lunes, 1 de agosto de 2022

Malos productores: malos proveedores

Puedo hacer alarde de haber estado acumulando experiencia durante estos 10 años gestionando el kiosko en el hospital. En el sentido de que he tenido que tratar con varios proveedores, buscando la manera de lidiar con sus productos, de mayor o peor calidad, para también ver si te trataban con desprecio dándote la remesa mala o si, por el contrario, eran serios contigo y se hacían responsables.

Parecería, porque así lo diría la teoría, que cuando tienes un buen proveedor en un aspecto ése mismo no lo será en otro. En el sentido de que buscarán compensar, o intentando ofrecer un servicio de calidad la política de unos hace que sean más fuertes en unos aspectos y no en otros... Sin embargo hay una cosa que se va aprendiendo: los que son malos proveedores en algún aspecto tarde o temprano acaban mostrando toda su mala faceta en todos los aspectos.

Eso me ha pasado con la venta de prensa en el hospital. Está claro que los mejores proveedores suelen ser los que trabajan algo tan frío como la electrónica; es más difícil gestionar productos alimenticios, con una fecha de caducidad oficial de la que se hacen responsables ellos. Pero luego me he encontrado con un tipo de proveedor que es aún menos serio: cuando he intentado traer prensa al hospital, para empezar, los propios distribuidores decían que no repartían en mi zona - por lo que de antemano era imposible encontrar un solo proveedor.

Ahora bien, ¿qué pasa? La prensa tiene el detalle que el proveedor se encarga de reponer el producto diariamente - es aún más caduco que la comida. Y ha llegado el caso de que conseguí un proveedor de prensa y, por un tiempo, estuve vendiendo prensa. La sorpresa me ha llegado hoy: ayer y hoy no me ha venido a reponer la prensa el habitual, ¿qué ha pasado? Ni idea.

Alguno podría pensar que el trato impropio de esos proveedores hacia mí podría ser culpa mía; sin embargo, según mi caso, no pudo ser así: pagaba al momento, no teníamos riñas con el que distribuía... Pero claro..., ¿qué pasó? Para empezar la contabilización que tenían ellos era casi un azar: no sabían contar los periódicos que vendía, ni tampoco acordaban unas reglas claras sobre lo mal que supuestamente lo estuviera haciendo yo - no me cuestionaban mi manera de hacer las cosas (por lo que supongo que eran ellos los que tenían el problema). Por otro lado, una de mis mayores demandas era la venta de revistas, y para cuando me dieron ese producto me dijeron que ese producto no se reponía - yo me hacía responsable si se vendía o no al término de la semana. El problema radicó cuando les pregunté cuánto me costaba la revista y a qué precio debía venderlas, porque nada más decirles que las vendería a 2 euros me dijeron que me cobrarían 1'80 por cada revista..., lo cual era una aberración. Al final resultó que las revistas las distribuían con el periódico por 90 céntimos: es decir, la gente las compra por la mitad de precio con las que yo las debo comprar y, además, asumiendo las pérdidas de no poder venderlas. En definitiva: un engaño, y una posible estafa.

Al observar el problema que subyacía de todo esto, como es lógico, intenté entrar en contacto con el proveedor: otra señal de que algo no funciona bien es cuando no consigues hacer algo tan básico como ponerte a hablar con el proveedor. Y, efectivamente, el ruido de fondo era macabramente sospechoso: se oían griteríos, tonos llenos de ira, sentimentalismos... Nada que ver con un comportamiento asertivo, algo que nunca perdí yo. No era como cuando hablo con atención al cliente de Jazztel y observo a una cínica metiéndome en un laberinto de estupideces, mientras finge que me resuelve algo que no me resuelve. Digamos que cuando tratas con un proveedor de productos para acordar una venta tratas directamente con el responsable, y se huele cierta horizontalidad en la relación - algo así como oferta y demanda. Por lo que esos comportamientos airados y poco trasparentes estaban fuera de lugar.

Al final se pudo acordar alguna clase de precio con el que compraba el suplemento y, acto seguido, comuniqué la incongruencia a la central - cosa que no sirvió de nada porque ni me dieron acuse de recibo.

Por eso me llamaba la atención ese pequeño principio: cuanto más responsables se hacen de la devolución del producto más caliente es la relación y más fácil es encontrar a un mal proveedor. Sin ir más lejos he tenido que deshechar proveedores que me venían a mí debido a su mala calidad, y he tenido que ser más duro con los que tenían que ver con la alimentación que con los que tenían que ver con la tecnología.

Los productos que se vuelven caducos en poco tiempo están muy vinculados con la calidad a la hora de producirlos. El ejemplo más perfecto se encuentra en los chocolates españoles o en los chips españoles: auténtica basura. La experiencia nos dice que hay que intentar evitar cierta clase de productos ¿Qué tipo de prensa española hay que evitar debido a su carácter perecedero?

Cuanta más calidad tiene el producto y menos perecedero es mayor es la calidad de su distribución. Es un principio que formalmente no tiene razón de ser, pero que empíricamente se mantiene. Tiene un cierto sentido formal, y nos sirve para comprender muchas cosas que suceden en la vida en general.

Si tenemos a un mal creador de contenidos entonces es probable que lo llene todo de propaganda para hacer que su producto no sea tan perecedero. Esa, en definitiva, podría ser la lógica. Ahora bien, la deducción en sentido contrario no funciona: he visto muy malas distribuiciones en malos proveedores con productos que estaban muy bien producidos. El truco está en darse cuenta que ese buen fabricante podría distribuir sus productos con otros proveedores. Esa es una de las pocas virtudes que tiene la oferta y demanda..., aunque deba ser vigilada mayormente.

Por eso, si sospecho que en un periódico hay malos periodistas muy probablemente acabe viendo cómo su modelo de negocio empieza a dar también malos frutos en su distribución: su manera de tratar con los kioskos también se volverá pésima. Es un principio que me sorprende que sea así, quizá porque no reconozco el marco de la idiocracia en la que vivimos, donde los que tienen la capacidad para dirigir no son los mejores, sino gente de buena familia, amigos, y buenos propagandistas...

Me pregunto cómo sería un sistema meritocrático: en éste supongo que estos principios cambiarían. Pero claro, los que venimos comprando y vendiendo seguiremos desconfiando de algunos proveedores, por lo que nuestro comportamiento tendrá unos vicios innecesarios. Es decir, no es fácil volver de un sistema postmoderno (corporativista) a un sistema moderno (meritocrático). Esa transformación no puede hacerse nunca localmente, sino estructural y solidariamente - porque no le compensaría a las empresas aisladas que ofrezcan esa perspectiva. Solo favorecerían a las empresas que se centren en la producción y la calidad, pero por fuera deberían seguir siendo corporativistas junto con sus competidoras y evaluar a sus proveedores desde un punto de vista corporativista.

Esa medida planificadora debe tomarse desde el Estado o desde una federación empresarial de varios sectores interconectados por alguna clase de sinergia en los productos que ofrecen. Pero no individualmente: la lucha contra el corporativismo debe ser de aceptación múltiple, porque supone un nuevo marco y la eliminación de un vicio social producto del liberalismo.


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