jueves, 28 de febrero de 2019

Crisis de Valores

Me encuentro ayer con un antiguo amigo de camino a casa y nos cruzamos con un alumno suyo - un adolescente que, al parecer, tiene problemas con la institución. Las nuevas generaciones tienen nuevos perfiles en España..., comportamientos violentos absurdos.




Yo diría que vivimos una crisis cuando algo que creíamos tener superado se vuelve a vivir, pero de manera preocupantemente novedosa. Podemos vivir una recesión cuando la historia nos diga cómo salir de algo así, pero si no sabemos qué referentes usar para aprender entonces ya podríamos hablar de crisis.

Hoy día los adolescentes se encaran contra los profesores, no tienen respeto con los materiales y actúan como proyectando toda la ira que tienen retenida hacia los que intentan formarles. Lo normal sería expulsar a quien no quiere estudiar, pero es difícil también saber a qué están jugando porque, primeramente, hay que intentar saber porqué están haciendo ese curso, o están estudiando.

No asumir lo que en España se le llama parado, lo que Marx llamaba lumpen, a diferencia de ser un desempleado (la definición moderna de proletario). Las personas que deberían preocuparse de dar ejemplo de lo que significa tener valores suelen centrarse en afirmaciones vanales: la mayoría creen que el comunismo es un concepto contradictorio, cuando en realidad sólo es una forma de vida. Y, por otro lado, aparecen unos marxistas culturales que parecen relativizar todo: quieren aprovechar la cultura del conflicto para hacerse líderes de indeseables. Cuando el líder de un indeseable es otro indeseable.

Entre fachas y progres ni uno solo es capaz de defender valores. Los valores conspiranoicos de lo que significa defender el conservadurismo y atacar al socialismo carece de absolutamente todo el sentido del mundo ante el problema inicial que he expuesto al principio: un adolescente que se matricula en un curso para encararse a los profesores y destruir su material. Por otro lado, el progre que le ríe la gracia al lumpen no es sino otro traidor a las ideas marxistas - no hará falta desarrollar esta idea.

Mientras observamos adultos divirtiéndose entre ellos al tirarse continuamente las cosas a la cabeza, de ese debate estéril se apartan los jóvenes, las futuras generaciones, y descubren que no tienen referentes - todos actúan como payasos, y a esos quematodo no hay que hacerles caso. Cada cual echándole la culpa al otro de destruir los valores, pero ninguno centrándose en un problema que sea tangible y real.

Anoche no me vi con fuerzas de darle consejo a mi colega por la sencilla razón de que, para mí, él siempre fue el Cartman de South Park. Que ahora tenga preocupaciones de adulto con los chavales de ahora es algo que me transmite irónicas contradicciones, y una sensación de quietud serena al sospechar que sabrá muy bien calar a los conflictivos.

Desde aquí puedo volver a retomar el tema de los valores, y aprovechar para cuestionar algunos aspectos a la hora de implementarlos como parece que quieren hacerlo en Cambridge a las propias máquinas.

Tengo las uñas muy largas..., voy a cortármelas mientras escucho alguna melodía, a ver si así consigo casar los conceptos.

La historia de Naruto, la melodía, es la de un chaval al que las circunstancias le ha llevado por una infancia tremendamente injusta, razón por la cual lo paga con sus maestros. Es la misma historia que la del Lazarillo, el Buscón... Es una historia que emerge, se olvida, reaparece..., parece que sorprende..., pero siempre es la misma historia.

Varias entradas atrás hablé del lenguaje criolla, y de cómo reconocen tres aspectos fundamentales en los episodios que representan en el habla. Pues bien..., el asunto es que estaba pensando que estaba toda la mañana sin que viniera nadie a la tienda. Ayer me vino bien, pero todo lo más que se ha pasado hoy por aquí no me va a dar mucho de comer.

Bueno, decía que los idiomas suelen incluir la distinción entre lo que está hecho y lo que sucede en sí. El comunismo en sí no es susceptible de ser cuestionado, sino cada una de las cosas que se han hecho en su nombre. El marxismo cultural no se puede cuestionar por cómo se ha llevado a cabo, pues de por sí lo que defiende es una aberración utópica sin sentido. Digamos que hay dos formas verbales primigenias que deben distinguirse a la hora de entender dónde el debate nace muerto.


En Cambridge creen que mediante una simulación de debate las máquinas podrían aprender dónde está lo sustancial de una imagen. Consideran que un buen debate tener un moderador neutral, que sea riguroso y llegue a conclusiones fiables; así una máquina podría adquirir los valores de los humanos.

Yo creo que lo que le pasa al Buscón no era falta de neutralidad, que sus maneras fueran poco rigurosas o que sus conclusiones no fueran fiables. A los de Cambridge les falta su aquel para comprender cuáles son las limitaciones humanas que deben ser suplidas antes de que la máquina pretenda copiar su comportamiento.

Yo me quedaría con la confiabilidad de alguien que no sucumbe a la ira, la honestidad de argumentar coherentemente en base a sus experiencias y, por supuesto, la trascendencia que supone replantear los problemas con un pensamiento lateral para dejarlos obsoletos.

Si las personas no entran en esta clase de debates no serán capaces de hacerse un hueco en estas discusiones: confundirán el género en el que trabajan y se comportarán como bebés. Se trata de transformar la programación hacia una idea orientada al héroe de las mil caras..., pero claro, ¿cómo se convierte esto en un consejo? No sirve de nada las promesas, hay que estar al pie del cañón, los alumnos se aburren, y mis opiniones y reflexiones están, simplemente, fuera de lugar.

Sólo espero que sea capaz mi amigo de afrontar los retos que le esperan.











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