martes, 13 de agosto de 2019

La tiranía Hikikomori

Mendigos que son patronos, inútiles asalariados, intrusos que han sido colocados..., poco a poco la tiranía Hikikomori se impone frente al fracaso del Contrato Social de la sociedad que vivimos.




El hombre nace moralmente independiente por naturaleza. Todo es inocencia en la persona. Asímismo, como el peor de los tiranos, todo cuanto se le cruza por la mente es retorcido, pasa por la experimentación más atroz y despreocupada..., el bebé atrapa, agarra, destroza, se ríe de lo que consigue modificar a su antojo. Es una máquina para exterminar todo lo que hay a su alrededor - parece casi incompatible con la vida en la civilización.


De ahí nace la idea más clásica de civilización...

Las criaturas humanas, cuando nacen, están preparados para reconocer a sus padres, a gente cercana..., su familia. Poco a poco irán creciendo para comprender que hay un mundo colectivo mucho más allá del yo.

No se puede juzgar al que cree que su mundo no es colectivo cuando no ha tenido tiempo para experimentar la civilización. Si todo cuanto ven es un conjunto de clanes, entonces su mirada no irá más allá de las tribus. Estas criaturas desarrollarán unos valores válidos, vivirán felices y su cultura conocerá el máximo auge independientemente de los mecanismos que utilicen en su lenguaje.

Independientemente de hasta donde llegue su ciencia, su filosofía, su poesía, el uso de la razón, cada individuo alcanzará eso que les preocupa a tantos: la Felicidad, signifique lo que signifique dentro de su absurda variabilidad.

Centrándonos en lo importante, la Verdad no nos da la esa Felicidad, pues la Verdad es invariable y, en definitiva, representa todo lo que se ha dado en el Pasado ¿De qué nos sirve algo tan estático? 

Lo importante, dirán algunos, es poder expresar cualquier afirmación y ser Conscientes de cualquier clase de pensamiento: ¿pero acaso no es ese el origen de las guerras y los genocidios? Cuanto más conscientes son los chimpancés de la idea de una propiedad (ya sea de escasez de comida o lío de faldas) más razones encuentran para llevar a cabo conflictos armados coordinados. Esa es la cultura que tienen.

¿Y es acaso tan importante poder expresar cualquier sentimiento con nuestros símbolos? ¡Qué simple sonaría reducir a eso la Felicidad! Es el maravilloso mundo hippie donde estamos todo el tiempo fumados y expresando lo que pensamos. Suerte que hoy día sepamos que eso, en definitiva, es un asco. Tan sólo el pensamiento bohemio de decir que es un asco y vivirlo se salvaría de la quema pero, ¿por qué? Porque se mantiene la correlación de fuerzas.

Mientras hayan fuerzas que se contradigan el movimiento animará a nuestro Mundo Feliz. Un mundo indefinido, cambiante, burlón..., nadie lo puede expresar de ninguna de las maneras, y es así como mejor nos sentimos en él, porque nadie es representativo exacto de lo que esperamos de él. Lo que esperamos de nuestro Mundo Feliz es el cumplimiento de un Contrato Social, para que nos sean cumplidos nuestra Ley Natural.

Tenemos la oportunidad de empezar a ser civilizados. Tenemos la oportunidad de organizarnos mejor, dentro del absurdo que eso significa. Podemos encontrar motivos para entrar a conocernos y divertirnos con nuestros peculiares pasatiempos. Esos pasatiempos nos hace más cultos, dentro del absurdo que eso signifique. 

Cuando éramos niños pequeños vivíamos una filosofía completa y total: sabíamos que nuestros juegos no significaban nada importante. Sin embargo, de mayores, nos creemos importantes, algunos se vuelven adanistas y se creen que sus palabras trascienden. No, yo digo: tus palabras algún día serán Olvidadas. Sólo puedes moverte para pasar el tiempo.

Si la Gran Obra de la Verdad Suprema de la Ciencia y nuestro Gran Legado fuera tan importante, puede que yo ahora mismo tuviera que preocuparme por continuar mis investigaciones matemáticas y de computabilidad, por el bien de la Humanidad y para hacerla crecer hacia los Arbores de la Civilización para conseguir encontrarme un Hueco entre los Grandes Dioses de nuestro tiempo...

Sin embargo esos Dioses no serían atemporales, sólo quedarían definidos, en el mejor de los casos, por los grandes Memes que rigen los criterios y cánones de nuestra civilización. Esos Dioses, a los que suelo llamar Arcontes, criaturas que no existen, pero que están entre nosotros, como si estuvieran vivos - nosotros les damos vida con nuestro comportamiento, comportamiento que se replica, y les alimenta.

Tan fácil como inventar una palabra nueva y que todas las personas la repliquen hasta el Fin de los Tiempos..., no, no se repetirá hasta el Fin de los Tiempos. Y claro, cuando se Olvide, ¿qué significará? ¿Que yo habré perdido la Felicidad? Es Obvio que el problema está en perseguir algo tan futil, tan futil como la civilización misma, como cualquier pasatiempo..., la vida no es más que un mero pasatiempo.

Entonces, en nuestro Contrato nos preocuparemos de que sea lo más representativo de la Ley Natural, esa que sí es atemporal; esas herramientas de las que se valen los arcontes para comandar sobre nosotros, para ser más fonéticos. Porque el meme no se repite porque sí, se repite bajo unos preceptos que se mantienen dentro de un álgebra, una lógica, unos preceptos que le son objetivos...

En una sociedad pequeña, con preocupaciones grandes, es fácil conformar sociedades republicanas confederadas, es fácil la horizontalidad - defender la igualdad práctica; estudiar qué desea hacer la mayoría para pasar el tiempo.

