viernes, 17 de noviembre de 2023

Calidad del título de un cuento

En estas últimas entradas he estado explicando cómo una buena política social es lo único que resuelve la pobreza y cómo una buena estructura económica es lo único que resuelve un conflicto. Por ejemplo, ¿qué pasará con los políticos europeos si Pedro Sánchez consigue amnistiar a esos presos? Pues que se desarticulará el espíritu de Ermua y se entenderá que a partir de ahora puedes chantagear a un político siempre y cuando inviertas económicamente lo suficiente como para que el conflicto te valga la pena.

No insistiré en que negar lo anterior supone minar el estado de derecho.

Así que iré a otra cosa: "Grandes esperanzas", del título original "Great expectations". Posiblemente el peor título de la historia de la civilización occidental. Tanto el literal como su traducción.

En "Grandes esperanzas" se cuenta la historia de un huérfano que es educado para ser caballero, como si tuviera abolengo. Un título más apropiado habría sido: el caballero de las suelas roídas, o el herrero caballero, o incluso usar un símbolo especial como el caballero púrpura, para luego atribuir el púrpura a sus orígenes humildes dentro de la historia. En cualquier caso haría falta una evocación a algo natural en fusión con un punto mágico.

Lo vemos en la bella durmiente, cenicienta, pulgarcito..., son nombres que evocan una realidad natural y que han sido transformados a partir de un aspecto ideal. Sin ir más lejos, el título cuanto más corto mejor. Pero también está el uso que reciba: en el príncipe Valiente la historia cuenta cómo la estatua decide desprenderse de sí mismo, y cuando se cuente se estará dando valor a lo que significa ser valiente.

Es decir, en el título idealmente debe haber una conexión hacia las partes ideales de los tres actos de la historia. Incluso en el pragmatismo hay una referencia hacia lo ideal, desde el punto de vista del villano. Y es por eso que cuando se vaya a recordar el cuento se recordará siempre a partir de esas sensaciones utópicas, morales e inefables. El título, por tanto, debe servir de instrumento sobre la experiencia vivida por parte de quien escucha la historia.

Un título como las aventuras de Tom Sawyer es neutro de más: por el título recordaremos que el protagonista será revoltoso - pero no se tomarán los aspectos fundamentales de su historia. Y es que, posiblemente, el cuento de Tom Sawyer no está conformado de manera que hayan elementos ilusionantes bien definidos.

Ahora bien, la historia de Pip, en grandes esperanzas parece que sí: hay un factor que siempre se repite, la honestidad del humilde. Es decir, es imposible hablar de ideales cuando se trata con gente que es de alta alcurnia. Entonces la humildad meritoria del protagonista puede ser una evocación hacia el valor de la simplicidad y el repudio de lo burgués, y de todos los valores que provienen de ahí - como sensaciones nacionalistas.

Es imposible montar una historia hermosa cuando se enviste a un palurdo que ya era noble. Ahí no hay una contraposición de términos, no hay historia, ni cuento que valga la pena contar.

Cuando tu historia no puede conformarse en forma de cuento entonces será difícil encontrar historiadores que quieran mencionarte, salvo de manera interrumpida: entonces encajarás mejor de villano en cuentos ajenos. Y eso es lo que le puede pasar a Tom Sawyer, su historia puede encajar dentro del cuento de otro héroe, pero jugaría el papel de villano.


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