martes, 1 de enero de 2019

La mayor superpotencia del mundo

Sabemos porqué este mundo va a la deriva: resulta que la mafia y la corrupción alcanzó el poder.


Y ahora queda la gran pregunta: ¿cómo se le acusa al matón de ser él el verdadero matón?




Es así como está el mundo: existe un enorme imperio sostenido por palillos, en vez de ubicado sobre sólidos capiteles que bordean una buena cimentación. Es por esa razón por la que la economía mundial pende de un hilo. La siguiente crisis será otro grupo financiero que también querrá sacar tajada y, para variar, seremos los menos pudientes los que tendremos que pagar el pato.

Existe una solución fáctica a todo esto: un cambio radical en el modelo financiero; si tanto aman esa moneda siempre existe la posibilidad de trabajar otra diferente que sea autosuficiente. Ya lo hizo Cuba, y sabemos que le salió bien. Dime sobre qué mienten en Forbes, y te diré de lo que debes presumir.

Los hechos son abrumantes y, cuando discuto con un neoliberal, suele soltar siempre los mismos bulos; bulos que, tarde o temprano, deberá comprobar que no tienen base para ser sostenidos, que son la manera que tienen muchos de plasmar sus miedos personales a los estereotipos que usan para etiquetar el socialismo.

Pero claro, ¿qué es el socialismo? Por alguna razón que a mí se me escapa, se intenta hacer creer que el socialismo es una manera de negar al individuo cuando en realidad es exactamente todo lo contrario. Sin ir más lejos el propio Marx era muy insistente en esa materia y si, por un casual, el marxismo no hubiera conseguido defender tales principios, quizá sea que esas fórmulas no estarían a la altura del socialismo.

La máxima y única expresión del socialismo consiste en el pacto que tiene cada individuo con su sociedad. En la medida en la que un individuo se vea estafado por el contrato establecido y el papel que debe cumplir en dicha sociedad entonces no podremos decir que el socialismo esté bien implementado. Esto es, sin un pacto social no existe socialismo. Es tan simple como aplicarlo sin más.

Siempre que ha habido algún corrupto, alguien con la pretensión de hacer propio lo que es público, ha cargado contra el socialismo de dos maneras: o mostrándose contrario al mismo (y se autodenominaba de derechas) o traicionándolo desde dentro (para luego comprarse mansiones y desvincularse del Pueblo).

Lo contrario del socialismo no tiene otra que el anarcoliberalismo y, si por un casual alguien cree que existe un punto medio en realidad vive una ensoñación. Eso que llaman socialdemocracia en realidad consiste en que las instituciones públicas se mueven por los grupos de presión, y se dedican a ofrecer cuotas de derechos a las personas que estén dentro de una moda de discriminación social. Es decir: la socialdemocracia es la política de la demagogia y el victimismo. Consiste, básicamente, en fingir que se resuelven problemas acallando a ciertas mayorías, para darles una simbólica representación basada en la condescendencia.

El socialismo no es así: el líder socialista está obligado a hacer de secretario, politólogo, sociólogo..., se centra en dar parte de lo que quiere la gente y gestiona sus necesidades. El líder anarcoliberal directamente activa la ley del más fuerte, y no se pone tampoco en medio para convertirse en el aladid de la democracia y el salvador de las masas. Esas formas de gobierno son antidemocráticas por la sencilla razón de que al amado líder, elegido supuestamente en las urnas, no lo conoce la mayoría de la gente aun dándole mucho más poder del que cualquiera se atreviera a darle ni a su mejor amigo en el mismo instante en el que supiera exactamente qué clase de poder representa el poder ejecutivo.

El poder ejecutivo, por tanto, es algo absurdo y que va contranatura. Existe debido a la incapacidad que tienen los empresarios de hacer negocios, a los militares de respetar una cámara o a la gente de entender el poder como un colectivo. Sin embargo, en estas eras de tecnología y ordenadores, suponer que hace falta tanto funcionario para llevar un país es mantener los errores de siempre.

La verdad es que no es difícil imaginarse cómo podría revolucionar la gente sin que ello afecte a las clases más adineradas. Sin embargo, ¿existirá la voluntad de seguir cada uno de los pasos?

- ¡Sí, somos legión! - respondieron los sucedáneos que están en mi mente porque nadie lee esto.

¡Qué bonito discurso! ¡Hala! A publicar esto y a otra cosa, ya me he descargado.



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