lunes, 2 de septiembre de 2019

Vivimos una estafa

Nos encantaría poder decir que nuestra vida tiene un sentido o una razón de ser. Que hay un motivo por el cual actuamos como actuamos. En realidad ese placer es una estafa, es un sesgo necesario para la supervivencia.



Al religioso le gusta pensar que ha nacido para ser religioso. Que lo suyo no es un sesgo para la supervivencia de la especie. Pero la verdad es que se nos hace todo más sencillo cuando teorizamos contra la trascendencia de la religión. Esto es, no hay trascendencia en la religión, sólo una insana obsesión.

Religarse a una idea sin ponerla en cuestión cabría esperar que podría provocar una merma en los individuos, un error en la manera de relacionarse por parte del colectivo. Sin embargo, al final la cosa, partiendo de la teoría de la evolución adquiere unos tintes mucho más simples.

El papel de la consciencia, al mismo tiempo que invita a la reflexión del papel del yo en el mundo, también ayuda a interpretar las huellas y demás señales del camino ¿Cuáles de esas huellas son nuestras? ¿Hacia dónde debemos mirar para observar lo que más nos conviene predecir?

Desde el interior más profundo del cerebro ahí está la amígdala, la que obtiene la sabiduría más paranoica y ancestral de cada especie inteligente. Ésta clama a los cuatro vientos qué es objeto de miedos, los más atávicos, y el neocórtex, la parte más nueva del cerebro, se encarga de interpretar los miedos de manera que se convierta en otra clase de sensaciones: pena o asco, dependiendo de qué parte de la cabeza se active.

Pero claro, ¿qué pasa con el placer? Desde la zona frontal del cerebro el yo necesita una motivación, un caballo que se deja llevar por la curiosidad, el desenfreno..., que se mueva en libertad. Cada vez que el áuriga le refrena a base de miedos el placer, la alegría, la llamada..., se reprime.

Todos los animales tienen ese impulso de dopamina. Lo necesitan para saber que hay un motivo para moverse. Es la zanahoria de nuestra consciencia. De lo contrario sólo la zona cingular sería la artífice del movimiento a través de comportamientos airados.

Pero la cosa es que cuando un animal empieza a ser consciente de su existencia, de la huella que deja, de los artificios de la abstracción de los símbolos, de un nuevo lenguaje..., empieza a necesitar a poner a prueba ese lenguaje. Y si ese lenguaje incorpora preceptos morales entonces también necesitará poner a prueba el superar los límites morales. Esto es para obtener un mecanismo de aprendizaje para saber cómo te corrigen.

Es por ello que empieza la criatura cuestionando todo, pero si no tiene una manera de religarse a la ética entonces no hay forma de que comprenda que ésta no puede ser cuestionada. Existe un derecho natural que no puede ser traspasado, por una cuestión de empatía - de que vivimos en un mundo susceptible de ser destruido por nosotros mismos.

Una sociedad que empieza a dislumbrar los símbolos abstractos también empieza a plantearse el tema de la moralidad y, por instinto, lo ponen en entredicho para aprender a aprender a corregirse. Es por ello que las sociedades que les dieron un caracter religioso al tema de la ética podrían tener la oportunidad de sobevivir. Las que no probarían a matarse entre ellos, o incluso se canibalizarían.

Sobrevivir no es signo de defender verdad alguna. En cuanto te cargas la mochila de un pasado que te ligas entonces empiezas a andar y a visitar mundos. Poco a poco vas observando las huellas que dejas y aprendes a desprenderte de lo que no necesitas.

Como un león, descubres lo que te impide el paso y redescubres el significado de las cosas. Hay aspectos que no necesitan ser enseñados y otros que sí lo son. El superhombre no está destinado a tener que vivir bajo una religión, ni tampoco bajo una monarquía, pero el lenguaje es el que marca la necesidad.

Asímismo pasa con la tribu que sólo vive el presente. La idea de Dios, por ejemplo, fue imposible de hacérsela saber. Hablo de los Piraha. El lenguaje permite a los colectivos a vivir mentiras para plantearse un mundo irrisorio que les llevará por instinto a querer explorar y cuesitonar. Otro lenguaje es posible, uno que hable de tiempos pasados y futuros, pero que no obligue a creer en ideas perfectas porque el mismo lenguaje ya es objeto de interpretación.

