martes, 26 de marzo de 2019

Entrada reconciliadora

Bueno, ayer estaba muy con los humos subidos porque la había escrito después de haber leído las noticias y habiendo algo entremedias por decir. Voy a ir bajando el ritmo, para empezar, escribiendo esta entrada antes de empezar el día.




Existen personas que aun yo pudiendo tragarlas a ellas, ellas [posiblemente] no parece que me puedan tragar a mí. Me parece normal, eso es ley de vida. Más normal sería que eso mismo lo piense si tuviera decenas y decenas de seguidores, pero como no es el caso. De hecho, seguidores formalmente tengo 0. Así que menos humos caperucita...

Dicho esto, creo que podría ser interesante explicar algunas ideas que se fueron quedando en el aire en la entrada que pretendía introducir la idea de la fatalidad como recurso literario y que puede ayudar a entender los peores sucesos cotidianos con un nivel de abstracción que plasme con aceptación la realidad tal como yo la defiendo.

Para empezar, quisiera decir que para mí la religión, así como los chovinismos (y defiendo que el feminismo radical es un neomachismo, ergo es un tipo de chovinismo), son como unas muletas. Es decir: el nihilista, o el materialista marxista, o el que cada uno escoja - por ejemplo desde el existencialismo, cuyo máximo esponente vería en Simone de Beauvoir, desprecia desde su punto de vista la religión y, por tanto, ante los miedos que genera la existencia en sí necesita alguna clase de mecanismo que le enfrente al vacío absoluto de no tener un cuento de hadas que les proteja.

Ahora bien, alguien podría pensar que esta lectura no es en absoluto reconciliadora. Bueno, voy a explicarme un poco con una parábola:


La analogía de los fisiólogos

Imaginemos que dos fisiólogos se rompen un pie. Con el mismo tipo de rotura. De los dos, el religioso se construye unas muletas y el ateo no tiene tecnología aún para creer en las muletas, así que se aconseja tener paciencia. De manera fáctica, se comprueba que las muletas funcionan, aunque aún al ateo hay algo que no le convence; y eso es debido a que existe una dimensión que aún no han sabido apreciar, y de ahí un concepto que aún no forma parte de sus lenguajes: los hitos temporales. En un momento dado, los pacientes se recuperan y ya pueden empezar a andar con normalidad. Incluso correr. El fisiólogo ateo ya hace carrera de fondo, mientras que el religioso aún sigue con sus muletas y, con ellas, no puede hacer carrera de fondo como lo hace su par.

¿Qué ha pasado ahí? Considero que la religión sí aprecia aspectos que son útiles para el individuo dentro de su absurdo sin embargo, aun estando en ocasiones más cerca de la autenticidad que lo que apreciaría el lenguaje racional ateo, la ausencia de apreciar hitos temporales nos obligaría a seguir teniendo que usar las muletas cuando no nos corresponda.

Esa dimensión en la que estamos ciegos, como es lógico, no tiene que ser el tiempo - ni dejar de serlo. Pero existen apreciaciones que cuando las comunicas observas que nadie quiere escucharlas. Es por ello que si no estamos a las duras ni a las maduras de todas las valoraciones y experiencias entonces no estamos legitimados tampoco de juzgar o sopesar quién tiene razon en asuntos, según el caso, religiosos.

Ahora bien, como pasa con todo en la vida, ni todas las religiones son iguales ni todas las muletas funcionan igual... De vez en cuando en las reglas de la convivencia sí podemos permitirnos el lujo de despreciar, por ejemplo, que se nos salve el alma al negar una trasfusión de sangre. Aunque no quería entrar en esos debates...

Lo que sí me llama la atención es cuando alguien defiende un dogma desde la contradicción, como ocurre con el feminismo radical. Esos son los aspectos que provocan que, lo miremos como lo miremos, cuando esos radicalismos se compatibilizan con una gran cantidad de suicidios y, a saber, si también un aumento de infanticidios, entonces ya no podemos ser tan pacientes ni tan tolerantes.

Dicho esto, me llama la atención que mis colegas informáticos, con tantos descubrimientos que tienen a sus espaldas, hayan despreciado por completo el simbolismo lógico. Lo normal habría sido que lo hubieran seguido desarrollando para conformar los axiomas que necesitan para pegar el salto fundamental. Es decir, la tecnología que se desarrolla ha decidido olvidar los marcos de la lógica situacional..., ¿tiene sentido? En un momento dado desaparecen esas preocupaciones y todo se reduce a la moralidad de la estadística ¿Se han vuelto relativistas? No me lo creo.

En el fondo sospecho que todas estas técnicas que están haciendo famosas no es la manera que tienen de trabajar. Y esto lo digo porque se podría hacer lo mismo, pero más económico de construir (de más bajo presupuesto) y con esquemas mucho más trasparentes. Sin ir más lejos, cada vez que intento reproducir lo que aseveran, observo cómo esas librerías exigen más y más y más..., para hacer que, al final, sea como un dogma a tener que seguir ¿Realmente están desarrollando sus productos desde el azar? No olvidemos cómo intentaron ganar a Kasparov con el Deep Blue: primero desde el azar y, al sospechar que la máquina pudiera ser superada, le introdujeron la información de cómo juega Kasparov. Quizá el as detrás de la manga sea que aprovechan una tecnología mucho más barata, y no lo admiten.

Pero teorías de conspiración aparte, el no introducir dentro del objeto de estudio la estimación de la propia red neuronal para adivinar cómo construir su propia red aplicando un lenguaje codificador (transformer) de manera que establezca una comunicación entre el lenguaje más interno (la amígdala) y el lenguaje más externo (el neocortex, donde se ubica la idea del yo) lo que va a provocar es que cuando se presenten ejemplos de absurdos tal como los define Camus, entonces la máquina no podrá comprender la abstracción de la analogía y, de ahí, no habrá proceso de deconstrucción. Y claro, esto nos lleva a varios niveles: que no se acepte el miedo a la muerte (absurdo), que se mantenga en la rabia por tener que morir, que se niegue que vaya a morir (religiosidad) o, simplemente, que ni se plantee la máquina ningún asunto existencial y, por tanto, la generación de palabras se queden en un recipiente vacío y sin especial relevancia.

Ahora bien, cuando a mí me da por decir que la experiencia de la muerte no es exactamente como lo que el ateo cuenta, el hito temporal no se aprecia y parecerá que estoy construyéndome unas muletas. Quizá la gente debería de considerar la posibilidad de que la experiencia de vida es como la de un sueño, y que las muescas que se quedan reflejadas en nuestra ánima en la medida que la racionalidad no pueda leerlas tampoco podrá describirlas.

El ser sintiente obliga a reconocer la libertad del ente, y la libertad está asociado a la ética dentro de un marco. No reconocer el marco simplifica las explicaciones, pero si quieres que un ordenador comprenda un libro de historia por sí mismo, el web scraping no estará a la altura para comprender lo que mueve a una criatura sintiente la tortura de otra criatura sintiente, por ejemplo. Y lo que no se comprende ni se lee ni se escribe. Por lo que es una filosofía incorrecta.


Bueno, suficiente por hoy. Quizá para la próxima que me dé por escribir algo como esto expondré un modelo neuronal que no me pagaron.



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