Los indulgentes y los prostitutos.

Hoy quería volver al bronce, al pensamiento burgués, y de cómo algunos obran contra la meritocracia en su propia mezquindad. Podremos encontrar líderes de las redes sociales que intentarán convencernos de cuál es el camino correcto; un camino horrible.



En realidad los burgueses no le desean su vida a sus propios vástagos, a sus seres queridos. Podría citar múltiples casos de líderes sociales (youtubers y otros famosos) que, creyéndose un buen ejemplo de triunfadores, intentan dar clases a los demás sobre cómo sucumbir a sus mismos fracasos. Aunque, para ello, se ven obligados a tener que mentir: fingir que mediante ese camino que señalan realmente se llega al éxito.

Pues bien, a esos señores, que son los burgueses (los que por un lado se han hecho autónomos de la figura de un señor feudal, pero por el otro siguen valiéndose del trabajo ajeno), los he querido poder clasificar entre los prostitutos y los indulgentes.

Huelga mencionar que cuando se fomenta la idea del trabajo duro, de hacer caso a los que se ocupan de la materia, de llorar menos en el hombro ajeno, o no vivir tanto de la financiación y la estafa..., al final de lo que hablo es de una especie como de autónomo o trabajador, propiamente dicho. Todo lo contrario que la idea del burgués. Por eso, quería dejar claro que los antilíderes aún pueden clasificarse en dos tipos: los indulgentes, que desde su posición de poder son unos perdonavidas, y los prostitutos - que se valen de su compañía para conseguir lo que otros necesitarían poner talento.

Y entonces me viene a la mente al eminente Jackie Chan que, fiel a sus principios, le niega a su hijo (o eso dicen) el que pueda vivir de la imagen del padre: que él se labre su propio futuro - pues sí cree en la meritocracia del mundo en el que vive. Razón por la cual no puede colmar de herencias a sus descendientes.

Pero me centraré en los burgueses. Cada cierto tiempo se les suele escuchar sus cosas contra el comunismo... Me apenan. Algunos hasta se creen lo que dicen. Me pregunto qué pensarán sobre esos misioneros que viajan, por ejemplo, a África para convertir negritos. Esa filosofía que tienen que, por un lado es solidaria y dedicada, y por el otro viven en un mundo utópico e inexistente. Pero nadie se mete con esos misioneros. Nadie se mete con la hermana Teresa de Calcuta y las acusaciones que recibía de extorsiones y tortura a sus feligreses.

Pero centrémonos en el comunismo: esa fórmula que se consideró hace no sé si dos siglos y que, con los años, se reinventa y reaparece: se trata de la necesidad de planificar la economía para que los estafadores no salgan ganando. Es decir, en ocasiones aparecen empresas que aprovechan la oportunidad para apalancarse y machacar la competencia leal. Esto mismo lo llegó a confesar la mismísima Ayn Rand, por lo que, en su demencia, aún no era tan senil.

La planificación es necesaria, que es como decir que cualquier regla no vale, que es como decir que el lucro debe vigilarse. Por lo que hay algo detrás de la lectura de Marx a la historia del capital que podría tener sentido. Y hay que leer a cada autor con los ojos de su época, aplicándola sabiamente a la nuestra. Hoy día existen entidades jurídicas, sabemos lo que es la estanflacción, Keyness ha muerto... Y estamos superpoblados en un mundo global económica y culturalmente. Muchos matices.

Se me verá abogando por un conservador peculiar como Friedman..., porque si alguien me tilda de rojo será por aspectos generales, no por una extraña devoción a unas momias y a la indulgencia que le quiera yo aplicar a algún crimen que cometieran.

Me llamarán rojo porque asumo como mío la frase: trabajar lo que puedas y coger lo que necesites. Esa cita viene de las discusiones en la Internacional que resume la filosofía comunista, a diferencia de la anarquista. Esa misma idea se observa, ni más ni menos, que en la versión del Libro de la selva de Disney, empresa que, sabemos, de comunista tiene de poco a nada.

¿Ahora bien: cuál es la teoría coherente del dogma burgués?

