- Venía a hacer fotocopias.
- Tendrás que enviármelo a mi correo. Mire el libro: "Juan Manuel Dato Ruiz", mi correo son mis iniciales... ju-ma-da-ru..., ocho letras, arroba gmail punto com.
[- ¿jumadaru?
- jumadaru, ocho letras] x 3
...
- No me llega el correo, ¿le sale mi logotipo?
...
- No me llega el correo
- ¿Es este?
- No, ese no soy yo. Ese es jmdaru, yo soy jumadaru.
--
El mismo día otra persona:
...
- No, ese no soy yo. Ese es jumadr, yo soy jumadaru.
--
Alguien consideraría que no es para tanto. Pero esa es la sociedad en la que vivimos.
Hace poco me dio por leer una crítica de una película, la del número 23. Me sorprendió que tuviera tan malas críticas, ¿por qué? Seguí buscando y había unanimidad en los críticos a esa película: no recuerdo que fuera mala. Cualquiera podría pensar que había en el intertexto una intención por parte de Jim Carrey de enviar una acusación a quien provocara un atentado importante (quizá como el de las torres gemelas, 9+11+2+0+0+1 = 23; claro que también se podría haber sumado de otra manera: 9 + 1+1+2+0+0+1 = 14) sea como fuere sonaba curioso que se mencionaran todos los atentados menos el propio... Ahora bien, ¿a quién se refería Joel Schumacher (he tenido que pasar por Google con el puñetero nombre)? Sea como fuere veo otra conspiración: los críticos se lanzaron contra la película - ¿acaso es mala u ofensiva? Ni lo uno ni lo otro. De hecho es convencional tirando a brillante.
Es decir, de vez en cuando los zombies forman masas de lo más llamativas, conforman patrones y confirman conspiraciones. Ellos son los que hacen nuestro día a día y provoca que los que intentamos levantar el sistema fracasemos por superioridad.
¿Cómo sería el sistema que ellos quieren? ¿Me van a hacer cogerle el móvil a quienes me envían correos? Por supuesto que me niego ¿Me van a obligar a ver la película para contrastarlo con la crítica? Obviamente para eso me ahorro la crítica. Supongamos que leo un artículo de la prensa y veo que es muy incompleto en temas estructurales de la información y muy desarrollado en cosas que no son contrastables..., ¿entonces para qué consumo prensa? Antes de llegar a la universidad me enseñaron la diferencia entre noticia y columna, ¿por qué hay tanto titulado que ha perdido el norte con esa distinción?
Es como la vez que un juez en una revista de jueces escribió un poema feminista contra Pablo M Iglesias y, entonces, la querida, la fiscalía y un tribunal consideraron que el poema era machista... No: si es feminista no es machista; está claro que una de las interpretaciones es puro sarcasmo e incompatible con aprobar el examen de comentario de texto de selectividad, con aprobar exámenes de letrado, con llegar a superar un curso de juez, o tener experiencia en juzgados. Se trata no de un error, ya es prevaricación - un completo pitorreo.
También ocurre con la prensa: me pagan solo 25 céntimos por periódico vendido y 10 céntimos por revista vendida. No el 12% o el 10%..., una cantidad fija. Luego van aumentando el precio del periódico y las revistas..., lo normal: ¿para qué seguir vendiendo? En un punto la relación se romperá. Luego se quejarán de que no venden prensa: ¿acaso su mercado le tienen que recordar que hay que tratar bien a las cinco fuerzas de Porter? ¿Se creen buenos empresarios porque les están ROBANDO a sus clientes? Es estúpido.
Ayer mismo, una señora me pide chicles: dos por uno veinte. Me pregunta qué significa: "dos chicles por uno veinte". Y luego se lo explico... Me lo agradece. Puede que vuelva porque se siente segura conmigo y no necesita pensar para comprar. Lo estúpido sería creer que mi negocio avanzaría a base de arañarle céntimos a mis clientes.
Hoy mismo: "la mascarilla, para cobrártela con tarjeta tendré que añadirte 7 céntimos... Total 37". Le enseño el tarjetero para que pase su móvil. Y ella me pregunta, ¿37 qué? Obviamente en la pantalla estaba claro: 0,37; ahora bien, le dije: "37 céntimos por una mascarilla, no serán 37 euros"..., unas risas no sarcásticas, sino de tembleque en ella: "ya decía yo...".
A medida que los días pasan la gente es más lúcida. Recuerdo el día en el que me quité de encima a un proveedor que me había tomado por gilipollas. Tan pronto como me daba la cantidad que le daba la gana, cuando le daba la gana y lo que le daba la gana me prometió que no volvería a hacerlo para, acto seguido, repetir la jugada ¿Por qué tiran piedras contra su propio tejado? ¿Son imbéciles?
Todos llegamos tarde a muchas citas, en ocasiones se nos olvida algo, tenemos errores culturales y existen los malentendidos. Pero para eso está el lenguaje: los errores en pragmática se han convertido en mi apasionante especialidad, y es la base de la comunicación. Si las personas nacieran sabiendo no formarían sociedades - se limitarían a ocupar su puesto en el engranaje del sistema. Lo más maravilloso y fascinante es descubrir algo nuevo que investigar, que alguien encuentre un fallo en tus esquemas, tu lenguaje... Pero esa gente no parece que la vaya a conocer.
- Lo que pasa es que deberías de ser más suave con tus críticas.
- Pues si esto es tan doliente para ti lo mejor es que no mantengamos ninguna relación.
Mientras tanto, sigo leyendo noticias de personas a las que sí les han reconocido su talento, su obra..., todo para que parezca que existe una comunidad, una meritocracia... Me infunde pena y alegría a la vez. Y tengo miedo en lo que podría convertir a la gente que deba afrontar estas incongruencias.
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