domingo, 21 de julio de 2019

Irrelevancia y Toxicidad

Cuando le metemos a nuestro cuerpo algo irrelevante corremos el riesgo de sufrir algún síntoma de obesidad, y cuando metemos algo tóxico puede que sus tejidos se hagan pasar por relevantes y nos acabe envenenando. Lo mismo pasa con nuestra mente.




En haras a nuestra libertad, la psicología no conviene que se introduzca para hacer juicios de valor: existe un conjunto de conductas que nos son irrelevantes y otras que nos son tóxicas, pero lo que enferma nuestro comportamiento encuentra matices en nuestras valoraciones éticas más internas. Esto mismo pasa con la distinción entre cinismo y mezquindad.

Yo sí hago distinción entre esos dos términos, sin ánimos de ser capaz de ir señalando a nadie con certeza sobre cuándo le corresponde a cada uno ser una cosa o la otra. Cada cual debería de tomar nota para sí.

El cinismo es el arte del decoro de la irrelevancia, mientras que la mezquindad es la toxicidad puesta como primer plato ante los hechos más importantes. El mezquino es un necio que hace escuela de su ignorancia para contaminar a los demás. Los ejemplos más sumarios los podemos tener con Schopenhauer o Hegel. Ellos son los ejemplos más palmarios del chovinista exacerbado que intenta imponer sus criterios reaccionarios a una sociedad que, poco a poco, está superando sus tradiciones. Son la representación más perfecta de contra qué debe luchar el superhombre de Nietzsche. Lo cual puede ser curioso porque he llegado a escuchar que Nietzsche valoraba a Schopenhauer...

Es inevitable darse cuenta de que un artista siempre muestra una obra irrelevante para la filosofía, razón por la cual no puede etiquetarse al artista de ser un cínico, sino de que su cometido interpretado dentro de la filosofía resultaría cínico. El artista, por tanto, es un intelectual de las formas - no del contenido. Por lo que su contenido está dedicado al canal en el que trabaje y, sobre él, buscará emitir un mensaje orientado al contenido u orientado al sentimiento.

Esto es, si se espera un mensaje orientado al contenido y se encuentra que no había mensaje, entonces podremos considerar esa obra como basura, amarillista, estafa... Asímismo, si se esperaba un sentimiento y el resultado de la obra no transmite emociones entonces también se puede considerar basura. Es decir, encontramos el comportamiento cínico por parte del artista cuando nos ofrece una cosa y luego nos quedamos con nada.

Es por ello que era de reseñar que cuando a la sociedad ya sólo le queda cómo intelectuales a los artistas, a los expertos en las formas, sólo podemos decir que la sociedad está enferma y llena de cinismo y mezquindad.

En ese falso debate aparecen como dos grandes grupos: el grupo de los irrelevantes y el grupo de los tóxicos.

Los que dicen cosas irrelevantes quieren que avancemos en un lenguaje de progreso hacia posturas que ellos mismos no entienden, razón por la cual se ponen muy nerviosos y se vuelven beligerantes. Saben que no pasan un tercer grado en sus planteamientos superficiales, así que se tiñen el pelo, se comen sus menstruaciones, gritan estadísticas superficiales que no se creen sobre discriminaciones, defienden la vagueza, la delincuencia, no persiguen los delitos y están en contra de ellos..., se quedan en la superficie y son incapaces de analizar el mundo en el que viven. De ahí que sean cínicos.

Los que dicen cosas tóxicas quieren que volvamos atrás en el tiempo. Es imposible ser tóxico sin ser reaccionario. Consiguen ser bastante coherentes, pueden hablar con mucha templanza, tocan temas aparentemente bien pensados..., pero sucumben siempre a errores históricos YA superados. Es decir: ignoran que son ignorantes. Se ven a sí mismos como sabios, cuando son necios y auténticos expertos en contaminar y crear escuela. Una escuela tóxica, de ahí que sean mezquinos.

Lógica y conocimientos de historia. Son buenas herramientas para ambos.

Pero claro, los cínicos buscarán nuevas estadísticas, muñecos de paja, falsos debates y un tanto de unanimismo: el relativismo moral que no sirve de nada cuando pretendes argumentar ante una persona seria. Valiéndose del sesgo del status quo y de varias herramientas schopenhauerianas pueden mantener su discurso de lo irrelevante y creerse victoriosos cuando, en el fondo, saben que hacen el ridículo..., razón por la cual se vuelven belicosos, beligerantes...

Los tóxicos, sin embargo, lo tienen más fácil cuando hay cínicos cerca: yo soy la verdad, mesianismo, adanismo, dogmatismos, ilusionismo lógico, narcisismos, supremacismos, utopías, idealismo, herramientas hegelianas, etc... Si pueden hacerse las víctimas ante los cínicos éstos podrían hasta creerse que gozan de la Verdad Absoluta, ante la ausencia de sujetos a la altura de falsear nada.

Y claro..., ¿va a ser tan sencillo como decir los de la izquierda serán A y los de la derecha serán B? ¡Pues no! Cuando el cinismo avanza y la toxicidad evoluciona, obviamente, el cinismo se vuelve tóxico y lo tóxico cínico..., así que si el mundo está patas arriba encontraremos en un espectro político cínicos y tóxicos, mientras que en el otro espectro tóxicos y cínicos.

...

Cuando tenemos un mundo tan extraño no es de extrañar que no se entienda cómo funciona la Cuarta gran Verdad del budismo, vista desde un punto de vista no dogmático. Cuando intentamos aplicarlo desde un punto de vista de generar un Modelo de la Lógica que nos permita tener un lenguaje técnico y coherente que nos permita describir cosas cotidianas (como este post).

Es entonces cuando no podemos imaginarnos cómo serían los artistas mezquinos, a diferencia de los necios: como cuando un artista usa cadáveres de verdad para transmitir un mensaje o sensaciones. Eso tóxico. Si se vale de estructuras sintéticas para transmitir lo mismo sería cínico y, en virtud de lo que transmita en su galería, podría ser ya sea o trasgresor o poco ético.

Asímismo, ¿cómo sería este mismo post si lo hubiera escrito todo en poesía? Sería una obra sobre el cínismo en el arte, y si hubiera escrito exactamente lo contrario, al entenderse por sentido común que es una ironía sería una obra sobre la propia mezquindad.

 En definitiva, y por recapitular, se trata de comprender las distintas partes...

  1. Comprensión correcta. No ir a lo irrelevante.
  2. Pensamiento correcto. No defender toxicidades.
  3. Palabra correcta. No representar lo irrelevante.
  4. Acción correcta. No actuar como un necio con mala fe.
  5. Ocupación correcta. No representar un rol irrelevante en tu acción.
  6. Esfuerzo correcto. No intoxicar tus actos en tu rol correspondiente. Ser un líder.
  7. Atención correcta. Metacomprender lo anterior en ausencia de cinismo.
  8. Concentración correcta. Metacomprender lo anterior por encima de toxicidades.
Para la próxima analizaré este vídeo.


 

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