Pero entonces nos vemos a nosotros mismos y pensamos que estamos obligados a hacer algo en nuestra vida y con nuestro tiempo ¿Es así? ¿Debemos sacarle provecho? De ser así entonces la ausencia de sacarle provecho a lo que tengamos alrededor de nosotros sería un acto perverso por nuestra parte. Pero la cosa es que si no nos preocupara nuestro Legado entonces nuestra sociedad no avanzaría... ¿No avanzaría para quién?

Consumid malditos, ¡pero consumid!

Consumir y trabajar. Trabajar y consumir. Mientras tanto, los que más nos han estado estafando; los ladrones de nuestro tiempo, se deleitan de los favores que les hacemos. Nos deben mucho, y más aún. Pero siguen ahí, impasibles. Mientras, otros se desloman para que ellos puedan seguir allí en las alturas marcándose dramas griegos a partir de sus jugadas sociales.

Consumir y trabajar. Trabajar y consumir. Mientras nos preocupemos por nuestro Legado estaremos trabajando para Ellos. Ellos son los que le sacan provecho de lo que hacemos. Clickea al móvil, deléitate de esta poesía, ahora trabaja para que te merezcas todo esto, compra este producto que te digo que necesitas..., no te lo dice tu amígdala, te lo dice la mía, que ha conectado contigo..., no pierdas el tiempo, maldito, pues tu tiempo es MI ORO.

El tiempo se escapa, fluye y es inexorable... Pero el que vive en una sociedad que no es meritocrática debe evaluar: si soy peón lo único que me queda es la revolución. Como dice la canción.

No tenemos que esforzarnos en mejorar cuando el techo se ha vuelto opaco a nuestra vista. Dile a un muerto de hambre en África que debería de intentar resolver un teorema matemático. De poco le servirá a él, y para nada le reconocerán el haberlo conseguido salvo que ocurra un milagro.

Creer en milagros es propio de religiosos. Y sí, las religiones es lo que más les conviene a los superclase: ésos que se creen listos, cuando saben que no lo son. Ésos que se creen que merecen lo que tienen, cuando saben que fue objeto de una oportunidad de la que no tenían auténtico control. Poco a poco, sólo puede sobrevivir una idea: han tenido que ser elegidos. La religión podría salvarles: si son ricos es gracias a la mano divina. Y no, sólo hay que mirar arriba y observar qué creen que es cierto.

Entre errores y bajezas al final observamos un mundo que, cada vez más, se acerca a alguna suerte de autodestrucción..., cuando el consumo más o menos maravillan al individuo en el ensimismamiento, para que no se dé cuenta de lo que pasa. Su cerebro se acartona hasta convertirse en una figura que no quiere progresar ni mirar con perspectiva.

Luego hay otros que siguen queriendo mirar con perspectiva, pero sus quejas siguen intentando religarse a conceptos que no comprenden; así que sucumben a los sesgos cognitivos y a las falacias: el meme del ahorcado, que es donde los progresistas se ponen del revés y acaban abalanzándose hacia ídolos invertidos.

Esos ídolos siguen ahí, se aprovechan de que la gente quiere aprender a aprender y muchos erran en categorizar de ético lo que es moral, o de moral lo que es ético. La falacia es un error expreso, mientras que el sesgo es un error inherente en nosotros, de cualquiera de las maneras es imposible adivinar cuándo nadie se equivoca cometiendo uno de estos errores porque, en una lógica situacional, existe un mundo donde esa afirmación sería un contingente. Vestida de necesaria se comete un error que debe ser subsanado. De lo contrario la progresión se vuelve extremista, para dar alimento a la aparición de otros extremistas.

Mientras la gente piense que debe no perder el tiempo, en una sociedad no meritocrática seguirá trabajando para el esclavista. Son los mecanismos de supervivencia del nepotismo, que serán alimentados por el conservadurismo - idea que se enmascara en principios anarquistas (como un liberalismo que absolutamente nadie defiende) o que se muestra tal como es con principios nepotistas (y distintas formas de corrupción, como los nacionalismos/independentismos).



En un momento dado, yo, de pequeño, me dejé llevar por la creencia de que debía pensar para compartir mis ideas. Entonces desarrollé ese sesgo y me condené a vivir del revés en mi progresión. Ahora estoy viviendo el silencio - los demonios callan.

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