Para aquellos que nos gusta distinguir la semiótica de la semiología, debido a la naturaleza diferente de sus autores a la hora de desarrollar ambas palabras y la conveniencia que supone hacer tal distinción de manera que conviva en una misma teoría relativa a la pragmática, tan pronto como desarrollamos reglas semiológicas para donde antes solo la semiótica se atrevía a profundizar se nos abre un mundo muy amplio en la experiencia en cuanto se perciben esos conceptos.
Hace poco estuve ahondando en una simplificación de los modelos competitivos que en principio deberían de generar emociones relativos a la envidia, el miedo, el asco..., dentro de un agente para que obtenga ventajas y que, de poder hacer uso de este modelo en entornos más genéricos, podría aplicarse para que una máquina desarrolle apetencias..., y me estuve revolviendo una y otra vez en ese proceso de simplificación y complicación innecesarias: ¿tiene sentido que en una red social donde los usuarios solo emitan mensajes en positivo y que la única forma de ataque sea a través de la luz de gas desarrollen la misma envidia que los que puedan directamente insultar? Todos estos procesos, de tanto simplificarlos, puede que los modelos estadísticos no converjan y que acabe desarrollando estructuras o simples de más o complejas de más... Al final, tras replantear tanto las álgebras de esas dinámicas, me puse a ver vídeos de redes sociales, memes..., en los autores veo a agentes lanzando mensajes como en mi competición, el espectador se convierte en otro agente, la víctima de la broma en el vídeo en otro agente..., se ven las cosas como con más potencia, adquiere una nueva dimensión. Es como un incentivo.
Ocurre lo mismo cuando un amante de la música aprende a tocar un instrumento, en la medida en la que mejora en su compromiso como músico también perfecciona su capacidad de apreciación musical. Es la misma relación que hay entre semiología y semiótica. Sin embargo, una persona que nunca quiso desarrollar su sensibilidad musical, por mucho tiempo que le dedique a aprender a tocar un instrumento la sensibilidad no la va a adquirir - no dejan de ser dos conceptos ligeramente independientes.
Podemos enseñarle a una máquina a que escriba poesía desde el punto de vista de lo establecido por la escolástica: rima, métrica, ironía, comparaciones, mensaje... Pero se corre el riesgo de que no se respete alguna clase de estructura que está ligada con lo humano, y es que se me verá como un estructuralista o un postestructuralista, pero la estructura para mis estudios es lo más importante: el agente tiene una serie de apreciaciones, un álgebra que lo define como homo sapiens en su manera de ver el mundo. Y lo que realmente va a hacer que una máquina escriba una poesía o componga una canción con sentimientos es que primero haya albergado tales sentimientos, los cuales debieron haber evolucionado mediante alguna clase de aprendizaje de refuerzo, o GAN, o equivalentes..., de manera que se valga de esas emociones para obtener alguna clase de ventaja.
Cuando el inconsciente colectivo (Jung) aprendió las emociones para el homo sapiens éste quedaría impreso dentro de lo que algunos llamaríamos su apreciación semiótica. Cada vez que el agente no sea capaz de encontrar un símbolo que represente lo que siente por dentro desarrollará lo que en mis postulados llamé incontinencia del poeta, mientras que si es capaz de desarrollar un lenguaje eso conformará su semiología.
Mi plan lo tengo más que claro: ¿acaso podría una máquina diseñar un videojuego que fuera divertido si no es capaz siquiera de crear una composición con un mensaje emotivo? Es más que probable que al mismo tiempo que escribo esto algún producto por ahí ya sea capaz de hacerlo, o de estar muy cerca, y yo sin saberlo. Pero también es cierto que por el momento consideraría que el asunto sigue muy verde.
Una máquina ve una animación, un tiempo después ésta se repite y se divierte: es un meme.
Una máquina ve una animación, un tiempo después ésta se repite y se aburre: es un bucle.
Se trata de reconocer cuándo la animación está en bucle, y cuándo la repetición está viva y alimenta al sistema de información. Son los dos paradigmas que comenté hace varias entradas. Y para ser capaz de ser consciente de tales cosas antes debe estar en consonancia con lo que para nosotros es un meme y lo que para nosotros es un bucle - obviamente, por nosotros me refiero al inconsciente colectivo del homo sapiens.
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- Este hombre no lleva sandalias, no lleva guantes, es un trabajo superpeligroso, cualquier error y acaba en llamas, solo se protege de la defragración mediante cubos de agua continuos..., este trabajo no debería de llevarse a cabo de esa manera, debería de ser hecho por un niño.
Al estudiar esta transcripción de un meme vemos que tiene dos vías para convertirse en un meme: puede ser una denuncia o puede ser una pifia del cual se rían de ti. Desde la buena fe se entendería que es una denuncia, que no puede equivaler a hacerle un vacío a alguien - pues si no se denuncia el trabajo se sigue haciendo. Y, por otro lado, si queremos reirnos de la insinuación de que hay que hacer que los niños se encarguen de hacer ese tipo de trabajos observaremos que esa acusación es una forma de ataque. Por tanto, no se puede desarrollar las mismas emociones de envidia, por ejemplo, si ésta proviene de una red social donde solo se dicen cosas positivas a las emociones de envidia que se generarían en redes sociales donde además la gente se pueda reir de (atacar a) otros usuarios.
La risa, como mecanismo de ataque social, es un eje cardinal del que el ser humano no puede desprenderse y, según mis pesquisas, eso obliga a definir distintos grados de, por ejemplo, envidia (la que proviene de la risa y la que proviene de la propaganda).
Si no me equivoco eso complicará un poco más el modelo que tengo en ciernes..., ¿justificadamente?
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