Los estructuralistas siempre han tenido un enemigo: el mercado. Resulta que el mercado no tiene porqué funcionar como lo hace "el buen gusto". Y eso puede fomentar obras volátiles que, sin saberlo, ocultarán aquellas obras que sí permanecerán o habrían permanecido de haber sido más apoyadas. Con la llegada de las redes sociales, hoy día cualquier hijo de vecina puede intentar convencer a las masas sobre la inconveniencia de según qué productos artísticos, pueden sentirse ofendidos o, peor aún, no decir que están ofendidos cuando se comportan como si lo estuvieran estándo, al mismo tiempo, no ofendidos realmente. Y lo que acabo de escribir no es un trabalenguas: es el papel de los extremistas, aquellos que se han creado un código deóntico a la hora de aceptar obras artísticas y, al mismo tiempo, ese código deóntico no es relevante con lo que realmente le parece bello.
Creo que ya divulgué entre estas entradas cuál es la idea de ofensa que debe sentir una persona en una red social, y justifiqué los tipos de ira, asco..., sin ir más lejos, en mi juego de red social identifico más sensaciones que palabras en castellano o inglés - y los considero esenciales para entender la percepción de cómo se encuentra el usuario por dentro, aunque no sepa expresarlo en algún idioma. Y es que, claro, no es la misma ofensa ante un mismo mensaje la que perciben dos personas diferentes aunque posean los mismos conocimientos y cultura.
Es por ello que es importante tomar en cuenta que no solo la idea de ofensa se rige por un cálculo algebraico, sino que además aquellos que aseguren tener tales parámetros será muy difícil que puedan expresarlo en su idioma natural porque yo mismo he tenido que recular en mi juego de competición aun siendo un modelo supuestamente simplificado.
Así que tenemos una historia que, en principio, ya está preparada para estar bien estructurada. Podría ser una buena historia que se desarrollaría en el idioma siguiendo los marcos de lenguaje establecidos.
Por ejemplo: esta es la historia de un rey que concede deseos, pero como no puede concedérselos a todos entonces al final acaba por ser él quien elija a quién concedérselos. Así que aparece una niña tonta en el reino a quien no le parece bien, pero claro: ¿de qué otra manera se podría hacer? Así que al final acepta que en la palestra no caben demasiadas estrellas.
Esta historia, que se nota que es un plagio de lo que va a sacar Disney en la celebración de su centenario, es un ejemplo de historia sosa - pero que podría tener una buena estructura, con su principio, desarrollo y final. Tiene su moralina y aprendizaje. Pero cualquiera lo escucha y ve que le falta algo.
Digamos que el producto podría ser una obra de arte, pero las redes sociales se le echarán encima a los creadores antes de ver el producto. Solo por el argumento no se puede saber si el producto estará o no bien ejecutado. Un buen artista no necesita una buena historia, la historia es el pretexto de un buen desarrollo artístico. Pero las redes sociales, con sus autofendidos ya buscarán su minuto de fama manifestando afirmaciones que creerán que son suficientemente evidentes, pero con la premura necesaria como para atribuirse el meme acosador. Son críticas cobardes.
Así que lo que tenemos es que, sin haber visto el producto, ¿cómo se va a saber si está bien hecho?
Pues bien, postularé la siguiente premisa: todo aquello que deba atraer al mercado forma parte de un envoltorio pensado para su mercadeo. Por lo que es independiente de la estructura, y de la calidad. Quizá un mercado muy educado en sus qualias no necesite ser atraido por los envoltorios..., o quizá el saber incorporar envoltorios sea una forma artística más que merece la pena investigar. Y ese es el objeto de este post.
Considero que toda obra de teatro, de cine, videojuego..., tiene una serie de elementos vinculados con la atracción del mercado:
1. Mascotas. Como se observa en Star Wars IV, la idea de la mascota permite dignificar al héroe mientras distrae la atención con el chiste fácil de la torpeza o la simpleza. Sin ir más lejos, Han Solo parecía la mascota de Luke, ya que se conformaba con asuntos materiales mientras el héroe se encargaba de limpiarle la cajita de las cacas al encargarse de la Estrella de la Muerte. Por eso, al final cuando aparece el Halcón Milenario no se debe interpretar como un Deus ex Machina, porque su aparición era como una manera de completar la necesidad que tenía el héroe a que no le trataran de mascota y, al mismo tiempo, de aparecer ayudando donde era necesario. Por eso, parecería que las mascotas tienen por objeto transformarse en héroes y, probablemente, algunos villanos en mascotas.
2. Música. Considero que una historia sin música es un aburrimiento total. Y ésta puede presentarse de varias maneras: como una opereta como La Bella y la Bestia, como una melodía sincronizada con la historia como en Tarzán (de Disney también) o también como una música de cámara y paseo, como en La princesa Mononoke. Cada tipo de historia exige un formato musical diferente, y es que en el caso de La Bella y la Bestia el formato de zarzuela era más que evidente por su carácter costumbrista y el alzamiento de sus distintas figuras dentro de la moralidad reinante. Imaginarse, por el contrario, escuchar a un tarzán destrozar una canción de Phil Collins puede que no sea tan apropiado. Pero si lo que se quiere es mantener ocultos los sentimientos del personaje lo mejor es tirar de paseos torridos y una evolución de los mismos con su música.
3. Decorados. Paisajes, ropajes fuertemente bien definidos culturalmente, pomposos peinados que den personalidad... El vestuario representa un nivel de detalle muy marcado, porque define la obra dentro de un contexto social y cultural. Asímismo observamos en la cultura manga japonesa cómo este apartado es de los más desarrollados, especialmente porque a través de paisajes superextensos se genera una sensación de falsa animación. Lo que yo llamo decorados es como el decoro por los detalles culturales, el desarrollo de la personalidad y lo que se espera de personajes y lugares solo por lo que se presenta de fondo - no necesariamente como primer plano en la historia. Y es que llama mucho la atención de que la Sirenita tuviera que ser necesariamente blanca..., eso no es más que un decorado.
4. Gónadas. Todo lo que tiene que ver con la pornografía, el amarillismo, lo escatológico (en el mal sentido), humor negro, el terror... La idea consiste en que cuanto más se invierta en las gónadas más emoción transmite la obra. Se puede observar con el dinanismo de hacer que haya mucho movimiento, acción, rivales temibles, situaciones eróticas, avergonzantes... El protagonista debe estar al límite, y esto es algo que se puede conseguir cuando vemos que está corriendo (como lo hacen los concursantes), o cuando lo vemos lleno de barro hasta el cuello intentando conseguir un objetivo muy cerca y que le cuesta alcanzar porque se siente atado...
Por último, cada una de estas aportaciones deberán estar limitadas por la trascendencia del buen gusto: pues un exceso de cualquiera de estos elementos podrían llevarnos a una pérdida de valor del conjunto. Por ello, la moralina nunca está introducida - ni tampoco el hecho de que sea pedagógico. Lo pedagógico más bien es una invitación dentro del mensaje a defender en la estructura, seguido de las limitaciones al mercadeo de la obra en estos cuatro términos.
Cuando se configuran personajes que sean opuestos los unos a los otros al final lo que hacemos es defender una superestructura, las subtramas de cada personaje también está estructurado por la idea de rol que supuestamente deben defender en su historia, y el que se elija un modo más o menos irónico para cada personaje también, desde mi teoría, es un problema directamente estructural. Es decir, gracias a que definí una superestructura me puedo imaginar qué es propio del trailer y qué es propio de la película.
Pero aún así presuponer que te va a gustar o no a partir del trailer..., eso es que algo falla.
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