jueves, 28 de marzo de 2019

La Negación y su Significación

La significación es el proceso de convertir una cosa en símbolo, o de representar algo. Técnicamente, bien podría decir que la filosofía es el estudio de las significaciones, no tanto de los significados como sería objeto de la filología.




Puede parecer banal, sin embargo en ocasiones observamos cómo a algunas personas les parece más importante unas cosas u otras. En dónde centramos la atención es un tema crucial. Por ejemplo, si sabemos que todos vamos a morir podemos ignorar la importancia de la idea, porque sería el final mismo de toda significancia por nuestra parte, pero el verdadero terror no consiste en lo que queramos deducir racionalmente sino en lo que nos inspira atávicamente.

Podemos explicar nuestro miedo a la muerte como un mecanismo de supervivencia y dedicarnos a otra cosa, pero resulta que, tan pronto nos dediquemos a otra cosa, no podremos justificar la historia de la humanidad, no podremos entender el arte, la concepción de nuestra cultura..., es decir, si queremos deconstruirnos antes debemos aceptar lo que repercute nuestro propio cuerpo sobre nuestra mente.

Es por ello que aquel que no se va a dedicar a hacer entender un ordenador un texto que sea absurdo, o que incorpore sentimientos indescriptibles como la idea de sharp, lo bohemio, lo que sea cool, etc..., insinuar que un armatoste es incapaz de calcular ese tipo de cosas es no entender en absoluto hasta dónde llega la capacidad de cómputo y, lo que es peor, que como esos conceptos son morales resulta que es la máquina la que tiene ventaja a la hora de adquirir tales sesgos.

Parece que fue objeto de estas corriente existencialistas plantearse, aunque sea por un momento, la significación de la cultura sobre el ser humano y cómo ésta es capaz de, por un lado, civilizarnos y, por el otro, alejarnos de lo que seamos.

Un ejemplo clarísimo (y pragmático, porque o si no, nada de lo que escribo tendría sentido) de lo que intento transmitir es una conversación que tuve con un colega sobre cómo afrontaba el curso de FP básica que le habían encomendado.

Nos cruzamos casualmente en medio de la calle y me comentaba que en su curso los chavales tenían problemas psicológicos, fisiológicos, etc..., y que estaban desmotivados, amenazaban al profesor, en ocasiones les gustaba llamarle la atención haciendo burradas, etc... El objetivo de mi colega era que ellos adquirieran una formación, cuando habían fracasado previamente en obtener el grado más básico, al mismo tiempo que, apilados y masificados en un aula muy pequeña, se reinsertan sin ayuda de ningún tipo de psicólogo y, poniendo como excusa, aprender informática.

En un momento dado, aprovechando que estábamos solos, le planteé la paradoja que supone poder dirigirse a esos alumnos cuando él mismo, como profesor, había sido un profesional de éxito sobreesplotado de forma absurda por las administraciones, había conocido cómo funcionaban los vertederos españoles a nivel light (o por lo menos hasta lo que me contaba) y..., claro, los alumnos le llegaron a preguntar: ¿cómo es posible que Vd. acabara aquí?

El problema es que el profesor no puede darle mayor significación a la realidad que les va a tocar vivir a esos alumnos. Esos alumnos vienen de entornos difíciles, algunos son incluso físicamente más imponentes que el profesor, muchos son sociopáticos (si no todos) y, claro, suspender una educación básica implica incorporar muchas taras o tragedias, según el caso. Y si encima están codo con codo los unos con los otros, entonces es imposible individualizar los problemas... Pero los políticos de la derecha, que alardean de no querer crear grupitos, luego a la hora de la verdad, lo que hacen es centrarse en unos pocos individuos (y como nadie es liberal, la criba es nepótica) y, al resto..., que les den.

Ahora bien, como en España no hay políticos de izquierdas, lo que ha ocurrido es que tenemos leyes para la educación escritas y reformadas desde la izquierda pero siempre mal ejecutadas y revisadas desde la derecha nepótica. Es decir, de facto tenemos vertederos, vertederos y más vertederos de seres humanos.

A esos alumnos hay que darles una dosis de civilización: falsearles la realidad. Hay que ilusionarlos con un mundo meritocrático. Primero distinguir cada tragedia personal, ir salvando a los que arrastrarán al resto, éstos serán el ejemplo a seguir. Se trata de meterles en el lenguaje de la cultura educativa: hacerles creer que necesitan aprender esas tonterías que no les va a servir directamente para nada.

Es por ello que la primera barrera a tener que superar antes de aceptar la realidad tal como es es la propia Negación. Cuando consigues como profesor configurar la negación de tus alumnos automáticamente les construyes la capacidad gradual para seleccionar qué es lo importante y qué no lo es: ante qué guardar atención y ante qué no guardar atención.

Y no son palabras. Ya incluí en un ensayo la significación que debe llevarse a cabo para que la máquina asuma la construcción de una moral a partir de la ética, e incluso incorporé varios tests para evaluar la peligrosidad, amoralidad, inmoralidad, etc..., de una máquina a partir de reacciones simples. Conceptos que extraje de mi experiencia enseñando japonés.

Por cómo trataba yo a mis compañeros hasta en dos ocasiones pudieron insinuar unos profesores que estarían dispuestos a amañar el sistema de puntuaciones y concursos para que yo fuera profesor de FP básica..., pero claro, yo sólo podría aceptar ese puesto si, una vez puesto a concurso, quedara desierto. Cuestión de Principios.

No niego que me habría parecido muy interesante adquirir esa clase de experiencia pero, por otro lado, ya me lo decía mi colega: es muy frustrante. Para ese tipo de cometidos es para lo que realmente sirve de mucho una filosofía existencial: en el día de mañana puede que esos chavales descubran que los reyes magos no existen, como si se descubre que después de la muerte hay alguna clase de experiencia, pero a estas alturas, con esa visión de la realidad tan horrible que tienen, es imposible transmitir una idea así.

Yo mismo estoy teniendo muy muy serios problemas para transmitirles a mis colegas del gremio informático la existencia de dos filosofías exactas y ¡no hay nada más aséptico que la propia lógica! Y sin embargo, parece que para transmitir tales conceptos hay que buscar como un estado más intermedio. Por ejemplo, cualquiera lee mis teorías sociales y pensará que lo mío es pseudociencia..., y quizá el problema lo tengan los que intentan darle un sentido demasiado sentimental a lo que en realidad debería de ser más aséptico.

Efectivamente se trata de un problema de Significación en la Negación.




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