Pero existe el dolor, el sufrimiento, lo que nos atormenta..., de ahí que cuando nos escudamos en que la sociedad es demasiado grande para nuestras grandes preocupaciones, la falta de cultura para organizarse provoca que nos convirtamos en Mendigos sociales, tiranos Hikikomoris que esperan que el colectivo se ponga a nuestro servicio. Y la cosa es: una piscina donde nadie se quita el sudor deja de tener agua cuanta más gente se baña en ella en esas condiciones.

La palabra Hikikomori es una palabra moderna. En los tiempos de la Grecia Antigua quizá se le habría aplicado a Diógenes..., pero Diógenes era controvertido, pensador..., movía sus ideas. El Hikikomori no mueve sus ideas, se asienta en su habitáculo a la espera de que el entorno gire alrededor de él. Cuanto más civilizada sea una cultura más peculiares son las palabras que se asocian a los vicios que nos devuelven a los comportamientos de los niños pequeños.

Sin embargo, enséñame un mezquino y sabré denunciarlo. La cultura es fundamental para que no sucumbamos al estado lactante. La pata de palo en un conejo no le convierte en pirata, sino en alguien con mala pata: la cultura, aun siendo un sucedáneo de lo auténtico, nos permite desenmascarar lo que pretende substituir a lo que es atemporal.

Y, claro, ¿qué herramientas podemos usar para medir la cultura democrática en la plebe? Consideraría que, hoy día, podemos medir la cultura democrática de nuestra sociedad occidental por el estado en el que se dejan los baños públicos.

En una ocasión mi padre me dio un dinero por motivo de las fiestas navideñas. Entonces me encontraba en casa de mis primos y a mí, por motivo de darles tutela considerando que eran adolescentes, se me ocurrió hacerles una jugada:

Hice el gesto de que me agachaba para coger algo que había encontrado en mitad de la calle.

- ¡Vaya! Un billete ¡Qué suerte he tenido!

- Oye, ¿dónde lo has encontrado?

- Ahí, en esa esquina, ¿no lo habéis visto?

- No..., compártelo.

- Sí, eso, compártelo. Somos dos contra uno conque tienes que compartirlo.

- No, no pienso compartir este billete. Es mío.

- Si a mí me hubiera pasado lo habría compartido con los tres.

- Yo pude haber visto el billete, estaba a mi lado de la calle..., no es justo.

- Todo eso es circunstancial. El hecho es que lo he encontrado yo. Así que me lo quedo yo.

- ¿Es esa la forma que tienes de dar ejemplo?

La discusión estuvo prolongándose, incluso para cuando volvimos a casa de mis tíos. Aún, su enorme capricho hacia lo ajeno, su envidia, sus berrinches..., les obligaba el intentar convencerme de alguna manera. Mi suerte tenía que ser una suerte compartida, porque si habíamos salido en esa dirección fue por idea de ellos, ese era su barrio, etc...

Entonces fue cuando, a mi juicio, tenía que darles la parrafada:

- Si quieres imponer una regla para todos, tiene que ser bajo las mismas condiciones. No puede ser que a mitad del partido cambies las reglas a tu favor. Es cosa tuya el dar ejemplo y ser el primero en repartir lo que encuentres para que así lo hagamos todos los demás como has hecho tú en primer lugar.

- ¿Entonces darás ejemplo y repartirás lo que encontraste?

- No, esas no son mis reglas: son las tuyas.

Era su Contrato Social - no el mío.

Allá donde la sociedad no es consciente como sociedad sí lo puede ser aún por la demanda colectiva de sus individuos, esa que se produce cuando somos conscientes de que hay alguna clase de daño - algo que no nos agrada. Esos factores intrínsecos son percibidos para cuando descubrimos que nuestra cultura no está a la altura. Se puede observar que la calidad democrática encaja con la capacidad que tiene una sociedad para ser consciente del daño que se autoinfringe.

Los partidos políticos han sido una suerte de muleta, como lo han sido las religiones, para descubrir los errores morales que comete nuestra sociedad. El mundo es más simple con un libro de instrucciones que te diga cómo tienes que pensar como colectivo. El problema es evidente: las reglas resultantes no son las que quieren sus feligreses, militantes o miembros de la secta..., no son reglas democráticas. Sólo los líderes se sienten identificados y libres y, en la mayoría de los casos, sólo el amado líder tiene desenvoltura dentro de esa clase de sociedades.

Ser consciente de un deber social que cínicos y mezquinos no comparten le a lleva a una persona a ubicarse en una sensación de Soledad. Y esta Soledad provoca aversión y una llamada al colectivo contra la Opresión. Opresión que suele ejercer los que ocupan posiciones de Poder.

Es entonces cuando comprendemos que el Resentimiento se justifica para hacer posible que la Sociedad avance, sea más culta. Para que haya más progreso, sin cinismos y sin sucumbir a la mezquindad, manifestar Resentimiento puede evitar que los colectivos sucumban en el berrinche tiránico de los Hikikomoris.

Es por ello que, en ocasiones, se justifica manifestar falsedades que le son auténticamente irrelevantes a los destinatarios del mensaje (como decir que unas actrices son víctimas de malos tratos cuando no es así) siempre y cuando el mensaje transmita mayor autenticidad, se ayude a la pedagogía. Otra cosa es que por el uso de la mentira se perjudiquen a terceros (como que esas actrices vean su imagen modificada sin dar consentimiento expreso), en cuyo caso estaría afectando a esas álgebras atemporales de las que deberíamos de fijarnos un poco que están de manera Natural ligadas a nuestra existencia.




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