La persona influyente tiene un perfil especial, y eso es algo que he estado estudiando a lo largo de los años. La nueva realidad que venimos viviendo en estas últimas décadas es mediante la existencia de las redes sociales, que exigen un modelo matemático y psicológico diferente. Modelos que probablemente se hayan puesto de manifiesto en sus correspondientes simposiums, pero que por lo menos a mi mundo no ha resonado.
Pasará lo mismo que con el postulado más polémico que habré constituido: la posibilidad de que exista un mecanismo rector inteligible capaz de generar principios filológicos. Esta manera de hablar conforma una manera de crear a Dios: un ente capaz de crear seres inteligentes y la matriz en la que viven. Por ello yo podría decir que soy la primera persona que ha sido capaz de formular la creación de un dios creador, a través de una notación matemática. Algo así como si una civilización programara un dios y luego se creara la matriz del mundo en el que viven sus creaciones como una simulación.
El asunto es que yo no he tenido conocimiento de nadie que lo haya dicho antes que yo. Y aquel que haya planteado el mismo problema matemático tampoco tendrá conocimiento de mí. Así funciona el mundo interconectado en el que vivimos: solo están conectados los influencers. El resto con otras reglas bien podrían estar conectados, pero con la idea que tenemos hoy día de redes sociales no lo estarán: independientemente de los méritos, del interés que susciten sus ideas o del trabajo que haya detrás habrá algunos que no serán conocidos.
Como ya comenté hace muchas entradas, un país es una red social, por lo que las reglas sociales de su democracia es lo que habilitará la calidad de su meritocracia para hacer que los más influyentes sean los más idóneos, así como para aventajar a quienes sean la mejor inspiración. No hace falta comentar que en la medida en la que esto no se produzca la propia democracia perderá también en calidad y habrá un proceso de degradación del propio estado de derecho. Como un empudrecimiento de las instituciones, donde a medida que pase el tiempo irán pesando más y más... Y da igual el modelo farsario del neoliberalismo: las empresas forman parte del estado y, por tanto, aunque oficialmente se sientan libres de la democracia también son sus instituciones, porque las empresas existen en la medida de que solucionan problemas de la sociedad.
El modelo social y económico actual tiene una proposición débil filológica específica que no es un principio como tal: los principios filológicos son teoremas que se aplican para cualquier circunstancia, mientras que podemos decir que una proposición débil depende de circunstancias que dependen de una cultura específica. Esas proposiciones débiles son los consejos que reciben las estrellas de cine para triunfar en su mercadeo, la imagen..., los managers saben cómo darlos de manera que brille más su estrella - hay más ciencia que arte detrás de todo esto, no se trata de una mera apetencia, sino de algo que encaja más con el ensayo y el error.
Dada la cultura existente observamos que suelen sobrevivir ciertos consejos para que los influencers sigan estando en la palestra. En cuanto cambian las redes sociales los consejos suelen variar, salvo uno: el influencer no debe hacer caso a aquellos que no se fían de él. Se trata del principio más básico para crearse una buena cámara de eco: ignorar de manera expresa a aquellos que por su manera de hablar no le laman las botas a su ídolo.
Bien se puede considerar que no es del todo cierto: que es posible que la humildad esté más valorada de lo que haya creído entender. Pero no es fácil elegir las palabras, estudiar los comportamientos no verbales, considerar los símbolos que se emiten y evaluar el conjunto - para luego pretender que las masas van a hacer un estudio normalizado parecido al tuyo. Como encontrando los principios básicos de homocedasticidad, linealidad y homogeneidad fundamentales para asegurarse de que el modelo está bien recogido.
Así que esa proposición la recogeremos como un postulado más, porque no puede expresarse dentro de un lenguaje algebraico como para pretender demostrarlo..., y que conste que mis micromáquinas sí creo que llegan a eso, o también se podría uno valer de la filosofía conexionista para poder formular estas proposiciones con sus debidas demostraciones empíricas (aunque antes habría que construir una simulación de la red social dentro de un modelo en condiciones, cosa que también he estado desarrollando).
En definitiva, si vemos un influencer hoy día es raro que realmente pueda influenciar partiendo de un espíritu crítico, porque sus propios fans se lo echarán en cara y no podrá avanzar tanto como otros influencers que atraigan a base de una buena cámara de eco a "los suyos". Y como los mejores influencers son los únicos que son escuchados entonces no podemos tener una visión amplia de todo lo que nos gustaría.
En estas consideraciones siempre habrá que considerar excepciones: influencers realmente talentosos y humildes que atraen a una corriente crítica a la que tiene a raya. Pero no hay que olvidar que estos estudios se basan en modelos probabilísticos - por lo que las excepciones estarán ligadas con las personas más excepcionales.
En cualquier caso, los que sean los mejores influencers en su red social tienen que ser los mejores por una buena razón más allá de la capacidad para crear una cámara de eco. Y en la suma de todos esos principios que van más allá de toda cultura está el proceso creativo que se puede postular para describir qué se entiende por el comportamiento inteligente propio de los humanos.
Yo, por mi parte, cada vez que veo un influencer que censura de más, o bloquea innecesariamente a la gente, considero que es imposible que me pueda ofrecer nada interesante. Son los más excepcionales los que albergarán esos principios filológicos que deberán ponerse en contraste con otros influencers excepcionales de cultura diferente.
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