lunes, 22 de julio de 2019

Los juristas no entienden. Y es peor que eso.

No pude dormir. yo, dale que te pego. Nada, se me volvía  a la mente. Hasta que no me convencí de que lo escribiría no pacté con entrar en el sueño. Me revientan los juristas por antidemócratas.




Esta conversación ya la tuve hace tiempo. Entonces, cuando yo era quinceañero podía encontrarme con skinheads intentando hacer daño por las calles. Los juristas no entenderán mis vivencias, ni tampoco mis logros. De hecho, los juristas sólo me inducen asco por lo que estoy presenciando últimamente en este país: algo que nos convierte en un país que influenciará bien poco jurídicamente.

Estás ante un grupo de varios veinteañeros que rodean a una china adolescente, le están provocando miedos, ansiedades..., en mitad de la calle. Es inaceptable. Aunque existieran los móviles, no vendría la policía, que se encuentra a un par de manzanas (a menos de un minuto en coche): son hijos de policías, y ya tienen un modus operandi con sus papis. No entraré en describir cómo funcionan las dictaduras institucionalistas - menos aún cuando estamos cara a cara con la realidad, con lo que los juristas no entienden. Y tampoco, es peor que eso.

Me veo capacitado y entonces doy un paso al frente. Tengo muchos más años de experiencia de lo que jamás ninguna criatura podría comprender - oficialmente soy un genio, y eso significa mucho más de lo que parece. Debo encararme ante ellos porque soy capaz de dar el último golpe, y eso es lo que hago.

Con la verdad por delante, al final aparece la policía. Tienen mi testimonio. Ante mí, con el tiempo, llegará el jurista, el magistrado. Inicialmente no entiende. No comprende. Tiene muchos más años que yo, ha lidiado con cientos de casos parecidos y, al mismo tiempo, da la impresión de que hablo con un niño pequeño - uno de esos niños que hablan con mucha condescendencia y orgullosos de un lenguaje que no terminan de dominar. Al final le hago entender que en realidad era imposible hacer menos daño del que hice: que en realidad el daño se lo hicieron ellos mismos a sí mismos. Es un principio básico. La ética sólo afecta cuando tienes opciones, sólo puedes hacerte responsable de los riesgos que asumes. Abandonar a esa chica era algo inasumible en alguien como yo.

Me da asco tener la necesidad de explicar algo así ¿Qué clase de sociedad no entendería algo así?

Tuve varias conversaciones con el mismo u otros juristas. No los distingo. Magistrados que tenían puntos de vista sobre la acción ciudadana en las calles. No era yo un experto en Cartagena, pero cuando actúo como actúo tecnicismos como que me llamen homicida, agresor, etc..., se quedan en la inopia, pues no afectan a mi ética. Cuando el código deóntico te obliga a actuar la ley debe ser reflejo de las buenas conductas: si le van a alabar por lo que hace no es factible el que se deba reinsertar al individuo. El que es un ejemplo a seguir se sale de los parámetros de lo reinsertable. Y si no fue un ejemplo, requisito imprescindible: manifestación clara sobre qué se debía haber hecho en las mismas circunstancias. Y a eso lo llamo alcanzar el tercer grado, en estas circunstancias.

Pero esto los juristas no lo entienden: pueden redactar un fallo a medias, un fallo que no pasa un tercer grado. De hecho, es incluso peor. Cuando redactan el fallo saben que hay cosas que han dejado sin explicar. Pero no les importa: han hecho su paripé. Han mentido y pretenden ser ejemplares. Se les pilla fácilmente la mentira y no les importa.

El caso de Borja..., aún no me lo quito de la cabeza. Pudo haberme pasado lo mismo con el caso del anciano que mató a un invasor en su propio piso, pero será que no podía sentirme identificado con algo así. El caso de Borja me parece más cotidiano y, además, entre muchos karatekas era algo que se solía decir, como un aviso..., y recuerdo juristas que me lo comentaban...

"Cuando hay un robo no hay que meterse en medio, porque si se le infringe algún daño podría denunciarte el ladrón"

Es una frase mezquina. Es una frase antidemocrática. Es una frase caótica. La lógica que usa el jurista siempre es la misma: "La vida de una persona vale más que un bolso". Recuerdo el jurista que me dijo: "Si me roban, yo me dejo atracar. Puedo perder mi dinero pero en una confrontación se puede perder mucho más". Ese magistrado pretendía dar lecciones, por eso no era que no entendiera: valerse de ironías para defender una aberración es puro cinismo. Y el cinismo no es representativo, ni autoritario: es una forma de reirse de la democracia. Y desde las instituciones es una representación fundamental de la dictadura institucionalista.

