Por qué no soy humorista

Tenía ganas de contar un chiste que una vez me inventé y que recuerda porqué no soy cómico. El chiste de la mansión del lord inglés.




Hace años, en los últimos días de colegio, el profesor nos convidó a que contáramos chistes y, como era en mí habitual, callé..., porque nunca consigo recordar ninguno. No tengo memoria para esas cosas.

- Da igual, pues invéntatelo. Al fin y al cabo ya has visto cómo está el percal.

- Bueno..., no sé si...

- Por uno no pasa nada.

- De acuerdo..., os voy a contar el día en el que a mi novia le invitó a su cumpleaños una amiga que era hija de un lord inglés - obviamente ni novia ni leches, estaba teniendo en mente una historia tipo Benny Hill - resulta que invitaron a mi novia y, por no ir sola, la acompañé hasta una mansión en la isla británica.

Hasta aquí la historia suena a chiste de por sí: ¿que un par de niños de 12 o 13 años van a ir juntos a Gran Bretaña? Bueno, se notaba que me regía por la idea de mostrar historias imposibles suenen o no graciosas, quizá inspirado por el mismísimo Gila.

Así que, ante el desconcierto de mis compañeros de clase y, en parte, su curiosidad continué:

- Fue el caso que, nada más llegar, yo tenía muchas ganas de ir al cuarto de baño. Pero nada, esperé a entrar en la gran mansión antes de apartarme por un momento. Mi novia encontró a esa amiga y se fueron juntas hacia su cuarto y, buscando a la madre, me encuentro con el dueño de la casa. "Sí, por supuesto, prueba a hacerlo en mi cuarto de baño personal" Y fue el caso que entré y vi que en él su esposa se la estaba pegando con el mayordomo.

- Juan Manuel - interrumpió el profesor - habíamos dicho que no más chistes verdes. Que por eso esperaba a que tú por lo menos...

- No, si este sí que no es un chiste verde, sólo he dicho que estaban enrollándose juntos - entonces retomé - digamos que estaba con el mayordomo y el marido me preguntó: "¿Has encontrado el cuarto de baño?", "sí, bueno, pero ahora está ocupado...", "¿pero cómo va a estar ocupado?", "Da igual, da igual, busco otro...", y entonces me encuentro con el hermano mayor, "oye, ¿sabes dónde ha ido mi novia?", "Se encuentra en la cocina, mira si buscas un cuarto de baño puedes usar el mío personal, se encuentra al final de ese pasillo", así que voy a su cuarto de baño y veo que una de mis amigas españolas, su novia, se la está pegando con un jardinero. Rápidamente salgo de ahí por patas...

- Juan Manuel, ¿dura mucho? - preguntó el profesor

- Aún tengo que recorrer media mansión

- No será como la de Benny Hill - fue en ese momento cuando me dije "¡opps! Me va a pillar el chiste, voy a tener que improvisar algo", y se percató.

- Como iba contando, me encuentro al salir con la esposa, y le cuento lo sucedido: "no, mira, no te preocupes, vente conmigo a mi cuarto, que ese seguro que está libre...", poco a poco me fui dando cuenta de que me estaba llevando a su habitación, mi novia, al parecer, también había subido al primer piso con sus amigas y yo estaba que me cagaba, nada, nada, "que necesito ir al cuarto", "que sí, mira" y fue llegar a su cuarto de baño cuando pilló a su esposo con una doncella. Cuando vi eso salí de ese cuarto y, del portazo del dormitorio, salió la cumpleañera y me invitó a entrar en la habitación, donde dijo que estaban su novio y amigas, menos las que habían bajado a coger galletas.

- Supongo que estás a punto de terminar, ¿no?

- Casi - respondí, la clase esperaba algo - entonces entré en la habitación mientras la cumpleañera bajaba a la cocina y vi que no había absolutamente nadie. Me pareció muy raro a partir de lo que creí haber entendido. Pero daba igual, necesitaba ir al cuarto de baño así que entré rápidamente y ahí estaban dos enrollándose.

- Bueno, creo que ya está bien... - me quiso interrumpir el profesor.

- Un momento - le espeté - el asunto es que ya estaba harto, no aguantaba más, mi vegiga y mi ano no daban para más. Yo había venido, tenía que hacerlo, buscaba un sitio..., me dije, pues lo hago en un seto. Y fue el caso que me agaché, respiré hondo y, justo cuando iba a bajarme el pantalón encima del cesped inglés, desde la cocina me vio mi novia  a través de uno de esos enormes ventanales y rápidamente, antes de que me diera tiempo a hacer nada me dijo: "¡pero qué haces animal, cómo haces eso ahí...!" Se lo expliqué todo, que necesitaba hacerlo como sea..., y me dijo que había un cuarto de baño bien grande donde podía hacerlo... Así que me llevó hasta allí.

- Vale, creo que este chiste no va a acabar nunca.

- No, mire, será salir del cuarto de baño, me hace mi novia una pregunta y acaba el chiste - negocié entonces.

- De acuerdo.

Era un hecho que me lo estaba inventando sobre la marcha, porque un chiste tan bien contado no sólo nunca lo había hecho así, sino que además no tenía memoria para recordar esa clase de historias. Entonces ya esa clase de representaciones triviales nunca me habían parecido relevantes y, lo que no era relevante, se me olvidaba con facilidad.

- Fue entrar en el cuarto de baño cuando observé que si desodorantes, un sitio amplio, bonito..., me fijé en esas cosas mientras terminaba - recuerdo que cuando conté esta parte llegue a explicar cómo incluso bajé la tapa del inodoro y con el gesto de decir que estuve a punto de no hacerlo, además de tirar de la cadena, y luego continué - había algo que me escamaba de todo esto, así que tuve que salir del cuarto de baño y preguntarle a mi novia. Le dije: "¿Y este cuarto de baño? Tan grande, tan limpio, tan disponible ¿Cómo es que no me habían hablado de él?" y entonces fue cuando me dijo mi novia: "Es aquí donde lo hacemos yo y todos los del servicio".

Ciertamente, fue contar esto y comprobar que la gente se reía de estupor, distinto de reirse a carcajada limpia o de hacerlo condescendientemente, era una risa como la que tiene alguien cuando descubre que el niñito tiene una poya de más de veinte entre los pantalones..., estas cosas se suelen tener guardadas, pero son una realidad que forman parte de uno mismo aunque estén mal vistas.