La idea que pretenden tener algunos de lo que es conseguir el triunfo en una sociedad burguesa es mediante la obtención de indulgencias. Quizá podría comprenderse mejor lo que se expone en este blog a través de la obra de Balzac, que casi es como si digéramos que hay dos tipos de roles en la burguesía de ese tipo de novela: los caballeros y las cortesanas.

Debemos entender que el caballero es un sujeto que le cede todo a la dama, es el nacimiento del machismo victoriano, donde hay un aprovechamiento perfecto de la mujer. Asímismo, como dice el génesis, si ésta se deja amedrentar, como buena cortesana que es, podrá ganarse el paraíso de la burguesía. Que no, como en su tiempo fue Lilith, una revoltosa libertaria con ganas de igualdad, entonces se marchará de ese entorno burgués donde no pinta nada.

Con los años, poco a poco los pequeños actos de prostitución que tendría que hacer el caballero, así como los pequeños actos de indulgencia que debía hacer la dama, se fueron entremezclando hasta que era difícil en la sociedad actual saber quién es caballero y quién es dama. Y, entonces, quizás, es en este entorno cuando las personas se vayan dando cuenta de que no es un asunto de damas y caballeros, sino que la burguesía se mantiene gracias a prostituciones e indulgencias.

Visto así, es fácil suponer que el mundo real es imposible de aguantar: todos estamos dispuestos a ser ese caballero aristócrata, dulce y elegante; puede que lo que tenga de truhán lo tenga de mala gente..., pero será indulgente con nosotros, y eso le dará un encanto especial. Pero claro, ¿acaso no le estamos dando valor positivo exclusivamente por ser un perdonavidas, un indulgente? ¿Qué tiene eso de caballerosidad?

De la misma manera, los hay que hacen de secundones, es muy fácil reconocer a la dama. Ésa que viste tan pomposa y maravillosa, todo el mundo habla de las hijas de Gil; es él, Gil y sus poyas. Todo el mundo habla de ellas, y de gil ¡Aquí viene el gilipoyas! Han prostituido su talento para sólo valer de esas personas por su presencia. Al final la gente se acaba dando cuenta de que sólo son floreros, figuras decorativas que son secundarias. E, insisto, aunque Simone de Beauvoir explicó muy bien en qué consistía esa prostitución el sexo, tarde o temprano, se vuelve secundario: es un atributo burgués. Y, por tanto,  mientras la meritocracia sea el enemigo siempre aparecerá el valor de la prostitución.

¿Y eso es lo que quieres para tus hijos? ¿Quieres que vivan la prostitución para que sean indulgentes con ellos y que, a su misma vez, desde el poder sean indulgentes con quienes se prostituyan para ellos? ¿Es esa la clase de mundo que queréis? 

El mezquino es un necio que hace escuela. El necio es alguien que ignora el hecho de que ignora una serie de cosas. El burgués se mueve en la mezquindad, porque mientras haya burgueses se justifica su filosofía: es un meme que se retroalimenta, como un vicio social.

Existen distintas estrategias para abordar ese problema. Unas son decirlo (como lo que hago ahora), pero la mezquindad es muy profunda. Otras pueden ser inhabilitar las desigualdades sociales, para menguar la necesidad de prostituirse. Pero no solo eso, la corrupción aparece con los laberintos de leyes, con jueces a los que no se les reprende su mezquindad, con políticos que pueden tener fama de corruptos... Y detrás de la corrupción, la indulgencia por no conocer leyes, porque la gente se amontona para salvar sujetos asquerosos...

Una ley de indultos no es suficiente: hace falta prohibirlos, cuanto menos. Cuantas menos opciones políticas haya la presión violenta de las masas se sentirán más frustradas: porque sí, veremos a las masas burguesas levantarse contra los autónomos - como está pasando en Cataluña. Los burgueses se mueven con mucha soltura y ganas, el autónomo en el mundo burgués se siente cansado y desesperado porque tiene que lidiar dos luchas: la de su autonomía y la de su bolsillo. Cuando el burgués sólo lucha por su dominación.

La ley es el único sustento del ente social. Y a todos esos burgueses que tanto miedo tienen del comunismo..., les digo que no hay nada que perder.