miércoles, 2 de enero de 2019

Para tomárselo a broma

Las vivencias post-traumáticas suelen producirse cuando tenemos experiencias que nos sobrepasan tanto racionalmente como sentimentalmente. Para poder lidiar con ellas la escritura, el escribir sobre ellas, ayuda bastante. Esta va a ser una de tantas historias. Concretamente en una comisaría.




- Hola, llevo aquí desde las nueve, como hace dos horas, y no me han llamado.

- A qué venías.

- A renovar el DNI, tengo una cita previa desde hace tres meses (lo normal).

- Voy a ver porqué no te han llamado, lo miraré en la lista - se va la agente de policía y vuelve con una hoja de papel - ¿cómo se llama?

- Juan Manuel Dato Ruiz, DNI..., - le doy mis datos.

La mujer mira la lista, luego me mira a mí, vuelve a ver la lista.

- ¿Pasa algo? ¿Estoy o no en la lista?

En ese momento aparece un duendecillo verde de cincuenta centímetros justo entre los dos, un duendecillo invisible porque sólo yo puedo verlo por supuesto, y va y me dice:

- Chaval creo que te encuentras en medio.

- ¿Cómo dice? - le dije en pensamientos al duende.

- Ni estás ni dejas de estar. Mira a la zagala: parece que ha visto a la virgen.

- Pero...

- Que no, que no..., que no hay nada que hacer. Estás como el gato ese, el de Chorringuer ese. No es que no estés en la lista, pero aun sin estar, lo que se dice estar, lo que es estando..., tampoco.

Al ver que la chica parecía haber perdido el cerebro por culpa de una oleada zombie o alienígena se me ocurrió increparla un poco, como gritarle algo así como "¡¡reaccione!!"

- Mal hecho chaval - me dice el duende.

- ¡Pero qué!

- Con esta gente nunca hay que perder la compostura, nunca. Aunque tengas razón. No sirve de nada: ¿no ves que ni tienen ni dejan de tener cerebro? Su mente se encuentra donde te ubicas tú mismo en la lista esa.

- Mire, señor duende, no me jeringue tanto. Vivimos en un estado de derecho y...

- ¿Estado de qué? Haaammm - hay que decir que la risotada que emitió no sería capaz de reproducirla en ningún idioma reconocible - el derecho ni lo tienes ni lo dejas de tener, eso es lo que hay.

Visto la abducción cerebral, se me ocurre ir a su compañero - el de atención al ciudadano en comisaría, el que da la cara por quién entra y quién no.

- Disculpe, necesito solicitar un resguardo para que dé fe de que he estado aquí al pedir que se me renueve el DNI.

- Ha-ha-ha-ha-haammmmm - hizo el duendecillo verde.

- ¿Cómo dice?

- ¿Lo ve? - musitó el duendecillo justo cuando saltó sobre mi hombro para hablarme a mi oreja - A este también.

- ¿Y para qué lo quiere? - me preguntó el policía.

- Lo necesito porque he perdido un día de trabajo y necesito algún tipo de parte o algo que demuestre a mi jefe que he hecho lo que estaba en mi mano. Además, por no renovarme el DNI algún agente podría pararme en la calle y multarme en estos tres meses que habría que esperar para que me concedieran otra cita. Por eso necesito un resguardo que de fé de lo que ha pasado hoy.

- Un momento, voy a consultarlo.

- No lo va a hacer - dijo el duendecillo

- ¿Pero qué dice? Pero si es un funcionario, me ampara...

- Que mira, que aun haciéndolo o dejándolo de hacer, al final lo que vas a ver es cómo ni yendose, lo que se dice yéndose..., tan pronto coge carrerilla, ahora no se ha movido del sitio ¿lo ves? Dice, "lo consultaré", y mira como coge y hace como que baja las escaleras, cuando estamos en un bajo..., vamos, como que no. Como que aun diciendo que sí, va a ser que no.

- Pues va a ser que no - dijo el agente.

- ¿Pero por qué?

- Porque no me da la gana.

Dicho esto vuelvo a cagarme en sus muertos y a llenar la comisaría a gritos mientras el duende, otra vez detrás de mi oreja, me dice:

- Que no vas a conseguir nada..., que no.

- Al menos déme un resguardo para pedir cita y renovar el DNI.

- Eso lo tiene que hacer por Internet.

Aquel día volví tras perder una mañana entera sin conseguir absolutamente nada. Tuve que solicitar de nuevo la renovación del DNI por Internet para dentro de tres meses y a mi jefe le tuve que mentir para conservar mi puesto de trabajo.

De poco me sirvieron las amenazas de muerte a los agentes de policía por no hacer su trabajo, no había nada que hacer. No era la primera vez que veía algo así. No había nada que hacer. Obviamente no es que estuviera o no en la lista, es que estaba en otro tipo de lista. Vertederos.








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