jueves, 25 de julio de 2019

No he querido, pero me lo han puesto en las narices

Hace muchos años tuve la oportunidad de revisar unos datos macroeconómicos. Mi resolución fue tajante sobre la inminente crisis inmobiliaria. Lo publiqué y acerté. Ahora nos va a tocar otra por el estilo en este país.




Los economistas españoles no querían aceptarlo. Que si viento en popa, que si hay que invertir más..., ¡menuda aberración! Mientras, en aquellos años, recuerdo cómo mi jefe empezaba a ofertar casas de tres habitaciones en vez de cuatro. Era evidente, la crisis inmobiliaria fue propiciada por la genial idea de derribar casas pagadas en B. Zapatero fue el que creó una situación precaria cuando España podría haber aprovechado la situación lamentable de Alemania.

Nada. Nos gusta jugar en segunda división. Segunda B.

Ahora, poco a poco, está volviendo una aparente estabilidad. Los trabajos no ofrecen poder adquisitivo, en el interior de las casas creo que ha aumentado la inestabilidad, sigue existiendo la dependencia hacia los dos sueldos y, por otro lado, las relaciones de pareja se está minando. Por necesidad básica, la gente tiene que mirar a otro lado, y sucumbir al vicio: el amor por necesidad de escaparse ¿Cuántos años? ¿Cuatro de media como una empresa creada por puro vicio?

Podemos dar de plazo cinco años aprovechando el crecimiento de la población, la aparente estabilidad de aumento de gente activa y de trabajos fijos..., ¿quiénes ofrecen esos trabajos? Los que se han beneficiado de toda esta crisis, quienes se han quedado con nuestras miserias. A peor reparto mayor inestabilidad - ya se irá descubriendo. Pero esta inestabilidad será como en estado de dopaje: la gente tiene que vivir un desengaño.

Está claro que nuestra vuelta al 15M o a una primavera hispana no tendrá ese formato, aunque no faltarán los indigentes que se acumulen en las carreteras y plazas españolas. Cada vez se hará más y más evidente; y esa gente tendrá cultura suficiente como para albergar ideas revolucionarias - visión de colectivo.

Yo creo que para la siguiente revolución podría llegar antes de la crisis del Coltán. Cuando se acumulen los cuerpos y volvamos a vivir otro pico de muertes en masa que la prensa olvidará mencionar otra vez, entonces tendremos una nueva oleada de preguntas de qué hacer...

Existen dos exclusas: que realmente aparezca una renta básica universal en EEUU, o que aparezca un partido de izquierdas en España. Pero tarde o temprano los que están tan tremendamente confiados en el líder de la secta Podemos se acabarán dando cuenta, porque cuatro años da para darse cuenta: la enorme crisis de confianza sobre el amado líder acabará por estresar a sus más fervientes seguidores. No hay que olvidar que él mismo ya se va encargando de ir eliminando a la gente que se le queda demasiado cerca - sigue los mismos pasos que siguió Microsoft, sólo que Microsoft ganaba lo suficiente como para justificar las puñaladas.

Sería gracioso que, tras la eliminación de Pablo Iglesias y todo lo que recuerde a él, renaciera el espíritu del 15M en Podemos arrasando con toda la estructura que huela a rancio para renovar un partido, por ejemplo, comunista. O lo que se decida oportuno. Si se decidiera socialdemócrata auguro que será lo de siempre...

Yo, por mi parte, no sé qué será de mí - de mi tecnología. No sé si me toman en serio, si me lo tomarán. Yo sólo sé que si yo fuera el que tuviera que responder al que se pone en mi lugar nunca en mi santa vida se me habría ocurrido comportarme como se comportan conmigo. Yo he sido muchas cosas, pero nunca hay que olvidar cuál es la posición que tiene cada uno y lo que pide en cada contexto. Lo único que hago es pedir que evalúe a quien se ofrece para evaluar. Por una cuestión de vocación debería haber cierta capacidad de compromiso.

Compromiso que no veo.

Me dirán y me dicen que mis documentos son demasiado extensos. Yo les respondería que los que lo leen, quizá, sean demasiado cortos. Porque el poco interés se puede resolver con una leve interacción, con programas que prueben lo que se dice, estructura o puzzles que ayuden a cuestionar..., pero no se hace. Y claro, no se hace, según sospecho, porque ya lo han hecho y saben que lo que se expone aquí es auténtico - y no hay valor para ser honestos.

Esa realidad a la que me atengo hace imposible adivinar cómo será mi futuro individual. De aquí a cinco años podrían incluso matarme. Perfectamente. Si no fuera por el leve detalle de que, en ocasiones, parezco realmente invulnerable.

Es una verdad incómoda: mi existencia. Yo, sin embargo, lo veo como una peculiar pieza dentro del puzzle. Como una vía arriesgada para hacer posible lo imposible.

Podría usarse mi tecnología para revivir la tecnología misma y rescatar el PIB de cualquier país. Pero esa falta de fe, de espectativas..., va a destruir este planeta. Se tienen hechos consolidados y no se hace nada. No veo que nada avance..., no veo nada claro.




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