Ahora me veo en la obligación de explicar lo que es un conato de emergencia, la diferencia entre un mero objeto y botín, así como tener que explicar lo que los cínicos ya saben: que detrás de las acciones de una figura heróica no hay ni defensa propia, ni tampoco miedo u odio u otra clase de dolo..., se trata de restablecer el orden. Y eso lo entiende cualquiera. Pero el cínico se hace el sueco: en su mundo utópico indefendible y que no se sostiene, salvo en el papel, la policía siempre llega a tiempo, lo que guarda un bolso nunca incluye insulina o, simplemente, el intruso que se cuela en casa sólo cogerá objetos de un cierto valor material... Tratar de dialogar con gente así..., todo eso me suscita mucha vergüenza de ver cómo se tienen que estar riendo al fingir que no entienden lo que realmente saben: ¿cuál es el verdadero elefante en la habitación?

En cualquier caso el periodista que plantee al jurista si Borja actuó en defensa propia está claro que es un cínico que desea que nuestra sociedad vaya a peor. No se puede ser más manipulador y mala persona.

En situaciones como ésta podría recordar algo que me pasó hace pocos años. Andaba, creo recordar, en dirección a mi kiosko, cuando observé a un hombre amenazar a una mujer. Ella era de origen como eslavo; yo la asociaba desde siempre con una prostituta, quizá víctima de la trata de blancas. El hombre la estaba amenazando con un cuchillo jamonero mientras gritaba de manera inestable. Está claro que no podía permitirlo, dijeran lo que dijeran los juristas. Porque sí: cualquier actuación por mi parte al margen de esperar a la policía los juristas lo asociarían a un riesgo que no querrán atribuirme el poder asumir - porque no quieren reconocer el carácter liberal del individuo y los conatos de emergencia. La policía tardaría su tiempo en llegar, y no me iba a limitar el aguantar el máximo tiempo haciendo malabares con manzanas delante de ese hombre: en cuanto le pegué un par de gritos el enfrentamiento sería inexorable: macho contra macho, no hay otra. Es así como funciona el patriarcado, antes perecen los hombres que las mujeres.

Esta frente a él, algún grito apelando el que no me meta - por supuesto no hago ni caso, no me conocen. De forma decidida, como si fuera un suicida, me voy andando hacia él y le quito el cuchillo como si fuera un perfecto niño pequeño (pues, para mí, es como si lo fueran). Cuando ves dos niños pequeños pegándose no puedes evitar meterte en medio y valerte de tu fuerza básica para separarlos. No puedes evitar hacerlo antes de llamar a sus padres: hay que hacer lo que hay que hacer cuando se tiene la capacidad para actuar.

Y sí, el tío intentó matarme no una, sino varias veces. En mitad del proceso tuve la oportunidad de tirar el cuchillo donde estaba una de las vecinas; mientras: "Cualquier conflicto que tengas con ella hazlo mediante la policía o por un juzgado, pero no amenazando". No me interesaba, ni me lo iban a contar, ni iba a preguntar..., la cosa era simple: o dejaba de ser amenazante o recibía otra hostia.

En mitad del proceso, con varios vecinos de testigo, llegó un policía. No quería que se metiera: ¿y si el malo tenía una pistola? Y si oculta una navaja y se abalanza contra un novato con uniforme. Le hice señas para que volviera a esconderse. Me hizo caso. Se calmaron las aguas. Y me marché por mi pie. Esta clase de situaciones no las conocerán los juristas. Los juristas viven en otro mundo. Igual que los médicos no suelen tener conocimiento de qué actividades son las que son compatibles con la vida, los juristas no suelen tener conocimiento de qué actividades son las que son compatibles con la resolución de conflictos.

Cuando leí la sentencia contra Borja me hirvió la sangre. No pude leerla al completo, lo poco que leía me indignaba más y más..., parecía que había sido escrito por un perfecto borracho ¿Cinco magistrados involucrados ante tanta prevaricación? ¡Qué desfachatez! ¡Cuánto cinismo! Me pasa a mí..., y no sé lo que se me pasa por la cabeza. No corresponde con las historias de la calle. Nada que ver con las buenas costumbres.

