme pecado de enfrentarme con un sir: sir Stephen Cook, premio Príncipe de Asturias (o princesa, no sé). Da igual que tuviera mi tecnología consolidada, siguen tratándomela como si fuera algo posible, teórico... No se atreven a mirarla de frente.

Yo, por mi parte, ya me aburre. Ese trato con la universidad en Cartagena no lo entiendo. Tienen ante sí un algoritmo que yo mismo podría poner en funcionamiento trivialmente, incluso podría ocuparme de escribir el aspecto más técnico. Podría perfectamente corregir a esos que se atrevan a intentar evaluarme..., ¡anda que no me hacen gracia! ¿Acaso no saben cuántas veces he hecho de perito judicial? Y no es broma: o has sido perito o no lo has sido.

Los peritajes son importantes no porque tengas faltas de ortografía, sino porque oralmente se te hace el examen más interesante: tu capacidad para reaccionar con  un lenguaje constatable al momento. En mi caso, no sólo era capaz de eso (o estoy seguro de ello), sino que además exponía todos los puntos en los que fallaba el intrusista que tenía delante ¡Vamos que si era capaz! ¿Cuántas veces pasó ante un tema técnico informático? ¿Cuatro o cinco? No tengo memoria para esas cosas. Me llegaron a consultar, con el fin de acelerar los trámites judiciales, incluso cuando  no eran temas informáticos. Me gané a pulso ese prestigio. Me lo reconoció primero un juez, luego otro...

Pero recuerdo que, aun con todo atado y bien atado, aún hay sorpresas. Puedes ir ante el constitucional con una redacción impoluta de porqué la ley de violencia de género atenta contra los DDHH o, en su caso, contra la Constitución..., y luego te lo tumban. Ya digo: en ocasiones lees los fallos..., y te surge la pregunta: ¿no sería mejor si las decisiones judiciales fueran tuteladas por el Pueblo? Una y otra vez se me reafirma la respuesta.

Pero quería aprovechar ese día muerto que se me ha quedado el de ayer. El día de las ánimas sólo lo he sacado en beneficio en la medida de que he versionado el algoritmo de Levenshtein para que cuando un profesor de inglés corrija la traducción del alumno no cuente por dos errores un error aislado. Es una teoría que me he montado, y que por supuesto no he probado..., pero a lo mejor se lo enseño a mi colega (el que me paga las investigaciones) y puede que quiera introducirlo entre sus investigaciones...

Bien pensado, hace años me llegaron unos señores que me dijeron que cuando cumpliera los 42 años ya sería feliz.

- ¿Qué entiendes por felicidad?

- Tener una vida económicamente estable, o con miras de futuro, y poder dedicarme a la investigación informática; o que me paguen de alguna manera por ello.

En el Teatro Cósmico me ha tocado ocupar un papel realmente extraño. Yo he sido responsable de que muchas personas pudieran reanimarse y encontrar la felicidad. Y también tengo calculado cómo con una enorme facilidad (si tiro de mi teoría anterior) me resultaría muy fácil crear una religión en torno a mi persona - para volver infelices a mucha gente sin que lo sepan.

La felicidad no es un estado de obtención de placer, ni de evasión del dolor o del miedo. Felicidad no es evitar la ira, la pena o el asco. La felicidad no se alcanza, sino que es un concepto en negativo. Lo insalubre en el sistema límbico te lleva a la infelicidad. Vivir una hipocresía continua te lleva a un estado insalubre. El mundo te intoxica y contamina.

Pero, por otro lado, es obra de tu propia interpretación: el pájaro que vive enjaulado, estando la jaula en el centro de una habitación sin ventanas abiertas llena de gatos hambrientos, alberga su felicidad en la llave de la jaula. En cuanto que no la abre mantiene la esperanza de que, algún día, pueda salir volando aprovechando que alguien abra la puerta para especular con la posibilidad de otros mundos... Pero claro, mantienes la llave a buen recaudo porque, en el fondo, no solo no tienes el plano de la casa sino que además, de tenerlo, no lo entenderías y, encima, sospechas que las sorpresas que te esperan pueden ser incluso peores.

Pero, al menos, albergas la felicidad en la llave que tienes a buen recaudo.

Y sí. Tengo un dinero ahorrado. Lo que, siendo joven, habría aprovechado para hacer un negocio ahora mismo lo veo como en el interior de un enorme laberinto donde todo aquel con quien me encuentre podría volverse altamente hostil. No me siento con ganas de perder mi último recurso. Salir volando, ¿en qué dirección? ¿Por qué?

¿Entonces? ¿Era verdad? Será una cuestión de darle la vuelta a la situación..., esta es la realidad que me ha tocado en este Teatro.


Creo que voy a empezar mi libro: "Es propio de Sabios saber / divertirse". En el libro propondré juegos de una, dos, tres o más personas. Clasificados por su fácil aplicación con mínimos recursos, y en combinación con lo que se tenga a mano. Un libro, en definitiva, de dinámicas de grupo para cuando se viaja en coche, autobús..., cuando en una velada los amigos quieran hacer algo juntos y estén dispuestos a escuchar un par de minutos de reglas... Un libro que va de eso. Al fin y al cabo, cuando la gente no sabe divertirse es cuando se les crece las garras de gato, los bigotes de gato, los dientes de gato..., y, poco a poco, hacen una atmósfera irrespirable: sexo, tabaco, alcohol..., agresiones, drama, sadismo..., proyecciones, religiones, locuras..., banderitas, ceremonias, esvásticas...

Y luego le echarán la culpa al comunismo.








 




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