Andaba por la calle y vi a dos árabes discutiendo. Había muchos vecinos mirando. Alguno les avisó que habían llamado a la policía. Sin embargo la policía desgraciadamente no hizo aparición en ningún momento (cuando disponía de efectivos a 30 segundos de la zona - son unos incompetentes, en el mejor de los casos). Un hombre alto que le había quitado el dinero a un hombre con muletas. Estaban discutiendo en árabe. Al parecer era una deuda - no importa, nadie le puede quitar el dinero a nadie a la fuerza. Cuando se fue marchando el alto, yo lo seguí a cierta distancia y le increpé: "No puedes dejarlo así, ¡quedad bien!" Había una chica que hablaba árabe entre ellos, ella fue la que lo resolvió..., se fueron juntos y tampoco ningún jurista sabrá de este conflicto.

La desgracia que tiene este país, así como todos los socialdemócratas, es que los policías van armados. Cuando lo normal sería que en toda una brigada sólo hubiera uno o dos armas de fuego. Lo normal sería que la principal función del policía fuera los servicios sociales. Eso sería lo normal. Pero los juristas no lo entienden. No es peor que eso.

Cuando un policía llega a una zona de conflicto y observa a una mujer con las facciones desgarradas gritando y apelando por un cadáver, mientras introduce en su relato imaginativas maneras de cómo lo pudieran haber apaleado por un mero bolso sin importancia, habiendo dejado a unas niñas huérfanas..., no es de extrañar que hasta el kioskero se sintiera conmovido con esa versión de los hechos..., y sí: entonces es cuando los peores policías se vuelven INQUISIDORES y ya tienen a su culpable: van a hacer lo posible por implicar al héroe y convertirlo en villano. Han aceptado cualquier testimonio..., y entonces la policía empieza a no ser de confianza. Porque ellos mismos son incluso capaces de poner las pruebas. Pero esto los juristas..., bueno, aquí sí se les suele ver más finos - al menos en España, eso sí.

Pero tan pronto como le llega a un fiscal una denuncia falsa, y comprueba con confesión y todo, que todo era una patraña.... ¡JA! ¿Iniciarán el proceso de denuncia a la inversa? ¡NI DE COÑA! Ahora sí..., ahora sí puedo decirlo era PEOR QUE NO ENTENDERLO: lo entienden PERFECTAMENTE. Eso, señores, los juristas lo entienden perfectamente, pues es peor que no entenderlo: su cinismo es tangible. Quieren hacer posible una ideología, la que sea, a base de negar la realidad.

¿Acabar con los karatekas que le hacen la competencia a la policía? ¿acabar con los varones españoles que representan el patriarcado? ¿acabar con el talento de los cartageneros cuando destaque por delante de los murcianos (esto último lo he colado para que sean tres cosas - más estético)?

Sea cual sea la ideología, todo es utopías, todo es dictadura institucionalista. Todo es antidemocrático. Pura fachada. Reductos del fascismo en España. Son gestos antiliberales que son incompatibles con la democracia: tenemos costumbres que autorregulan los malos comportamientos ¿Por qué en los países del extremo oriente la criminalidad es menor? Porque allí las artes marciales se enseñan como en España la educación física. Y se respeta a esos maestros, los cuales regulan y median ante los conflictos más extremos.

Dicen que era un simple bolso. No: el delincuente había arrancado el bolso con violencia; la víctima se aferraba a él ¿Qué había en el bolso? ¿Era cierto que podría haber matado a la víctima de la siguiente posible patada en la cabeza? Nada de eso le importa al tribunal, pero eso es lo fundamental en el comportamiento de aquel que debe tomar la decisión de ponerse en medio: prevaricación, dolo, cinismo, dictadura institucional..., esos jueces no deberían de volver a ejercer.

Y, por otro lado, ¿por qué no estaba ahí la policía? ¿Por qué el kioskero dio un doble testimonio? ¿Había presiones por parte de los agentes o fue invención del kioskero? ¿Qué pasó? A nadie le importa..., pues un hombre murió. No le importa a nadie..., cinismo, más cinismo, mucho más..., ¡menudos hijos de la grandísima puta!

Una sentencia llena de agujeros, periodistas que hacen preguntas para desviar la atención, columnistas que fomentan la delincuencia, criminólogos que anteponen sus narcisistas utopías por encima de la realidad..., asqueroso, simplemente asqueroso. Sobretodo porque, con el bolso en mano, el delincuente habría tenido el suficiente margen para escapar y tener motivos para repetir la hazaña con otra víctima a la que violentar ¿Medicamentos en el bolso? ¿Un dinero necesario para pagar alguna eventualidad? Nada..., sólo era un bolso. El drogadicto luego atacará a otra víctima, y seguirá dejando abandonadas a sus hijas, pero la esperanza sólo se pierde cuando acaba muerto y podemos echarle la culpa a un chivo expiatorio.


Lamentable.




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